ME BUSCO SIN SABER [Mi poema]
Adolfo Marino 'bebe' Ponti [Poeta sugerido]

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MI POEMA… de medio pelo

 

Me busco sin saber si es que me he ido,
si solo fui la imagen de un fracaso,
o acaso nunca estuve, nunca he sido,
quizás es que anduviera y me he perdido
posible a consecuencia de un mal paso.

Le tomo de la mano al desaliento
atento a una respuesta alguien me diera,
lanzando mi pregunta en un lamento,
el mismo que pisando va mi aliento,
cambiando cada día yo de acera.

Me busco en un camino a la deriva
al filo de la esquina de mi casa
atento a recibir una misiva,
-en ascuas-, que me llegue desde arriba
cual fuego es en la hoguera que se abrasa.

No espero nadie indique ya quien soy
me siento un renacuajo incomprendido,
dudando si hoy ya vengo o ya me voy,
si el mundo es este sueño en el que estoy
o el sueño es que no estoy pues no he venido.
©donaciano bueno

Acaso la vida no es un mar de dudas...? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Adolfo Marino ‘bebe’ Ponti

VESTIGIOS DE LA SANGRE

(a Haroldo Conti pasajero de los álamos en el camino del regreso)

Vinieron a preguntarme por los árboles
y por los muertos
y por las muñecas
quemadas en primavera.
Un océano de lunas estalla sobre los ojos
de los espantapájaros
como una tormenta radioactiva
en el fondo lo la noche.
y en el horizonte:
Un mar abundante y melancólico
y una mujer descalza
perdida entre la sombra
y la neblina.
(El navío es algo mas
que un incendio en la memoria)
Dónde están los muertos
y los pasajeros de cristal
y la cabaña de lunas
donde Haroldo
fundaba guitarras y naufragios.
En esta ciudad
sólo escucho el vértigo de un motor
en la madrugada.
Debo juntar la sangre gota a gota
repartirla
por los muros y las calles.
No basta con morder el crepúsculo
y los penachos
amarrados a las sombras.
tengo que juntar los huesos uno a uno
arrinconarme
con fuegos y baladas
hasta que la noche caiga sobre los peces
como una herida torrencial.
Están cerradas las ventanas
y las chimeneas.
Hay que apretar fuerte los picaportes
y abrir
todas las puertas.
Desnudar el mundo con la sangre.
acaso la noche no tiene sabor a pólvora y a ojos arrancados.
Tengo que llegar hasta los bosques helados.
El mar está creciendo en las alondras
y en los ojos de mi amada.
Yo secaré tus lágrimas
con mi lengua.
Y después levantaremos el día hecho de fuegos y de astillas
y de maderas y de caracolas desnudas
y de madres blancas como las arenas.

AMOR Y PIEL

Solo por el tiempo voy
llevando tu color
otoño de silencio,
las hojas se caen de mí
y solo pienso en ti
cuando me toca el viento.
Brillas en la oscuridad
y por mi piel te vas
como una nube gris.

Danzas en mi corazón
las alas de tu amor
se parecen el fuego
y en tus piernas de cristal
la luna buscará
al ángel de mi sueño.
Soy un árbol sin hablar
mirando al resplandor
que dejas al pasar.

Cae la noche desde el alma
se partió una estrella en mil pedazos.
Ay amor, la soledad,
ay amor, que dueles tanto,
te dibuja mi canto
y la vida pintará
la estrella que al final
hoy no puedo tocar.

Sale un pájaro de mí
no sabe donde ir
se le ha perdido el cielo.
Hago trinos de papel
y siento que tu piel
se lleva mi recuerdo.
Lentas horas de metal
como agujas de sal
me hacen estremecer.

Parte al aire su rubí
y solo habita en mí
el aire de tus pasos.
yo no sé si volverás
pero te espero igual
herido en el ocaso.
Vuelve el mar cuando se va
y se convierta en luz
su lluvia de cristal.

SUFRIDA TIERRA

Sufrida tierra mía,
reliquia de los pobres.
Un diablo de cenizas
bautiza tus fogones.

De sabagasta al norte,
sacuden los vinales
sonámbulos hechizos
de viejos reza-bailes.

Tu corazón nativo
levanta polvaredas,
para espantar las penas
del hambre y la miseria.

Sollozan los crespines,
como rogando al cielo.
Que nunca se arrodille
mi pueblo santiagueño.

Cuando lunece el río
besando salitrales,
mi pago es un espejo
de luchas ancestrales.

Changos color de viento,
sepultan las estrellas,
para mirar el alma
de nuestra Raza muerta.

