A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
BONJOUR TRISTESSE [Mi poema]
Jeannette Lozano Clairond [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Hay días en que el cielo está nublado, Son días que te invade la tristeza, Que quieres caminar y no hay camino No encuentras ya el sentido a tu existencia Decides desprenderte de tu lastre, |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Jeannette Lozano Clairond
(II Premio San Juan de la Cruz)
Mina 1004
Arder, yo vi a mi abuela arder.
Agosto. Chihuahua, 1956. Ella ardió,
su fuera y su dentro, ardió en la calle Mina 1004.
Vi a mi padre envolverla en una sábana, el colchón ardía;
las cortinas, la alfombra, su vestido
ennegrecieron. Todo lo recogió.
¿No hagan ruido, su madre está cansada?
Lo vi salir de luto esa tarde de agosto con su corbata negra.
La recogió. Ceniza y llanto recogió.
El humo de la abuela en el zaguán, las tías
sorbiendo ásperos los grumos del café.
Había que borrar lo oscuro que dolía,
disolver la sal, el llanto,
abrazarse y sofocar el temblor del viaje.
Escuchar a Paul Anka y en la falta de pulso
rayar el disco de 45 revoluciones por minuto.
Por minutos vivía, por minutos ese
cansancio púrpura sobre las frondas de los álamos.
Pero luego, bajo el vidrio en el cedro
vi disolverse el rostro quemado bajo el humo.
Ella, mi madre, también ardió. En lágrimas su sonrisa apagada:
¿Arréglame el pelo?, me dijo, ¿déjame salir
a ver si ya está seca la ropa?
Tuve miedo que sus pasos lentos no volvieran.
La tersura de la hoja la muerte carcomía,
el reseco peso de la hiedra se desprendía del muro,
y el florero en la cocina sin flores.
Encerrada en su cuarto, con su muerte, y yo
con el filtrarse el viento
que se llevaba el polvo de los sicomoros.
Signos
De las piedras profundas
un agua cristalina
refleja el oro y el bronce,
la cara del buey,
las puertas y los nardos
que tu partida
deshacía.
*
Quiero acariciar tus cabellos cansados,
agitar el légamo,
adentrarme en el germen
intocado de tu nostalgia
y ser casi muerta
en la agonía
desde siempre,
a la orilla del miedo,
de ti faltando
amor.
*
De noche
distante
te pierdes,
vertical y distante
te apagas,
te desvaneces.
*
Me alejé, recogí las cerezas, la miel,
la perdiz que guardo
para ti.
Para ti florece la blancura
sobre la colina de Ishtar.
Ven, quiero ver tu cuerpo
en la fosa fresca que besaré.
Los años, luz tenue de estanque,
son apenas duración.
Bésame, tu bendición
es destino poblado de pájaros.
*
Duele saber
que el astro
vuelve:
raíz
entre piedras,
hojas
desgajadas
del invierno.
*
Pero los pájaros ya estaban en tu cara
y un río de siete lenguas
era tu árbol florecido.
Por esta tierra desataste el sueño
y el alba dejó escapar
fulgor de lumbre.
Color de áurea intensidad
el cielo es.
*
No, no moriste del todo.
El pasado
con todos tus sentidos,
con todos sus escombros
es bajo la piedra
oscuridad que cubre tus manos yertas.
Amorosamente en el lento río,
morosamente en el mar del amor, muerta.
*
En el agua
te buscaré:
aquellos días
espejos
mi voz
derrama.
*
De las entrañas brotan
las aguas dulces,
las sombras vegetales,
la sustancia de amor
que los dioses aguardan.
*
El atardecer
derrama
su balbucear
en el bastón del ciego:
conduce
a lo sin rostro.
*
No había voz
ni brasa que me elevara,
mi seno al miedo cada noche,
al desamor mi sed.
Breve es el amor
y largo el camino
que lo cultiva.
*
Mis ojos aprendieron a ver fijamente las piedras,
la noche y la mirada de la madre,
sus palabras extrañas.
Aprendieron a ver sin mirar
en lo que permanece.
*
En la tarde de su descenso
los vados filtran las hojas,
la niebla se desparrama,
mi madre se deja asir.
*
El viento
sopla
piedad
por un último hálito.
*
Sino,
rastro,
la cauda
de su lamento
arde,
eleva
su densa permanencia.
De: Todo antes de la noche
Raíz
El viento
desmoronaba el barro,
vértigo, dolor era ese viento
en su descenso:
el encuentro
con la primera voz:
la muerte.
El muro de raíz sedienta
rasga cielos
de aquella hora.
De nuevo brotarán
salmos
palabras destejiendo
sobre el espejo.
*
Apenas el agua circundó la tierra
en su centro
se abrieron cavidades:
el viento devoró las copas de los cedros,
los nidos, el rostro de aquella voz.
Creer, crear la oración
que nombre su presencia,
el misterio
de su alma desprendida.
*
Todo era tiniebla
(de raíz),
arteria
dilatada
cuando el viento
derrumbó la cúpula.
