AMIGO EN LA DISTANCIA [Mi poema]
Miguel Ángel Zapata [Poeta sugerido]
Miguel Ángel Zapata [Poeta sugerido]
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MI POEMA …de medio pelo |
Amigo, la distancia es la prisión No intentes ahacarle a la razón Los hechos no son más que lo que son No hay pomada que cure a esa traición Eficaz hacer caso a la oración |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Miguel Ángel Zapata
Uno se cansa de estar solo
Uno se cansa de estar solo delirando
con su ventana en medio de la calle,
entre la nieve que arrastra
su blancor por los callejones olvidados.
Uno se cansa de salir a buscar la
misma mujer con el cabello
largo hasta los pies.
Tal vez en eso consista el arte de la soledad:
escribir repetidas veces la isla con su cielo lila
y la esbeltez del faro que derrama su luz sobre
nuestro cabello alborotado.
Tal vez sea sólo eso: una brújula sin memoria
para el tiempo que vendrá.
La vela del cuervo
Nadie sabe por qué la ciudad esconde el lenguaje
oscuro de las aves y los muertos.
El cuervo permanece callado, no quiere abrir la
bisagra y dejar salir su luz por la rendija de una
bocacalle.
Más allá del sueño de los cipreses está la sombra de
una manzana verde, la puerta que nos lleva a la
felicidad.
Dicen que la soledad nos llega con la lluvia, y que
la arena de las playas sube como un viejo reloj
hacia las torres derrumbadas.
El vino le habla al fuego, tu perro te mira escribir y
presiente las nubes que lo distraen en el jardín.
El sonido de una nube es como una campanada de
agua.
Nadie sabe por qué la puerta sigue cerrada, y los
pájaros no han vuelto a suceder.
Sólo hay una ventana, y desde ahí se ve a una mujer
con su deslumbrante cabellera trotando sobre un
caballo blanco.
La lluvia siempre sube
¿Hasta dónde me alcanzará esta lluvia?
César Vallejo
Ahora comprendo porque la lluvia
siempre sube por el corredor del cielo
para encontrarte.
Hoy quiero salir a caminar y volver
cuando sea necesario.
¿Por qué siempre hay que volver?
¿Por qué no esperar a que la lluvia se
suspenda como una acróbata en el malecón
para que nosotros podamos contarle nuestras
perlas al mar?
¿Y cuando la lluvia suba, por qué no retornar
a la casa que te espera?
Y allá arriba pareciera que todo ha muerto,
hasta el faro de la playa que te llama
con la neblina de la noche.
Abajo los perros soñolientos beben agua de
las calles, y los cuervos solitarios acampan
temerosos en la pradera de la playa.
Mi casa está sola: su luz amarilla se niega
a desaparecer en el pasillo.
El cielo que me escribe
Cielo blanco sin polvo ni memoria. Cielo que limpia la visión del ave clavada sobre la arena. Cielo de algas y peñas en el moho: aire de ninguna flor, brisa de ningún árbol donde no se escribe el poema ni el diario de la muerte. Cielo mío que calla a tiempo el sonido del ave sobre la arena. Cielo mío que no escribe su visión por el ave ni la arena, sino por el moho y el alga que verdea el espejo ya disuelto.
Jorge Luis Borges
A Elvira Sureda Montaner
Yo he quemado en mi lámpara el sándalo
de tu haz de palabras
Otra mañana tiembla
en tus manos
Tendidos de rodillas los violines
rezan sus incensarios
Jadeantes lejanías
se disputan
el aduar de un ocaso
La caravana lanza un ebrio lazo
horizonte de hierro
que derriba de bruces las ciudades
y en el prado relinchan los luceros