A QUÉ TANTO PENSAR? [Mi poema]
Eduardo Embry [Poeta sugerido]

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MI POEMA… de medio pelo

 

Lo mío aquí es pensar como un poseso,
y a veces, cuando pienso, divagar,
pensar para dudar cuanto más pienso,
cuidando de evitar echarme incienso,
atento a que no pueda desvariar.

Pensar y si es posible razonar,
buscando yl aplicando algún consenso
que aclare y que me ayude a contrastar,
-opuesto a lo que dicen que es soñar-,
y al fin nota no dar con un suspenso.

Pues soy como una gota en ancho mar,
igual que en el granero es una mota
que ignora la razón de su penar,
consciente que esto tiene que acabar
por mucho que aquí suene a chirigota.

Suplico, hoy me he cansado de pensar,
le pido a mi cerebro que desista
y deje de una vez ya de incordiar.
Me atrevo aquí a invitarle a suicidar,
así puedan tildarle de egoísta.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Eduardo Embry

SOBRE CASAS VACÍAS

No hay casas vacías en estos montes,
que yo lo sepa,
sin un señor
iracundo que pasear;
no hay casas desarmadas sin visiones
de violines o de arpas refulgentes
que no recuerden
a sus ángeles guardianes;
desde una casa desocupada
es más eficaz y veloz el paisaje:
la ciudad
aprisionada entre bloques
disimula mejor sus tragedias,
privilegiada posición,
no hace temer sus levantes.
hay casas colmadas de cuadros,
de muchos árboles genealógicos
que nunca han tenido memoria
ni de un violín ni de un
piano con pata de elefante
una casa evacuada como la que sueño
inspira abrir ventanas,
un delgado hilo en el horizonte,
señores y señoras, salir por el aire
rojo, blanco y azul
de secretos rumores que hacen temblar.

A PLENA LUZ DEL SOL

En una ciudad que prohíbe
fijar la vista en los ojos de la gente,
este pícaro del diablo
comienza a trepar por las piernas
y trepaba con la forma cambiante
de una flor que ha perdido
su cronometría,
vine -me ha dicho galante-
para que este instante
se registre como un sueño,
como un perfume olvidado,
como un fuego desconocido,
(se me va el color de la cara),
me entrega un papelito-
(dice que en otros países
la gente puede mirarse a los ojos,
hacer señales con las cejas,
y que mirando, se enamoran a primera vista
del que pasa).

A una mujer dormida sobre una roca

La mujer que yo amo es una silla,
pensando en ella me he comprado
zapatos nuevos; el hombre
que la tiene es otra silla,
la mujer que a distancia me ignora,
en su cuerpo delgado tiene una carpintería
-eso es lo que me digo yo, pobrecito de mí-
en sus tabiques unidos con goma
se hallan ecos de martillos y serruchos
perdidos en un bosque que ignoro,
maderos y muebles de toda clase;
el hombre que la tiene en esta sala
donde se exhiben diversos muebles ,
es también una silla de malos modales,
está hecho de de materiales ordinarios,
de sus piernas salen locomotoras fugaces,
de sus dientes amarillos que nunca limpia,
salen rieles que unen ciudades principales
llenas de hollín oscuro que cubren todas las cosas,
hoy me he reunido con los vecinos
para reclamar tal infamia: les he hablado
de mis chifladuras, del impropio
enamoramiento de una delicada silla,
la mujer dormida que amo
me fascina más que el pez
que mira una silla, como el gato al ratón,
flotando en el agua;
¿qué haría uno para hacer feliz a una silla?
¿me pasaría toda la vida
tocándola con un dedo? pero el hombre
que la cuida cubre sus sueños
con una manta que tiene olor a comida fiambre;
yo la levantaría en
mis hombros: ‘despierta, mujer, despierta,
deja de ser una silla’
y de esta ruda manera rompería el encantamiento,
dejando en sus manos
mis zapatos nuevos.

