Solo poesía
Ego te absolvo a peccatis tuis, que hoy
te absuelvo, a peccatis ego absolvo,
¿mas quién puede inculparme si soy polvo
vagando a la deriva donde voy?
¡quién es dios para echarte un rapapolvo!
A todos cuando niños nos dijeron
mira bien qué es lo que haces, que está mal,
deberías presentarte al natural,
siguiendo los consejos que te dieron,
que fueras un buen chico y muy formal.
Por mucho que te insista no me creas
aquello que aquí digo,
que luego me desdigo
o lanzo a predicar en las plateas.
He pensado meterme en la nevera,
de una vez congelar mis pensamientos
evitando sufrir. Y es que hay momentos
que la duda se vuelve traicionera
no hallando ni razón ni fundamentos.
Mancharon nuestra honra, robaron nuestros barcos
en una tarde infausta preñada de emociones,
la sangre succionando brotando a borbotones,
piratas sin clemencia dejándonos los charcos.
Un ángel vino a verme una mañana,
su nombre no lo sé, no me lo dijo,
vestía un traje blanco de nirvana,
supuse que él entró por la ventana,
y pudo así ascender a mi escondrijo.
Resulta que mañana yo me muero,
y acudo ante San Pedro de esta guisa
hirsuto, sin creencias, sin camisa,
de anhelo falto y esperanzas huero.
¿Por qué me empeño tanto en escribir mi verso?
si nadie en esta tierra quiere escuchar mi voz,
si soy un mal poeta dentro del universo,
si todo lo que escribo, no adquiere algún valor.
Esta es la historia real
que yo viví esta mañana.
Abandoné la poltrona
cuando sonó la campana
para acercarme a comprar
a un cercano Mercadona
como va siendo habitual.
¿Dónde está escrito?
¡Vive dios que en ningún lugar he visto yo que se haya escrito
cuando abro la boca lo que tengo que decir!
Ni siquiera he localizado un manuscrito
que antes de hablar
pautas me diera por si tengo que pensar.
¿De qué presumes, chaval, de qué me hablas
si aun no has sacado un conejo en la chistera,
ni bebido un buen brebaje en primavera,
por qué intentas demostrar que tienes tablas?
Te imaginé primero y el cielo se nubló
sobrevolando fuiste sobre la lluvia fina,
tu imagen tan divina mis ojos les cegó
y tu estampa fundióse en aquella luz divina.
No quiero oír nada, no quiero ver nada,
sólo deseo aislarme de este mundo,
sumiéndome en el sueño más profundo,
tirándome en la cama a la bartola,
dejar vagar la mente sola,
aislándome por fin de la manada.
Hola, yo soy Donaciano, y tú?
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