LA VIDA AL FINAL DE LA VIDA [Mi poema]
Manuel Francisco Reina [Poeta sugerido]

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MI POEMA …de medio pelo

Pintado el pelo en blanco, su apariencia
ajada por el paso de los años
llevaba en su mirar los desengaños,
del río de la vida la impaciencia,
de sueños los engaños.

Jugaba a despistar los sentimientos
haciendo garabatos por el aire
cuidando no infringir ningún desaire
a aquellos más cercanos, sus cimientos,
que no le traen al paire.

Consciente que su historia se acababa
trataba de agarrarse a la memoria,
momentos más felices de su historia,
que aquí ya se acabó lo que se daba,
con paz y después gloria.

Su vida consistía en caminar
sin norte, sin destino y sin los sueños,
in prisa y sin tener por qué el llegar
pensando en que muy pronto iba a parar
cediendo en sus empeños.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:   Manuel Francisco Reina

Límites

Alguien nos puso coto al paraíso;
marcó fronteras a la dicha,
castigos al placer,
vetos al conocimiento,
penas a la verdad.
Luego confundieron las lenguas,
los dioses en silencio fueron interpretados
para justificar la muerte, el genocidio,
la cruzada o la guerra santa.
Fue la verdad a medias
-rostro más perverso de la mentira-
al fin entronizada
como sol de nuestros días.

Todos aceptamos la fe del yugo, del límite,
contradicción sintiente de los vivos
que al amarse, anulan las lindes de los cuerpos,
la extrañeza de entregarse,
el tabú de entrar en otro,
la comprensión por la piel de un idioma ajeno.

Patria recurrente

Cuando la vida aprieta su lazo por mi cuello,
un nudo corredizo e invisible
que al intentar desatar anudo aún más fuerte,
como trampa perversa de los hados adversos,
cierro los ojos, respiro profundo,
echo a volar mis sueños con sus séxtuples alas,
y por el aire incineran las sombras,
aletean como libélulas de luz pura,
y no hay cepo de pesar que trunque mi alegría.

Patria de la lengua

Hélices y espirales de un código genético
los signos, morfemas y lexemas, inflexiones,
la voz que nos modula y nos traduce el mundo
desde la noche cavernaria de nuestra especie;
esa es mi patria verdadera: maternal, mía,
reconocible como el olor primero del cachorro
al ser alumbrado por nacimiento.
Tengo en la palabra mi bien más preciado,
mi país irreductible, presente,
libre de apriorismos y banderas,
en la lengua la herencia y el legado futuro.

La Vida en las Trincheras

Para Guadalupe Grande

La risa es tan sólo una trinchera.
Una de esas zanjas, improvisadas,
donde aguardamos juntos el momento
de saltarle al cuello a la injusticia.
Hay otras zanjas, sí: la poesía.
Ese espacio habitado en el vacío,
que tinta de emociones la blancura
más helada e inhóspita del silencio.
O la alegría; esa enorme chispa
que sin remedio prende en nosotros,
y anida inquieta como los gorriones
que rompen el aire con su gran ruido.
La risa es tan sólo una trinchera.
Es como un refugio abierto en la cara
a la esperanza de todo el mundo.
Es como una bandera sin más bandos
que reunirnos en la risa de otros.
Es como una cueva de maravillas
donde los niños llevan su inocencia,
sin saber que esta es oro incalculable,
joya que brillará en sus recuerdos.
Pero así, y sin grandes estrategias,
la risa nos cumple su labor de salvaguarda,
y nos mantiene vivos en tiempo de metralla,
en horas del hastío más oscuro.

La risa es tan sólo una trinchera,
pero es un surco roto por la vida,
latente de impaciencia por lo bueno
que espera su señal para el asalto.

La voz de Asfalto

La ciudad tiene en su entraña sirenas varadas.
Mujeres centenarias que vinieron nadando
en el líquido del mito, inmersas del amor
de hombres que ya no recuerdan,
deshechos en la brea del tráfago de siglos.
Extinto el deseo, sus cuerpos menguan;
tan sólo la excusa, la coartada de la urbe
les quedó como asidero posible
y ahora son el alma de sus calles.
Apenas un hilo de voz les queda,
traslúcidas al humo y a su propia sustancia
que es el sueño, y el canto, y el reclamo loco
de marineros náufragos del mundo.
Por eso llegamos con las mareas,
a tus puertos ajenos marineros perdidos,
buscando en tus escollos la patria del regreso,
atraídos por el hechizo
de la voz del asfalto.

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José Ángel Buesa

POEMA FINAL

Yo cantaré algún día la angustia verdadera,
y, así lo que otros callan lo iré diciendo yo,
pues la mujer que amamos sin que ella lo supiera,
sin saberlo nosotros, acaso nos amó…

Aunque el tiempo nos lleva por un camino triste,
mientras tu cuerpo avanza, tu alma puede volver,
porque, en tu amor de ahora, tu amor de ayer subsiste,
y en la mujer que hoy amas sonríe otra mujer.

Y es que el amor más grande nos parece pequeño
mientras haya otra boca que podamos besar,
y el corazón no sabe la medida del sueño
como nadie ha sabido la medida del mar.

Porque el alma inconforme pide más a la vida,
que en cada don que otorga nos arrebata un don,
y así nos mata un sueño con cada despedida
y nos cuenta una muerte cada resurrección.

Pero el amor sonríe como un niño dormido,
y el mañana es la sombra de la luz del ayer;
y así se va la vida, sin saber que se ha ido,
como se van las nubes en el atardecer…

Y ahora, yo, que he hecho mía toda esa angustia ajena,
que canté sonriendo lo triste del azar,
comprendo que he cantado también mi propia pena,
y que he dicho las cosas que quería callar.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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