Conozco bien este lugar

Conozco muy bien un lugar,
que cada vez que lo recuerdo
desaparece de los mapas,
de un chispazo deja de existir,
con él se borran los ríos,
sin los ríos, ese lugar secreto
que sin que nadie lo piense, del suelo me levanta,
deja existe, desaparece de la sed,
sin los ríos nadie llega a la mar,
por lo menos un vez
al año, se revientan guatapiques,
hombres y mujeres, no dejan de mover sus dedos,
la mecánica de Newton les anima,
todos se abrazan , duran siglos y siglos,
sólo de recordar esta cosas, nadie se muere,
sus montañas también desaparecen,
sin las montañas que bajan
trotando hacia mí, no corre ni una brisa,
cada vez que recuerdo este lugar,
sin que nadie lo quiera me levanto del suelo,
estando yo en el aire
se borran las deidades,
hasta los cerros más pequeños, dicen
‘me voy’, y no más, se van, ya se están yendo,
se deshacen como un puñado de azúcar
para endulzar la vida;
conozco muy bien este lugar,
cada vez que lo recuerdo
desaparece de los mapas,
de un chispazo deja de existir,
lo veo como un barco en miniatura,
ya sin héroes que lo defiendan,
dentro de una botella azul.

Gozos por mi dama

Todos hablemos muy bien
de esta dama que yo no tengo,
digamos sus gozos
cantando, bailando
en un pata; hagamos
una fiesta por fin en su vida
¿cuántos festejos se ha perdido
en esta tierra, su tierra tan sucia?
no hay estoria
que no comience
donde comienzan
sus piernas; no hubo
ángel que viniera a decirle
en algún episodio sagrado:
‘hola, dama de Eduardo
que Eduardo nunca ha tenido,
ahora vas a concebir
sin dolor a dos hijos:
un niña y un varoncito,
de paja no le hicimos pesebre
ni figuritas de yeso tiene su casa;
no vino nadie de reyes
con brillosos presentes, que
ni de oro fueron,
ni de plata, y así
celebramos tantas
vidas, bailando con las
manos en las caderas,
poco le damos al estilo,
con un pie hacia delante,
doy un brinco, pongo
el otro pie hacia atrás;
así pasamos la vida,
desafiando el invisible paso
que acorta distancia, terror de la doméstica
de cada día,
la ‘del tres y la del cuatro’.

Todo sobre mi madre

Quisiera ser quien no soy,
dar señal formidable, muestra
irrefutable de mi enorme poder,
acaso el temor del trueno ya enternecido
después de la luz,
para que todos sepan
que la muerte no es verdad,
pongo mis codos en las rodillas,
tomo la cabeza con mis dos manos,
me quedo quieto pensando
y pensando, así nace una mujer,
por primera vez veo a mi madre,
derecha, grande y gordita
una mujer que sale por primera vez
de su vientre: esta es la Juana Morales de
mi gran amor, dentro
de ese coloso de pura vida
la estoy mirando,
hueca, firme,
hecha de piedra de superior cantera
que viene rodando,
se oyen ruidos, palabras, cantos, risas,
gritos, como duro sueño que trae el río;
mucha gente que habla,
todo sobre mi madre, sus muebles,
sus roperos, de dos y tres cuerpos,
traídos a esta vida como un bazar
de tienda de segunda mano,
y seguirá trayendo todo sus encantos
al lecho de esta tierra:
hijos, hermanos, sobrinos, nietos;
hijos de tres generaciones, más que
estrellas en el cielo, todos alegres
y firmes de ser gente muy buena,
por eso, antes que ninguno haya nacido,
en medio de sus dolores, gente que canta, baila,
arma griterío, quién más, quién menos,
se creen con una misión pastoral en estas tierras;
a nacer, se ha dicho de una naranja
transparente, que sean todos distintos de
aquellos que por mandato nacen
de una disputada manzana,
de aquellos que enferman y mueren,
aquellos que no permitirán
que otros nazcan de una naranja;
quisieran enfermarnos a todos, cuando
salgan y vean la luz, quisieran matarnos,
en este día de viento y lluvia,
esperando afuera de un hospital
que no tiene puertas, simula apenas
unas ventanas,
caballeros de la cola colorada
ayudados quizá por nubes negras,
quizá mañana empujarán
a toda esta gente buena al mar,
las conducirán por precipicios;
pero mi madre, no vino
a este mundo para contemplar tanta lesera;
nacida ella misma de una naranja principal,
con la fuerza estrepitosa de un rayo,
una y otra vez, dentro de mí, dentro de ti,
dentro de los demás, esta Juana Morales
se abre en dos,
comienzo yo mismo a nacer,
a la vez que mi madre nace
derecha, grande y gordita.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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Era bella, tan bella que imponentesu imagen deslumbraba…
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