EL UNI/VERSO [Mi poema] Beverly Pérez Rego [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo
Cien mil, doscientas mil, más de un millón,
si empiezas a contarlas una a una
concluyes con un poco de fortuna
que estrellas allí existen un montón
que están enamoradas de la luna.
Pues puestas así están sin ton ni son
con cinta doble cara muy adheridas
cuidando al despegar no hagan heridas
a aquellos que las miran de rondón
y ven secando al sol que están tendidas.
Es algo que no admite explicación:
¿de qué sirve llenar el firmamento
con moles que están hechas de cemento
y puedan producir un desazón
soltando sobre el mundo su excremento?
Si un día alguna chispa se encendiera
y el cielo produjera una explosión
habría que encargar a un batallón
que al fuego lo apagara como fuera
cuidando no añadirle otro borrón.
No quiero ni pensar si el firmamento
un día en un momento se derrumba
cavando de improviso nuestra tumba.
Un trágico final para este cuento
que está loco de atar, y anda tarumba.
©donaciano bueno
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Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Beverly Pérez Rego
LYRIC SHAME
Yo que perdí la infancia de todos los idiomas
Yo que ahora tengo el pico encorvado
Yo que ahora vengo a desdecirme
Yo que he rehusado oficios y tareas
Yo que ofendí el hombro de Atenea
Yo que fui mascota de viles mentores
Yo que fui cría de nodrizas elementales
Yo que no puedo dormir si hay libros en el cuarto (ellos mienten)
Yo que no pude dormir después de escuchar la voz de Alejandra Plath
Herr Gawd, Herr Lucifah, yo que temí que no atendieran el llamado
Yo que estrené el vestido del ramaje putrefacto
Yo que hablé en señas con las amortajadas
Yo que sufro la persecución del metrónomo infernal
Yo que asumí medidas y pociones de piedra roja
Yo que quemé en la hoguera los libros de la grima
Yo que exijo el caos y el debido proceso
Yo que no fui expulsada de la república
Yo que he olvidado bibliotecas enteras una y otra vez, y luego otra vez
Yo que he perdido libros que nunca tuve
Yo que exijo la devolución de los libros que nunca tuve
Yo que no supe dar puntada cierta sin clavarme
Yo que fui humillada por todos los aguaceros a las cinco en punto
Yo que siempre tuve una caligrafía dudosa, en el mejor de los casos
Yo que me perdí en los andenes de mis sentidos y mis tinteros
Yo que al ausentarme brillo en ingrata presencia
Yo que viví en cuartos sin cerrojo
Yo que trepé a la percha de una arpía
Yo que nunca había leído a Ibarbourou ni a Gema Gavidia ni a Clara Sabater
(magistrales, muchas gracias, de nada, hasta siempre)
Yo que nunca supe desembarazarme
Yo que encerré las aves en mis costillas
Yo que fui incapaz de darles presa viva
Yo que supe de un poema inenarrable
Yo que escribí cartas a gatos abisinios
Yo que creí que mis madres eran eternas
Yo que ando abuhada y encarnecida
Yo que ahora tengo un pico de plata
Yo que ahora empuño un pico y una pala
Yo que soy explícita piedra dura qué locura
Yo que esculpí la tierra y su paisaje
Yo que ahora escupo guijarros y lentejas
Yo que malgasto la gracia y el aplomo
Yo que fui ahijada de un carcelero
Yo que supliqué ser desheredada
Yo que recibí en herencia la ciudad de Caracas
Hasta el día del juicio final riendo y llorándome de mí misma
Hasta el día del juicio final desigualándome de los Cadenas
Hasta el día del juicio final hilando y deshilándome del carrete
Hasta el día del juicio final evitándome a toda costa cuando me encuentro
Yo que vengo a hundir el pico en mi tierra talada
Yo que ahora vengo a desdecirme
Yo que ofendí el hombro de Atenea
Yo que ahora tengo el pico encorvado
Yo que perdí la infancia del idioma
Yo que nunca supe tensar el hilo
MIRROR WOMAN
What in the world have I stitched and patched?
Kim Sooja: A Mirror Woman
Cuando mueras,
quemaré
tu ropa,
tus pañuelos
y tus sábanas,
rasgaré tu máscara
de oxígeno,
y enviaré
tu espíritu
a las páginas
del Kuunmong.
¿Qué demonios
o ángeles
he cosido
y remendado?
¿A quién he
atado en
mis fardos?
Mi gusano
de seda
tiene
seis ojos
que vigilan
el cauce
de mi aguja
por lo que antes
fue tu cuerpo.
Sea breve la llama que nos une.
Sea finita nuestra distancia.
Que el orden que nos retiene
crezca en los filos de mi talón
hasta herir.
Es tanta la maldad del mundo,
tan imperdonables sus torpezas.
Seamos la excepción:
busquemos la belleza
del golpe certero,
la agonía justa,
la fluida música
de una voz que se apaga
por siempre.
No, no detengas el fin.
Por esta vez, seamos libres,
y en la muerte ansiada
los dos hallaremos
noches distintas.
De prisa: abres los ojos.
El vuelo concéntrico. El estricto descenso.
Alrededor nuestro, todo es muerte, y mis palabras se cierran sobre tu nuca.
Por desgracia, sé que no habrán de hacerte daño.
No existe otro día.
No hay más que mi obstinación:
la faz que persevera en el espejo,
la vejez,
los dedos grises que me oprimen.
Es mía la culpa.
Déjame morir un poco más.
Déjame caer por mi propio peso.
Libérame de ti,
carnero sagrado:
perseverancia, maestra,
cuerno pulido y curvo
en la frente.
Si pierdo el juicio
no es por tu causa.
Antes,
en la rama amarga del olivo.
en los profundos entornos
de ciertos abismos vegetales
que crecen raudos en tu pecho,
antes,
estuvo mi pérdida.
Ahora,
en el alivio de la derrota,
siento cómo todo se tiñe
con el verdor de tu deseo,
y ante tus pies se abre
la senda única
entre los bosques que sembramos.
Tu maldad, líquida,
vierte cristales entre mis dedos;
ya no queda ningún enemigo
por enterrar.
Me deja atrás.
Y la inteligencia,
perra noble,
es la única en seguirte
a casa.