ME ACUSAN POR DOQUIER [Mi poema] Verónica Zondek [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Me acusan por doquier que escribo triste, Me acusan de temor, de pesimista, Me dicen y es verdad que la penumbra Pues sé que sólo soy una pelusa Quizás es que me miro y no me encuentro |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Verónica Zondek
FUEGO
Toda la carne un fuego.
Fuego el odio y fuego el amor.
Fuego en los hornos y caer en las mientes.
Fuego para el frío, Anguita
en el cocimiento brujeril de medianoche.
¿Cómo salvar del fuego Anguita?
¿Cómo tragar el dolor entre llamas azules
en la infernal hoguera de las Inquisiciones
o en la quema de libros con Torquemada
o en aquella última,
Anguita,
cuando incendiaron libros para sofocar revoluciones?
Y ¿qué de ese otro fuego tan perfecto
ese, el amarillo de Auschwitz,
rasgando carnes tan añejas y tan tiernas
o esas otras llamas
esas, las del Infierno católico ahora abolido?
Todo por nada:
el alma, dice el Papa,
salva siempre
Anguita,
aunque tú no lo alcanzases a saber.
Y ¿qué del fuego rojo que calienta la olla común
o del fuego en los ojos de niños con sed
amuñados de tristeza en la costilla falta de terruño
refugiados en los siglos y a la espera de la espera
abandonados en tanto territorio enemigo?
O del fuego fogón sureño
mariscos todos retorciéndose en su jugo
ellos en su salsa, nosotros comiendo
y del fuego que quema la entraña
y del otro, Anguita
ese que persiste negro en la memoria
que como siempre supiste
aplasta y entorpece la vida
o esos otros
los fuegos artificiales que arden el cielo
o misma yo
quemando papeles propios para evitarte
o mi padre
que también ardió en fuego hasta el humo
marchando en huesal anodino
sobre las aguas habitadas y turbias.
¡Qué fuego ni que fuego!, Anguita.
¿Qué fuego es ese que me amaga?
¡Qué fuego Anguita, que no sofoco
ni el ardor
ni la rabia …!
inédito- POR GRACIA DE HOMBRE
PROGRESO
Lo sé sin traición ni documento.
Esta es mi casa y ya no es.
Hierven los recuerdos de escalón en escalón
y altísimos hasta el piso 15 se pierden en la nada del cielo
gris ahora y no azul del no, ya recuerdo.
Tres peldaños con pisadas y barro en la entrada
una herradura quejumbrosa en un clavo de la puerta
y un aura que defiende el hálito familiar.
Sí, un piso cuadriculado en la cocina
un pulcro tablero y una Clorinda para el buen aseo
un pan que presto se amasa en la memoria
un horno que cuece la torta del barro infantil.
Sí, recuerdo la sombra alternada de los postigos
y el eterno recuento de líneas en desvelo
y las voces celestiales
y también las otras
esas
las que amonestan
las que invaden mi cabeza en reposo pretendido
y obligan la lectura a la luz de una linterna
para que Dios mediante no cunda el pánico.
Sí, una quejumbrosa escalera recibe mis zapatos colegiales
y destapa y ondea esa independencia de pelo en pecho.
Sí, una entonces bravucona y vociferante
una hinchada en llanto y risa y nervios de principiante
una colgada como todos en el ojo del tiempo propio.
Tantos y tantos días errantes en el desierto del hogar
concentrada en el decir aparte de los mayores
llenando el vacío que a ratos hincha
para luego hilvanar una historia en demasía propia
inteligible, por supuesto, en un otrora tan cuerdo
y ese armario con sorpresas en el pasillo
no otra cosa que un mar antañoso con su completo oleaje
encerrado bajo una y siete llaves de cancerbero
silencio y secreto pocas veces entreabierto
baúl de piratas y cueva de duende maldito
deseando la dolencia para violarle el sello
y las albas paredes de adobe
desnudas y sin cáscara en medio de las tembladeras
y los libros que derrumban sobre la cabeza
y la invasión de maestros componedores
y el polvo y el desorden y el silencio arrinconado
y la tremenda molestia del ajetreo.
Vanidad.
Vanidad de la materia que acoge el recuerdo
cual cofre silente entregado a la retroexcavadora.
