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CUANDO GOCEN LOS PUEBLOS DE VOZ PROPIA [Mi poema]
Antonio Portillo Casado [Poeta sugerido]

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MI POEMA... de medio pelo

 

Cuando gocen los pueblos de voz propia
evitando otras voces les suplanten,
alardeen de su honor y se levanten
demostrando que no andan en la inopia.

Cuando logren zafarse de los ruidos
y la luz que ilumina se engrandezca,
y al calor de soflamas no perezca
ni a los lloros, ni a llantos y gemidos.

Cuando deje en los otros de apoyarse
y comprenda es el dueño su destino,
que es él mismo que andando va el camino
y si cae que habrá de levantarse.

Cuando todo esto ocurra, si es que llega
cada cual obtendrá lo que merece,
y aunque largo y difícil nos parece
gozará cual la flor cuando se riega.

Entretanto, si el hombre no lo impide,
recrear solo queda en los lamentos,
olvidando que estamos descontentos
a la espera sentados. Dios decide.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Antonio Portillo Casado

Flamea un suspiro

El agua llega, huye,
regala flores de sal,
parpadeos de algodón.
Trasiega la arena,
despeina algas.

El agua salpica lonas,
moja el mástil,
sumerge a la brisa.
Quiere la luz de tu piel
buscándote como una gaviota.
Te abraza en cubierta.
Flamea un suspiro.
(del poemario Luz donde la herrumbre)

Diente de León (poema de amor).

(A mi amada Pilar)

Importa la noche

cuando brilla el universo por las calles.
Importa el río, musita cantos íntimos.

Importa el sabor a menta
cuando me acribillas a besos y la luz del visillo
nos oculta.
Importa tejer mil formas
de amarte y que me amarres en tu bahía.
Importa el aire pero aún más,
el dulce soplo que esparce las semillas.
DIENTE DE LEÓN(c)

JUVENTUD

Ayer mismo sentí un viento pujante,
áspero, furioso y despiadado como un castigo.
Viento que súbitamente rola y se convierte
en una aplacible brisa,
en una sutil música que encandila corazones,
en una armonía de luz y bellos colores.
Sí, vuelve aquel viento de ayer…
Ese suspiro de vida inquieto que rozaba mi cara
y alborotaba mis cabellos vigorosos.
Ese céfiro áureo que hacía reír a las olas
cuando las besaba cerca de la arena y de las rocas.
Aire de aquellas horas cautivas que me embrujaban.
Aura clara que me introducían en la belleza.
Soplo arrebatado y certero que henchía mi blanca fuerza.
Viento que en ese tiempo me abrasaba el corazón.
Fresca brisa que mi alma enamoraba.
El aire. Mi aire, mi brisa…
…juntos…éramos…
vida, fuerza, fugacidad,
rebeldía, majestuosidad,
ensimismamiento, enamoramiento,
delicadeza, candidez y amistad a raudales.
Éramos héroes, ¡dioses!
Pasábamos y todo se volvía inmóvil,
los verdes paisajes, los floridos árboles,
los valles con agua joven y las blancas montañas.
¡Oh! aquellos tiempos de gozo y ansiada e infinita valentía.
¡Oh! aquellos tiempos de caricias y amores colmados.
¡Oh esas apasionadas cartas!
¡Oh esas lluvias de besos encendidos!
¡Oh esa principiante sexualidad,
plena de tiernos y amorosos pensamientos en lo que
reinábamos tu y yo, flor de mi vida!
¡Oh! esa brisa pura que la salada mar nos regalaba
y que enamoraba nuestros lozanos cuerpos.
Esa serena brisa que de coloridos pétalos nos cubría
y en una danza de amor nos sumergía.
Aquel aire cálido y celestial
que nos despertaba aquella hermosa mañana
de nuestra primicia de amor.
Aquel aire……su recuerdo,
una sonrisa en mi alma ha dibujado.
Aquel viento…mi corazón ha conmovido.
Aquella brisa, esa ferviente compañera
que sin darme cuenta, se me fue,
se me escapó…
(Poema del poemario Amanece copo a copo)

