A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
YO NO ME AFERRO [Mi poema]
Mahfúd Massis [Poeta sugerido]
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MI POEMA... de medio pelo |
Pues yo a las tradiciones no me aferro, Que nadie elige el sitio en que se nace Se sabe que hace un tiempo nací yo Que gracias solo debes de ofrecer Hacer y deshacer nunca contemplo, |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Mahfúd Massis
PENÚLTIMO CARTEL
¡Soy el Miserable que se ahogó en la poesía!
Pude ser capitán, degollador de escualos,
pero sólo fui cabeza de perro
en la necrópolis de la Gran Ciudad.
Observo mi hígado derretido
mis
poemas
en las letrinas,
en cuyo pórtico me espera una mula negra.
Las putas
y los alguaciles de rígida cabeza
me preguntan quién soy.
En las espaldas
cargo un huevo infinito, una
pierna quebrada,
un piano que gime en la inalcanzable profundidad.
Lloro, entonces,
por la tarea perdida,
por la sangre coagulada lentamente,
por este poema que escribo sin rencor, sin tener otra cosa que hacer,
en circunstancias –como dicen los periodistas–
que sólo quisiera tenderme junto al mar,
esperar que suba la marea
y estirar
los dedos
como un tornillo
sin fin.
Testamentos sobre la piedra, 1971.
EPITAFIO AL CONDE DE LAUTRÉAMONT
PASAJERO:
golpea esta cabeza,
este pecho en que se secó el tabaco.
Tuerce mi brazo
que azotó el fosforescente rostro divino.
Exalté la gangrena, al sapo nocturno,
al escudo de anchoas pectorales sobre las rocas
Fui al conde tieso,
oscuro, original como una momia.
Evanescente y cándido, busqué una boca
vieja, un corazón de pescado, cierto paraguas
negro en la noche.
………………………..Todavía
escucho
…………..el tranco quebrado
del demonio:
ISIDORE, ISIDORE, ¿POR QUÉ ME HABEÍS DESAMPARADO?
OTRO TRAJE
ESTE traje de perro que llevo,
traje de malhechor
muerto hace siglos en esta tierrra,
y en que los huvos del tiempo dejan su madra trompa,
quiere erguirse como soldado, ir a la sierra
donde mataron al Comandante.
Pero
!qué piernas cansadas! ! Si llevo
tres mil años metido en esta pirámide, podrido, glacial,
y América, qué América, exigiendo, siempre exigiendo
machos terribles, y no
un animal cansado como yo, angélico, lúbrico, ensimismado,
haciendo versos huevones que nadie lee,
que ni yo mismo leo,
por que aprendí a escribir sin haber leído el libro del mundo.
Madre,
vuélveme
a parir
de nuevo,
Tírame al barro,
quiero ser un soldado saliendo de una casa vacía,
lejos de los poetas,
o de las putas con alas de mariposa,
o
por último
déjame en Bolivia, aunque me corten los dedos
con los que intento escribir
esta canción
de loco
derrotado.
PERRONUESTRO
PERRONUESTRO que estás en los cielos,
petrificado sea tu nombre,
caiga sobre nos el tu reino,
hágase tu voluntad sobre la tierra, debajo del cielo.
El pan negro de cada día arrójanoslo hoy
y perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros asesinamos a nuestros deudores;
húndenos en la tentación, más libranos del animal.
Amén.
INSURRECCION
El Hombre
!qué solo!
y Dios no tiene cojones. !Dios
ya no rompe nada!
Tiene
una papa en la boca: está mudo. Y te puedes
moriri llorando. !Pero
estás solo!
Si no te rascas
con la propia
mano
entumecida,
si no hechas el corazón y dices: «Carajo,
soy un hombre», y entregas
a tu hermano un fémur,
un fusil,
un cuchillo para asaltar juntos el cuartel mas cercano;
si te dejas
llevar de la jeta por los bulevares
como un ángel con los huevos cortados,
no pretendas
ser distinto
a este mono caliente
colgado de su jaula en el invierno de la vida,
y que observa
con el cráneo aplastado,
cómo desciende la lluvia, cómo
cae el maní sobre su rostro de pordiosero,
esperando
que nazca
de él un día
el HOMBRE que tú
miserablemente traicionas.
CARTA A LUKÓ DESDE EL ASERRADERO
AMOR mío, mientras duermes sola, solitaria en puerto Aysén,
fumo este oscuro tabaco a tu memoria,
mordiendo mi pipa, como si fuera el dedo de Dios,
aterido, colgado del charqui de la lengua.
El mundo tiene una joroba lejos de ti,
y todo me miran
como locos estorninos,
como el endemoniado en medio de la tormenta.
Lejos de tí !qué cielo de ratones!
!Que año sin enero, qué ángel sin leña en la edad fría!
Y si pregunto a los transeúntes por tus ojos claros,
escucho solo el trueno de la soledad, el toro negro.
Soy entonces un estropajo que mira la luna,
un ave
que desciende sobre tu rostro
o simplemente
un cuervo arrugado, como este firmamento con cara de viejo,
detenido en el ocaso como una flor podrida
y que mueve su paleta en el garbanzo quemado.
De «testamentos sobre la piedra» del año 1971.