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DonacianoBueno A UNA ENTELEQUIA Surrealista »

A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...

A UNA ENTELEQUIA [Mi poema]
Alejandro Bellido [Poeta sugerido]

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MI POEMA de medio pelo

Lo sé, no te conozco mas quisiera
saber algo de ti, de tus andanzas,
me digas si prodigas alabanzas
o tienes por costumbre pendenciera
quemar cual se hace al cerdo en las matanzas.

Que ignoro tu color e incluso el sexo,
si adoras algún Dios o si no rezas,
de dónde eres oriundo, tus destrezas
a la hora de abrazar o dar un beso
o acaso si eres reo de torpezas.

Incluso si eres sabio e ilustrado
o ignoras la O hacer con un canuto,
lanzando hacia la audiencia vas tu esputo
te mueves como pato mareado
o si eres de los brutos el más bruto.

Y dudo si hasta que eres entelequia,
la sombra que se esfuma de una llama,
el eco de la voz de una soflama,
el agua que se aburre en una acequia,
quizas una comedia, acaso un drama.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Alejandro Bellido

AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA LITERATURA

Sentado en la parada del bus veo de improviso
pasar un gran camión de un blanco reluciente
como un bello corcel de un elegante
caballero trotando por praderas
grises de duro asfalto.
Me fijo en que en el morro del vehículo
bajo la ventanilla hay unas letras
metálicas, enormes, en las que, rutilantes,
bajo un tórrido sol
de tarde de verano, dice: «GORDI».
Y me imagino al conductor un día en el taller
diciéndole a su amigo
que quiere sorprender a su parienta,
que son ya cinco años y no tiene
ningún detalle nunca y que ella
se lo merece todo, así
que ponle —me imagino que le dice—
en esta parte bien en grande, que se vea,
las letras que te he dicho,
que le quede bien claro a la gordita
que estoy loquito por sus huesos como
si fuese el primer día.
Y lo veo venir y me impresiona,
en esta carretera tan mediocre,
en un pueblo perdido de la mano de Dios,
en un camión, en cinco letras —no poco vulgares—
la palabra escrita
y el mismo amor que empujó a Dante
a escribirle a Beatrice la Divina Comedia.

A UNA ROLLER GIRL

A Elena y su temeraria patrulla de roller girls.

Desde un banco te veo, roller girl,
ahí con tus amigas,
cerca de una escalera ?como un acantilado?
que piensas descender.
No temes al peligro; estás riendo,
hablando de muchachos, de la noche de ayer
o no sé de qué cosas
sin dejar de moverte con tus rollers;
entonces retrocedes, te preparas
para bajar, y coges
algo de carrerilla, aceleras
y por el precipicio escalonado que
desemboca en la plaza desde la que te observo,
comienzas la bajada, asumes
todo riesgo portando una sonrisa:
eres joven.
Con los brazos en cruz y con los ojos
cerrados vas bajando, confiada,
y, sin que me dé cuenta, de repente,
ya has llegado a la plaza y enarbolas
de nuevo esa sonrisa gigantesca,
símbolo de una nueva victoria frente al mundo;
luego comienzas —los turistas
te miran sonrientes, contagiados—
a dar sobre tu propio eje vueltas
a modo de celebración
mientras tu pelo
—rizada selva roja desatada—
azota al viento con sus insolentes ascuas,
como si desafiaran la gravedad, la muerte
y las modulaciones de los astros
y todas esas leyes de la Naturaleza
que no te importan y que, para colmo,
desprecias.
Y, por eso, roller girl,
quiero anotar tu juventud aquí,
la maravilla de tu juventud girando,
y que siempre celebre en estos versos
cuando en las plazas dejes de girar como ahora
la belleza insolente de quien cree
que puede derrotar por fin al mundo.

TU CABELLO

Pienso en tu pelo rubio en esta tarde
y se me vienen cosas, asociaciones raras
que rápido me asaltan, e imagino
aquello que tuvieron que contemplar, absortos,
cuando avistaron tierra en pleno mediodía
los marineros españoles desde
esas tres carabelas: un incendio
de luz exuberante como hebras
doradas del cabello de la madre Gaia.
Y, entonces, me doy cuenta y una especie
de escalofrío extraño me recorre
al verme a mí en el rostro de esos aventureros
famélicos, sedientos, fatigados,
pensando que su mal por fin se acaba
y que ahí está la puerta para alcanzar sus sueños,
sin sospechar siquiera
que en esa selva luminosa y bella
se hallan agazapados
tras los impenetrables arbustos y palmeras
fieras desconocidas,
y unos rostros tostados
empuñando sus lanzas.

HERENCIA

A mis abuelos.
Tengo vuestras palabras en la boca.
Me sorprendo al decirlas
con naturalidad; nunca las busco,
vienen igual que un gesto
aprendido hace mucho
o mi respiración.
Y eso me gusta,
me gusta ver que hay algo de vosotros
que está dentro de mí,
y que respira,
y que mientras yo viva
no morirá.
También
que, de alguna manera, al pronunciarlas siento
que puedo convocaros junto a mí
y sentir, aunque leve,
vuestro abrazo.
De Música para tigres

MI POETA INVITADO: Joaquín Fernández

El porvenir abierto

El sepulcro vacío; todo ha dado
aquel que por nosotros ha venido,
que la Cruz, por salvarnos, ha sufrido
porque fue por el pueblo sentenciado.

Y vemos un Jesús resucitado;
ha vencido a la muerte el Elegido;
la gente ya no llora; ha sucedido
lo que el pueblo soñaba, lo esperado.

Y regala perdones sin medida;
un claro sol para una nueva vida;
un feliz caminar, una esperanza.

Un gracias al Señor que tanto ama
y el mundo sonriente que proclama
un universal canto de alabanza.

La cuaresma hoy

Detén tu laborar por un momento;
inclina tu cabeza y rememora,
cómo sintió Jesús llegar la hora
de su entrega total al sufrimiento.

Enciérrate a rezar en tu aposento
y piensa seriamente que es ahora
cuando el Señor, por una nueva aurora,
consiente en aceptar tanto tormento.

Comienza el desaliento y este día,
pongo a volar esa esperanza mía
de encontrar el hogar que se eterniza.

Y tengo que sufrir; yo no creía
que para orar mi corazón tendría
que tener en su frente la ceniza.

Comunión

Fue tan bello el momento, tan divino,
la oración tan intensa y el cariño
aflorando de dentro, como un niño
que confía inocente en su destino.

Y fue tan tierno el pan, tan dulce el vino,
que apenas me importó mi desaliño;
Él cambió mis andrajos por armiño
y mi torpe canción por suave trino.

Tuve tan cerca el son de los luceros,
fue tan clara la luz en los senderos,
tan sosegado el eco de los cielos.

Tan sólo me faltó borrar mi vida,
para ver a mi alma recibida
en donde tanto sueñan mis anhelos.

Aliar Ediciones

Autores en esta página

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

Artículos: 3006

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