SU DECADENCIA [Mi poema] Edgar E. Ramírez Mella [Poeta sugerido]
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MI POEMA …de medio pelo |
No intenta ya opinar, su decadencia Se muestra cabizbajo sin la fuerza Si le hablan del futuro no hace caso, Que incluso ya ni el whisky le incrementa |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Edgar E. Ramírez Mella
ALZO LOS OJOS
“Amo lo tenaz que aún sobrevive en mis ojos”
P. Neruda
Alzo los ojos, futura habitación de nerviosos gusanos,
más allá de los vientos terrestres
saturados de plegarias de profetas de la guerra y la muerte,
alzo los ojos, más allá de la lluvia
a cántaros de zinc y de cristal sus tintineos,
—pálida sangre sobre los tejados—,
más allá de la ausencia y mis brazos desiertos,
saco la lengua y alcanzo entrepiernas astrales y ojivas celestes
hasta lamer el vacio intenso y fértil.
En la ciudad ningún rosal florece,
ejército de pasos y paraguas,
timbres de teléfonos lejanos,
mudos reflejos de televisores y neones nocturnos,
furtiva e inútil solidaridad de relojes veloces,
desamor de quienes dormían en mi sueño y soñaron mi almohada.
Para ese dolor no bastan los fuertes licores de las islas
ni los mágicos frutos del shamán,
para ese dolor, que no es dolor, no bastan esos cuerpos
que no se repetirán con la mañana próxima,
no el débil brazo del amigo más fiel,
frágil y vano como el día más cercano ahora extinto,
para ese dolor, no, no bastan
ni el preñado vacio ni el loto esplendoroso…
Entonces bajo los ojos por la arena y la espuma y el musgo
y el beso que rodó por el suelo y el polvo,
y dejo a los vientos jugar con mi pelo
donde quiera ir la libertad arrojando mi suerte.
Árbol parado al borde de la sombra
Nada es bastante real para un fantasma.
Enrique Lihn
Un frío de vértigos por los labios,
un frío sin nombre que recorre las venas
se aposenta en los ojos,
un gélido aliento ha borrado mi nombre en su risa
y un alud de moradas escarchas ha sellado su boca.
Vestigios de catástrofes y naufragios hoy pueblan las noches.
Quedan las ratas sigilosas deslizándose
por las orillas de la oscuridad, que se roe
las uñas en este ciclo de muerte, y nervios
quebrados de los marchitos y astillados sueños
desterrados ahora sí del paraíso.
Un árbol de pájaros y corazones se pudre en el jardín de la memoria.
Un árbol parado al borde de la sombra,
con ramas donde cuelgan las doncellas ahorcadas,
donde pálidas brisas acarician los órganos lívidos,
vacíos hoy de sentimientos.
Ateridos aullidos en las apretadas y desgarradas bocas.
Un golpe de aguas
barrunto de chispas, de pedernales y machetes,
desbordados los cauces negros del río mortuorio
que aniquiló las esperanzas paupérrimas y ya podridas.
(Las agónicas nubes de las ciudades desahuciadas
auspician todo esa muerte promisoria del terror y la nada).
Recuerdo entonces los inolvidables aceros de su corazón.
y los dientes rotos contra el muro de las traiciones.
Como un pálido viudo sin vals ni primaveras:
un barco negrero con traficantes crueles,
vaciando su carga humana en los acantilados inhóspitos del dolor.
Todo este horizonte pintado de inmundicia
alimenta los días que nos quedan por morir
en esta isla meliflua que juega a la traición
del nunca jamás —su eterna cobardía.
Putrefactas médulas sostienen los huesos del miedo.
Y yo solo sólo soy, nave sin regreso,
un terco «peliador» en medio de la noche
surcada de relámpagos de balas y rabiosas navajas.
Todas las mentiras
Todas las mentiras
salen a la luz
en esta noche
estelar
—4 de julio
en este sueño americano
que hechiza y que corrompe—
no una mano,
no un corazón
verde azul y solidario,
sólo esa verdad
(que sólo piensa en el inédito placer)
con ojos grandes,
que aún así no quiero ver,
—labios enrojecidos por el carmín del pintalabios—
(hace tiempo que morí
debajo de las ruedas
putrefactas de la historia).
Y quién nos brinda la esperanza,
esta noche,
en este estercolero sideral?
Sabiendo aun así que la utopía
es el polvo instantáneo del deseo o el veneno
que corroe impenitente e impune la tierna médula del hueso.
Fumando la nada (de un sueño)
Los viajeros del tiempo y del sueño
argonautas de ciudades de uranio
en sus cámaras y cápsulas de puros metales alienígenas,
nos invitan auspiciosos,
—desollándose vivos,
prendidos de eslingas,
escarpias y ganchos adiamantados y asépticos—,
a sacarnos la piel como una vestimenta de hule
móvil,
mudable,
—en carneviva, exhibiendo sus venas violetas y carnes rosadas—
una monda sanguinolenta que eriza la razón
y mantiene erectos los pelos de la nuca.
Declino la invitación lleno de un mágico espanto.
Y observo y espero:
fumando pequeños pedazos de nada,
pesada
plomiza,
por boquillas de carbunclo y mangas translúcidas,
vivas substancias vacías, volátiles,
densa antimateria que se cuela hacia el alma.
De súbito llegan milicias seráficas
en una batida de lasers y espadas flamantes;
huimos entonces perseguidos por el aliento
y la sombra, infusos de espanto,
por los corredores de las ciudades de angustia
que pintara Chirico, solísimos claustros.
Despertar…
—Frío sudor de escalpelos—
con un sabor en la lengua y los labios
a terribles e inusitados narcóticos:
El corazón golpeando las sienes con pedernales y rayos.
SOBREVIVIR EN ESTE ANDURRIAL…
Sobrevivir en este andurrial tempestuoso,
sobrevivir a todo el global espanto
que deja corto el horror del tercer Reich;
con esta vocación de búho
lascivo sacerdote de la noche,
ser testigo de los humanitarios bombardeos de Bagdad,
Gaza y demás territorios caídos en desgracia
y abandonados del dios capitalista e inhumano
de los civilazados países de Occidente.
Mientras el fuerte aguacero borra la sangre de las calles,
plazas y mercados,
un murmullo de antiguos acetatos
y el licor y los narcóticos de las cuidades desalmadas,
y las exposiciones y espectáculos de seviciales artistas
intentan obnubilar las huellas de la infamia,
desterrar de la memoria toda la actual miseria
y el dolor ,
efímera existencia
donde las calaveras hablan
retóricas torcidas, siniestras y gastadas,
donde las calaveras sonrientes
entonan sus dulces canciones de sirena.
Bajo la voz ahora entonces
y con receloso ademán
acudo a mi humilde vicio de palabras
inútiles y párvulas palabras,
acudo en este intento estéril e impotente
con la misma desazón de la troyana visionaria.
Acudo religiosamente a exhibir y a develar el terrible horizonte de estos días.