VIEJA CHIMENEA CASTELLANA [Mi poema] Teresa Shaw [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
La chimenea está deshabitada, Cual ropa ya no cuelgan los perniles Por no quedar, no queda ni una brizna Tanto es así que hoy esta chimenea Cocina castellana, que orgullosa En dónde queda aquella #chimenea con su leña, su fogón, la badila...? Share on X |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Teresa Shaw
Supongamos el estallido
Supongamos el estallido
un instante de pura luz
un punto denso de materia
el aluvión de mercurio y azufre
La dilatación del tiempo
antes del primer segundo
Infinitos manzanos
en una sola semilla parda
Supongamos la Tierra y los océanos
la vida desnuda y sin propósito
La naturaleza entera abriendo los ojos
cuando la amorosa criatura despierta
Y supongamos aún que en el silencio de la noche
nadie lo advirtiera
Pero escucha
los suaves cascos del verano
descienden ya por el jardín
¿Recuerdas?
¿Recuerdas?
Rescatar el testimonio
de la que murió con el vestido de otra,
abolir el tiempo,
la locuacidad de las palabras.
¿No estaban ya aquí las encinas,
no eran las garzas, garzas,
la laguna, laguna, antes que lenguaje y frontera?
Las palabras te esconden,
disimulan.
El pasado, fijado para siempre,
te desconoce.
Donde perdimos las palabras
echamos raíces.
El pez
El pez.
Su ser desposeído
escamas, arena, fondo de agua.
Pero no de la vida
–come con avidez,
cae en el anzuelo–
sino del tiempo.
Desposeído ojo,
labio, redondez:
Encarnado ahí
oculto en el universo.
Ahora que he muerto
Ahora que he muerto,
tejeré una corona
de ramos y colgaré
una guirnalda
en cada puerta de la casa. Más
tarde lavaré mi cuerpo,
el frágil lazo de la lluvia
hilándose en el cuello.
Y como el tiempo es nada,
correré del brazo de los días,
el pelo suelto,
libre de dulzuras, desasida anda. Así,
llegaré a todas partes. Ahora que he
muerto,
rueda bajo la mesa,
negro como una uva, mi corazón.
ABIGAIL
De pronto comprendió:
Aquel jardín era una trampa,
la tierra toda estaba seca.
Dormía junto al calor que dan los hijos, mas en cuanto oyó la voz
supo que emprender el camino era salirse de él. Amanecía
y en la telliz del cielo entrevió
la piel de nuestra condición.
En silencio, a espaldas de su marido,
se dispuso a cargar
los doscientos panes
con los dos cueros de vino
y todo lo demás: las ovejas,
la harina, las uvas, los higos.
Descendía por la cara oculta del monte.
Un viento repentino elevó todas aquellas cosas semejantes a una diminuta humareda
de hojas, plumas, cintas
para reflejarlas en el agua.
Levantó su rostro y vio cómo flotaban
sobre su cabeza desnuda.
VUELO
Miré por la ventana
la maqueta de las casas, los sembrados, el silencio que entrañan
los bordes de un mundo trazado. Acaso un fragmento
girando en el espacio, el extremo innecesario.
Aún distingo un último verdor, las lentas corrientes,
los cuerpos tocando el agua. Tal vez nosotros, culpables
en una tierra que nos fue negada.
Y la gloria de los bosques que vimos arder
en algún lugar, allá abajo.
De Nicolás Guillén a Rafael Alberti entregándole un jamón (soneto)
Este chancho en jamón, casi ternera
anca descomunal, a verte vino
y a darte su romántico tocino
gloria de frigorífico y salmuera.
Quiera Dios, quiera Dios, quiera Dios, quiera
Dios, Rafael, que no nos falte el vino,
pues para lubricar el intestino,
cuando hay jamón, el vino es de primera.
Mas si el vino faltara y el porcino
manjar comerlo en seco urgente fuera,
adelante, comámoslo sin vino
que en una situación tan lastimera,
como dijo un filósofo indochino,
aun sin vino, el jamón es de primera.