7999 IDIOMAS [Mi poema]
Ramón Emilio Jiménez [Poeta sugerido]
Ramón Emilio Jiménez [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
He leído, no sé si será cierto, ¿Ocho mil? Eso dicen, no lo creo. Yo hoy propongo que quede solo uno, Los demás formen parte del folklore, A más #idiomas más dificultad para comunicarse, o no? Share on X |
Actualmente existen 7999 idiomas en el mundo.
La proliferación de idiomas ha hecho que lo que en principio debiera ser una herramienta de comunicación sea utilizada por los políticos como una estrategia de diferenciación. ¿Hasta cuando es preciso que pase para que el hombre se entere y utilice el cerebro?
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Ramón Emilio Jiménez
El merengue
Lo dio como ella es la tierra abrasadora,
y como ella es pródigo de viril emoción:
naturalismo bárbaro de la aguda tambora
y acento democrático en el vivo acordeón.
Refuerza sus matices la güira turbadora,
el cachimbo lo embriaga de su lúbrico son,
y cruza la pareja, ondulante y reidora,
entre un cálido ambiente de tabaco y de ron.
Típica voz domina sobre los instrumentos,
es la letra del pueblo que teje movimientos
en las jóvenes carnes febriles de pasión.
En las cívicas lides surgió con la bandera,
y es férvido tributo a la criolla hechicera
que pone en el merengue su ardiente corazón.
El acordeón
Tiene actitudes de mujer coqueta
que va y viene en locura mientras canta,
y enciende el rostro con viveza tanta
como la del color en la paleta.
Tiene la ondulación del agua inquieta,
la dulce vibración de la garganta
y el estremecimiento de la planta
que el aire agita con fruición secreta.
No sólo canta, sino baila y goza,
toma de él la criolla buenamoza
la sal, la gracia, el ritmo, el lucimiento.
Su fuelle, semejante al de la fragua,
acrecienta en la falda y en la enagua
la fiebre tropical del movimiento.
EL ENCUENTRO DEL PERRO
Venía un perro por la vereda;
Yo iba solo, de él temí;
Miré una piedra que en ella había
Y en un impulso la recogí.
Pero el instinto que por mi vida
Vela impaciente como un guardián,
Miró hacia un lado pasar serena
La sombra triste del pobre can.
Hubiera sido villano gesto
Que haciendo burla del animal,
Le castigara con una piedra
Por el capricho de hacer el mal.
Nobleza –dije- pide nobleza,
Le castigara con una piedra
Y abandonando la piedra audaz,
Seguí, la mano llena de polvo
Y la conciencia llena de paz.
El güiro
Nadie te vio jamás en una fiesta
cuando pendiendo de una red vivías,
extraño a las salvajes armonías
con que llenan las aves la floresta.
Mas, cuando de tu vida nada resta,
perdidos tus verdores de otros días,
hueco y rayado, entonces desafías
con tu loco reír, desde la orquesta.
La muerte tiene extrañas aventuras,
después de muerto enciendes las locuras
de la sangre al calor de la emoción;
También como tu aliada la tambora
cabra otro tiempo, pero muerta ahora
y, sin embargo, henchida de canción.
La tambora
La popular tambora tiene en sí,
para mover el ánimo rural,
aliento incitador como el ají
y oculto ardor como el cañaveral.
Llena el rosario de horas el ‘cumbí’,
alegría de sábado brutal,
desde el anochecer, todo rubí,
hasta el amanecer, todo coral.
Exaltación de la caprina raza,
amor bajo la rígida coraza
y espuela del revólver y del ‘mocho’.
La tambora provoca aquel ‘derriengue’
que después de una noche de merengue
demanda buena hamaca y buen sancocho.
El chivo
Hecho al amor y al goce primitivo
señor armado, jefe de un chiquero,
ágil, audaz, nervioso, jacarero
en su harem maloliente, tal el chivo.
Dijérase Epicuro redivivo;
gasta barbas sin aire de severo,
y pasa, entre sus cabras prisionero,
por tenorio cuadrúpedo y altivo.
Y cuando libre de su vida fuerte
de sátiro, cautivo de la muerte
se rinde al matarife en negra hora;
Sigue ruidoso, aún más que si viviera,
animando la fiesta callejera
en el parche viril de la tambora.
Himno a las madres
Son para cantarte, madre generosa
pálidas las voces, débil la expresión
no ha dado la tierra vida más heroica:
no eres criatura, eres creación.
El sol en tus ojos, repartido el orbe,
en las dos mitades de tu pecho en flor;
la miel de tus labios que la dicha absorbe,
la tierra en tus brazos, el cielo en tu amor.
En tus heroísmos has sacrificado,
para que nos baje del cielo la luz,
tu amoroso pecho divino, elevado,
en tus mismos abrazos abiertos en cruz.
Eres la piadosa sombra en el camino
por donde viajamos de la dicha en pos,
lucero en la noche de nuestro destino,
puente de esperanzas entre el mundo y Dios.
Feliz eres, labriego
Feliz eres,(labriego), le dije esta mañana,porque cuando amanece primero entra el sol, por entre las rendijas de tu choza de cana, que por la blanca puerta del altivo señor.
Y si de noche,mientras descansas en el lecho, impiadosa la lluvia te moja alguna vez, puedes mirar en cambio por entre el duro techo, alguna estrella amiga que te besa en los pies.
Descalzo vas hollando la tierra, mas caminas satisfecho y sonriente de saber con amor, que si al hombre descalzo lo hiere alguna espina, también es perfumado cuando pisa una flor.