LA PENA [Mi poema]
Juan Carlos Aragón [Poeta sugerido]

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MI POEMA… de medio pelo

 

La pena es esa cosa que se tiene
y así que no te guste se disfruta,
la pena es la promesa de una puta
que dice has de parar cuando te viene
y no sabes mediar en la disputa.

Que llega y que de pronto ya se va
a veces sin decirte que te ha visto,
mas otras dejará, si no eres listo
un poso que en el tiempo durará
quedando el corazón algo contristo.

La pena puede sea una condena
que el alma del más santo no resiste,
en tanto que ella está tú estarás triste,
mas cuida pues produce una gangrena,
si ves que no se va, duro, tú insiste.

No tienes por qué darte a la bebida
ni metas la cabeza bajo el ala,
La pena, del placer es la antesala
pues ella siempre encuentra una salida
excepto cuando al fin llega la pala.
©donaciano bueno.

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MI POETA SUGERIDO:  Juan Carlos Aragón

Me recuerdas

Me recuerdas al fusil en la noche de Cuba,
al sol del malecón sonriendo,
a los pecados plurales de Plaza de Armas,
al bar de los trovadores,
a una novia desayunando huevos con mojito.
Oh tú mi libertad derretida en las manos
como una alud gigante y millonario,
tú me haces saber las verdades más impermeables
a golpe de grito, a golpe de risa, a golpe de amor,
derretida en las manos tanto que se me resbala.
Me recuerdas a la mañana en la madera de la guitarra,
al acantilado en el sol de la tarde,
al pecado venial de la noche interminable,
a la golondrina del pueblo,
a una novia nerviosa y única.
Oh tú mi libertad derretida en las sienes
como un alud gigante y guayabero,
hasta me haces sentir que el mundo no importa,
a golpe de canción, a golpe de palabra, a golpe de amor.
Derretida en las manos tanto que se pierde.
Me recuerdas a la guitarra en la mañana de la madera,
al sol de la tarde acantilada,
al pecado interminable de la noche venial,
al pueblo de las golondrinas,
a una novia de temple blanco.
Oh tú mi libertad derretida en tu pecho,
como un alud gigante y chirigotero,
hasta me haces sentir que el mundo aún me importa,
a golpe de humor, a golpe de ironía, a golpe de deseo,
derretida en la historia tanto que se detiene.
Oh tú mi libertad derretida en la esperanza,
como un alud gigante y afinado.
No es que me importe el mundo,
pero suena mejor que antes de ayer.
A grito cambiado, a grito alterno, a grito de combate,
derretido en los astros de tu sonrisa.
Me recuerdas a la playa de Atlanterra,
a la cala de San Marcos,
a la colección de pecados más distinguida,
al bar del pueblo,
a tanto me recuerdas.

Testamento’:

A mi muerte,
que nadie toque mis cosas,
que se queden como están para cuando vuelva,
como yo las he dejado:
El vino fuera de la nevera,
la cejilla en el último traste,
el teléfono sonando,
el calentador encendido,
el niño en el colegio,
las cartas sin abrir,
el despertador a las siete,
las cuentas a cero,
las persianas hasta arriba.
Si me matan sin dolor
quiero el número del asesino,
que alguien me grabe el entierro;
cómprame el tabaco y el diario,
no me esperes despierta,
déjame atún por si vuelvo en los huesos,
y este verso no lo guardes,
que le quiero cambiar el final.
Ah,
y baja la basura.

PASODOBLE

Les corróe la envidia a los poetas
en silencio se asombran los copleros,
los golfos van ganando diez a cero,
ningún dios ya te ahoga ni te aprieta.

El verbo salta y hace piruetas,
3000 años encuentran su canción,
la calle grita ya ¡revolución!
y la chusma regresa a su teatro,
Bob Dylan se ha enganchado al tres por cuatro
con versos de Juan Carlos Aragón

CUPLÉ

Cádiz se viste de luto
quedan viudas las verdades
la vida y sus brevedades
nos han robado su fruto.
La muerte con su estatuto
se ha llevado la presencia
de quien rimaba la esencia
de la ciudad más canalla
poeta donde los haya…
que tenía el nabo como la Torre de Preferencia.

La soledad del testigo

La Soledad es testigo
de mis castigos y glorias,
primera de mis amigos,
la llevo conmigo
igual que una más.

La soledad me hace libre, eh,
la soledad no me engaña.
Cuando el mundo se va,
Soledad es la última
que me acompaña.

Y es la única hermana
que vence a la puesta de sol cada tarde.
La presunta culpable del amanecer
solo ante mi ventana.
La que llena mi cama
de amores y niños,
de abuelas y padres.

Ay, mi Soledad:
a nadie nunca como a tí le he sido fiel.
A lo mejor te llevo un día ante el altar
porque, en verdad,
quiero a tu vera envejecer.

¡Ay, mi Soledad!
Hemos cruzado tantas ciénagas los dos,
tantos secretos que no podemos contar,
tantas palabras que dirían que es amor.

¡Ay!, Soledad,
que a tu manera,
subes y me das la mano,
y así los dos caminamos juntos por la carretera.

¡Ay, Soledad!
Pa’ mí que yo soy un varón
y tu silueta de mujer
tiene el deseo embriagador
de otras mujeres que ya no
inspirarán estas canciones.

Aunque muera contigo,
por Dios, Soledad,
solamente te pido
que no me abandones.

– – –

»Niño jugando a romper cristales.
Hombre joven pensando con sombrero.
Mujer mayor mordiendo un monedero.
Desfile de soldados. Funerales»
(Galería de Fotos Antiguas)

»Y son dos clases sociales unidas
por una lengua de estirpe burguesa
que las conserva en el beso encendida.
Y cuando tu boca me besa,
de la mía se borran las heridas.
Será que tienes alma de princesa»
(La Breve Jerarquía de tu boca)

»¿Desde dónde has atacado mi nave
embarrancada en secretas bermudas
para que así ni tus nalgas desnudas
se posen sobre su madera suave?»
(Cuidado)

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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