Progreso
frío y bello como el hielo azul de los glaciares
que pudiendo apenas y con la venia de dónde la carretera
tampoco sabe ni pregunta
y toma la sartén por el mango y entierra bajo el trueno del hacer
el bellísimo pensar y encadenado al fuego
que una vez ya nos fue arrebatado.
REGISTRO DE SANTIAGO
Merodea.
Ronda el ojo en Valle Santiago.
Siente la tibieza casera.
Bajo una nube y sobre la nieve
gravita un fantasma.
Su palabra no resta cielo donde apelar.
En este valle
la preñez es una circunstancia.
La vida es inusitada
y se prolonga en estadísticas.
La muerte se esconde tras paredes gruesas
en bolsa negra y desechable.
Los números funcionan.
El progreso mata todo intento de recuerdo
y sepulta hondo el grito de pertenencia.
La memoria no es deseo.
Crecen los parques domesticados.
Aletea un tren por un valle subterráneo.
Se puebla el campo con casas de cartón reciclado.
Se desafía la lógica.
Se talan los bosques de las riberas.
Se siembran hormonas.
Se muestra.
Se alardea.
Se encumbra alta la seguridad.
Se prevé el avance del desastre.
Se vota la impunidad.
Se estimula el consenso.
Se fumiga con mal de ojo
al contaminado
al que no viste de gris o azul marino
al que mira para otro lado.
Se encierra al animal por salvaje.
Se entona alto la canción nacional.
Fragmentos de un ayer.
Fragmentos de un otro.
Fragmentos de un hoy.
No hay nada ya que devuelva el rostro.
No espejismos
no vidrios
no cristales
no vanidad.
Un solo en el viento.
Un polvo de tiempo.
Un ojo.
Ya la muerte estuvo
y bailó con sus pies huesudos.
La luz se derrama sobre una calla alongada.
Polvo de entrada y polvo de salida.
Restos.
Resistencia en los bordes.
Lucha estática.
El día.
La noche.
La ausencia de palabras.
EL HOMBRE NUEVO O UN COMENTARIO SOBRE EL ARTE EN CHILE
“Llegó el hombre. Tal vez llenaron
su miseria de pálido extraviado
del desierto,…”* tal vez con intención pequeña
como nos pasa ahora amigo
vamos de la caricia del árbol a la mano en el bolsillo
del animal al estómago fino
en un todo ‘instant’
en un para uno las sopas
la mano afuera y el dedo
adentro el motor y el para qué
ahorro del tiempo
y eficiencia para enarbolar triunfos
aquí
en este redil
en este nuestro nido a mucha honra
y tan parecido a otros en el saqueo
en la nacional pobreza que viste ropa americana
y en el galardón de la poeta y el poeta
cuando el discurso es emprendedor y revienta feliz
y la prima materia es precio de exportación
y más nacional es nuestro arte cuando más lejos rompe la frontera
y seguro es el anonimato en cara deslavada y triste.
¡Ay, la muletilla y el enlatado producto duradero!
Todo es venta. También las carreteras, el oxígeno que sobrevive,
los bebés sin nombre y el río y las rocas preñadas.
Para eso las vitrinas, las vistosas vitrinas
y entonces vengan, escuchen, miren
pasen los turistas y ciudadanos y niños de Chile
la casa número cuatro del poeta abre sus puertas
el dolor de los desaparecidos se erige en monumento
ARBEIT MACHT FREI dice el campo concentrado y te acoge
respire
súbase
súbase al potro le digo que no hace nada
somos bellos y comandamos el mundo
no quiero feos, maltrechos, babosos e indigentes
no los quiero de mal pensar
sean cultos y traguen el envasado artefacto parlante
digan
te ví en la tele
genial
no olvidemos la página social
el homenaje y el discurso.
Te suplico huachito
no soñemos por escrito
por favorcito
te lo pido
papito.
El mundo era tan citado cuando entonces
y ahora
todo es nuevo siempre
y sólo se compara al césped del vecino
tan en vista y sin atrás
que aquí están tus versos
y nadie tiene ojos.
* del canto XX “Las aves maltratadas” del canto XIV “Gran Océano” del CANTO GENERAL