El monte se esperanza,
pintando sus dolores,
aunque lo tumbe el hombre,
semillarán sus flores.

I
Al galope de mis palabras
una mujer se desnuda en mis labios
abre las ventanas de mi piel
y deja que el otoño haga su milagro.

II
Hay una penitencia de seda
en tu cintura
una cinta de rocío
como si fuera un pez en la hierba.
No se qué hago descalzo tras de ti.

III
Donde un pájaro raya la luna
queda la cicatriz del milagro
como este poema que de tanto
sangrarme en las manos
lo escribo en la niebla
para que se borre en tu piel.

VII
Cuando la miré, le dije,
no tengo moral para la belleza.
soy el podador
de las corrientes eléctricas
que deja la primavera
en un cuerpo de mujer
y la desnudé en un parque de chatarras,
sobre nubes de plástico
y rosas carbonizadas;
con niños azules
como los cadáveres de los autos,
niños,
que suben por los violines de los árboles
para decapitarse.

IX
Si pudiera como él,
ponerte cenizas de relámpagos en el pelo
y las cintas que duermen en la lluvia,
juro que no te arrancaría
esa lágrima de agua de lujuria
que me siembra el corazón
de perlas estalladas;
pero es tarde en el poema
y le han puesto precio a mi palabra.

Sabrán de ti,
cuando un pájaro salga de tus huesos
y cante en otro idioma.

Amor y piel

Solo por el tiempo voy
llevando tu color
otoño de silencio,
las hojas se caen de mí
y solo pienso en ti
cuando me toca el viento.
Brillas en la oscuridad
y por mi piel te vas
como una nube gris.

Danzas en mi corazón
las alas de tu amor
se parecen el fuego
y en tus piernas de cristal
la luna buscará
al ángel de mi sueño.
Soy un árbol sin hablar
mirando al resplandor
que dejas al pasar.

Cae la noche desde el alma
se partió una estrella en mil pedazos.
Ay amor, la soledad,
ay amor, que dueles tanto,
te dibuja mi canto
y la vida pintará
la estrella que al final
hoy no puedo tocar.

Sale un pájaro de mí
no sabe donde ir
se le ha perdido el cielo.
Hago trinos de papel
y siento que tu piel
se lleva mi recuerdo.
Lentas horas de metal
como agujas de sal
me hacen estremecer.

Parte al aire su rubí
y solo habita en mí
el aire de tus pasos.
yo no sé si volverás
pero te espero igual
herido en el ocaso.
Vuelve el mar cuando se va
y se convierta en luz
su lluvia de cristal.

Para cantar he nacido

Para cantar he nacido
soy copla que el viento lleva,
a veces canto en el árbol
que se deshoja de pena,
a veces bebo del fuego
palabras de primavera.

Mi sangre canta por dentro
como la lluvia por fuera,
la noche canta y convierte
sus pájaros en estrellas,
pero cuando canta el pueblo
musicaliza mis venas.

Yo nunca miro a la rosa
por su color de quimera,
la miro porque ella tiene
la sangre de los que sueñan
porque en sus gajos florecen
las manos del que la siembra.

Si el canto no se levanta
como la hoguera del fuego,
si no libera las penas
de los que están en la tierra
de nada sirve que suene
la voz de la chacarera.

Así como canta el río
cuando la noche lo ciega
y sin mirar su camino
sigue su rumbo de piedra
yo le canto a los que vienen
caminando por la tierra.

Mi copla es azul y estrellas
y una guitarra encendida
en su corazón de pueblo
la vida sufre y agita
con el perfil de sus bombos
las esperanzas marchitas.

Por eso canto a las cosas
que me va dando la vida
a los changuitos de barro
hondeando lunas perdidas
al tallo con sus espinas
y al hombre con sus heridas.

Sufrida tierra

Sufrida tierra mía,
reliquia de los pobres.
Un diablo de cenizas
bautiza tus fogones.

De sabagasta al norte,
sacuden los vinales
sonámbulos hechizos
de viejos reza-bailes.

Tu corazón nativo
levanta polvaredas,
para espantar las penas
del hambre y la miseria.

Sollozan los crespines,
como rogando al cielo.
Que nunca se arrodille
mi pueblo santiagueño.

Cuando lunece el río
besando salitrales,
mi pago es un espejo
de luchas ancestrales.

Changos color de viento,
sepultan las estrellas,
para mirar el alma
de nuestra Raza muerta.

El monte se esperanza,
pintando sus dolores,
aunque lo tumbe el hombre,
semillarán sus flores.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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