¡Nuestro Tánatos¡

Plúmbeo mar,
con olas de estaño te cubres
y tu mortandad nos descubres.
Gélido mar
sin alegres azules,
sin luces ni sonrisas,
sin veleros ni rumbos,
sin gaviotas ni peces,
sin estrellas ni corales,
sin piedad, corazón y ternura,
sin blanca espuma.
Cómplice mar
que no ríes,
entre tus grises dientes
viles cuchillos portas
con brillos de muerte.
Detestable mar,
Mar Nuestro,
voluntario homicida,
implacable verdugo
que remata
lo que la insolidaria
Europa, mata.
La Ilustrada Europa que no asila
y los Derechos del Hombre, liquida.
Tétrico mar,
Nuestro Mar Muerto,
¡nuestros Tánatos!,
con tus grises olas colmadas de muertos
en nuestra culpable arena,
próspera tierra de Hipnos,
tus mortales aguas depositas
de almas desilusionadas rebosantes,
de almas suplicantes,
de almas que ahora lloran
en nuestra sangrienta arena,
por nuestra ineludible condena.
(De SINGLADURAS. NOV 2016)

Vientos del Verso

Grito: ¡Universo,
dioses, tinieblas, hombre!

Pregunto:

¿Dónde están los poetas?

¿Adónde se marcharon?
¿En qué cielos transitan?
¿Conviven en el Monte Olimpo?
¿Fueron vencidos por la fama?
¿El oro enmudeció su pluma?
¿Expiraron de miedo?
¿Sienten oprobio?
¿Revolotean en el esperpento?
¿Pisan la realidad de la vida?

Por el camino
van cantando muchos juglares.

Los vates genuinos son antorchas desnudas,
critican la existencia
con el corazón y la mente.
Libres, vomitan la verdad
arrancando caretas.
Indómitos, revelan
la esencia que trasciende,
y la derraman,
en los vientos del verso.
(del poemario Vientos del Verso)

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MI POETA INVITADA:  Laura Giordani

ANAHATA

Inclinarse niña adentro [23º 17’]

Tu mano pajarito sin peso
—ese peso insoportable de lo limpio—
entre mis manos:
las ahueco hasta la inclinación
precisa
de nuestra infancia.

Mira cuánta sal en los dedos
por no haber dicho a tiempo lágrima.

Me miro en tus ojos-míos
mis ojos-tuyos:
agüita de charco recién llovido
menta arrancada del corazón.

Espacio y tiempo colapsan
en nuestro abrazo
—trapito tibio para tanta pérdida desde que dejé este patio.

Vengo desde nuestro futuro
a ahuyentar la nostalgia:
malsana arboleda floreciendo adentro
jilguero reseco que todavía canta

[Verás cómo respiran los eucaliptos del monte
sin miedo.

Niña que se quedó esperando
en un pliegue del miocardio:
no más pájaros muertos camino a la escuela
en tu garganta la extraña ave
que me des-cor-rompe
—molécula a molécula—
y agujerea con su vuelo este falso cielo.

Dame lo intacto
el barro primero
habla un lenguaje que no sea adquisición:
palabras-lepra-de-lo-vivido
ajena todavía a esta violencia
adulta de nombrar.

Canta la canción olvidada
su rosado definitivo
como cicatriz del vientre
o la marca de agua
en la fachada de la casa.

Tiempo de cerrar los ojos
tiempo de escribir con tus manos

—atorada de pájaros y pétalos—

decir:
estoy perdida
regreso con la afasia de los recién perdonados.

Ya no recuerdo cómo partir el Uno en pronombres.

Que las lágrimas hagan su trabajo

con las palabras enterradas
escribir será una súbita floración
en la rama calcinada
esa altura donde los árboles
lloran los incendios.

Quedarse allí
sustraída de la podredumbre
convenida.

Fracturar la senda de las palabras
extremar sus límites y resistencias:

no más diques púrpuras en el pulso
no más que estas manos rendidas.
Poemas de Manca terra

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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