En vano
la tierra hunde
su perpetuo nacer.
*
Cielo esta boca, hojas
la orilla,
el río congelado
y la tierra del recuerdo
evaporando
su fragmento de piel.
Mi ser,
mi ser errante,
mi ser,
miseria entrando,
mi ser
silueta.
Lo que no fui, siendo
afina su sombra.
Ceguera: ahí estarás.
*
Hay regiones que son sílabas de sombras.
*
Desde lo hondo
al viento
la dispersa ruina.
Morir, morir dentro
del árbol
al aire y lumbre
florecido.
*
Hija del hambre,
tus pasos segará
la pétrea luna.
*
Voces, voces distantes,
espejos,
palabras piedra:
Todo antes de la noche.
*
Descarnada belleza,
de ti
busco salvarme.
*
Hay una luz
en su aliento
de árbol,
pájaros
de aquella tarde
en fuego revestida
sobre los huertos.
Luz
el aliento del árbol.
Pájaros,
hombres,
en esa estancia herida.
*
Amar la luz
de aquella nube de ceniza,
los once túneles,
las huellas de las bestias,
caminos que entre las humaredas
caen del cielo.
Tierra dispersa de semilla,
guarda la salvación,
el silencio en la piedra,
la mirada del río en su sollozo.
Tierra dispersa de ceniza,
guarda la salvación,
ama la luz de aquella nube,
los límites,
el alba.
*
Bajo el manto de fuego
la luz emerge
de su cuerpo
-mundo, hora, hombre
casi muertos-
a la espera del comienzo.
De: Todo antes de la noche
Sustancia del cáliz
Se rompe en tu regazo la nervadura del sueño,
la noche te cerca, se hunde,
te da, mujer, la tierra.
Hay una ausencia, un hilo gris,
se han borrado los azules,
las aves han partido y la lluvia
ha extraviado las ovejas.
A salvo queda una
(vi cómo se apartó del rebaño,
cómo fue asediada,
la miré desangrarse,
y me encontré en el surco de sus ojos).
Sauces, cirros, cántaros
para la luz de la inocencia.
*
En la visión de los primeros años
el vino se derrama,
la niña sujeta las flores,
ofrenda su canto: estrella
que al vacío es alimento,
rosa perdida en tierra,
abandonada,
casi quieta.
*
La voluntad
cierra sus puertas
y no hay quien diga
manos de tierra,
ojos de tierra
floreciendo.
Pupila,
este negror de mármol
es ave
internándose en la espesura.
Es otoño en tus manos, grieta.
Inclinada permaneces
donde las bestias bebieron.
Nada que cambiar.
Entero el germen sellará tu silueta
que desde los escombros asciende.
*
Como una sombra
en ruinas
te busco
mas te alejas
en un carro de fuego.
Si me acercara
al espejo
llegaría la tiniebla,
su monólogo
hiriente.
*
Vuelve,
dolor desnudo,
a mi desnudez.
Fondo de ancestrales auras,
la impronta de tu imagen
en esta habitación
no alcanzo,
todo huye al roce.
Adéntrame en el llanto:
que ruede como lenta lluvia descendida.
*
Tu rostro por velas alumbrado,
la bruma de tus labios
y el casi transparente cuerpo
al fondo
de raíces desgarradas.
*
Un último perfume
junto al árbol.
Por la mañana
el viento repite su viaje.
Arde en mí tu ausencia.
*
El peine, las horquillas, las fíbulas de marfil
en el armario.
Oh tristeza dulcísima.
Dulce variación en las distancias del alma.
Vago noche y día, te llamo
y no aconteces.
¿Dormirás ahora?
El rasgado cielo
deja caer sus agapantos.
¿Dormirás entera?
Muestra la tierra, la miel del viento,
el refulgente ojo que me aguarda.
*
Dame la miel humedecida,
desea mis palabras,
aduéñate, salmodia de la lluvia,
de mí.
*
Árbol
tu cuerpo
en el descenso
Quietud
es ola siempre.
Húmeda hierba
mi necesidad
cegará.
*
Flor abierta
en fino hielo,
la sustancia
del cáliz
en altares de niebla
es luz de faro sobre el risco,
entre ruinas asoma,
reabre
lo oscuro.
De: Todo antes de la noche.
Sobre la fronda y la medida
Cada nombre encierra una discordia
en la raíz, sed
que hunde y alza nuestros pensamientos
hacia lo blanco de los nardos.
A veces nos preguntamos si el paisaje
entrega su fronda para resguardar
o para hacernos avanzar hacia el color
de la inmersión.
(Lo supo Monet, también Magritte.)
Espejeante como estrellas la verdad
es noche en la que nos hundimos
sin saber
si la podremos atravesar.
La luz es en sí misma ausencia de luz.
Y no hay camino que lleve sin tropiezo al punto.
Las palabras, como las notas, encierran
una cierta oscuridad: acomodos de un resplandor
buscando abrirse paso
junto al compás de amontonadas violetas.