A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
LA JUSTICIA, A HACER PUÑETAS [Mi poema]
Antonio de Solís y Rivadeneyra [Poeta sugerido]
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MI POEMA...de medio pelo |
Comprendo. La justicia, ese es un tema y lo ancho para mí. Si está muy crudo Pues yo creo en la ley y en la justicia Mas me he de confesar, no chupo el dedo, Que a cuestas con sus filias y sus fobias Mas vayan preparándose los jueces Habremos de observar si en estas grietas |
*Los fiscales y los jueces, y desde hace un tiempo, también los secretarios judiciales, se ponen las puñetas en sus togas a partir del momento en que ascienden a la categoría segunda, esto es, la que convierte a los jueces en magistrados y a los fiscales en el equivalente.
Las redes sociales son la herramienta para la convocatoria y agitación de las turbas decididas a saltarse la ley , si la consideran injusta, por su cuenta. Si nadie lo remedia presiento se avecina la vuelta al patíbulo.
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Antonio de Solís y Rivadeneyra
A la muerte de Montalbán
Joven, de la parca atroz
el golpe airado y violento
pudo extinguirte el aliento,
mas no usurparte la voz;
que de la fama veloz
el bronce la ha repetido,
y halla en el bronce el oído,
cuando a los vientos la fía,
no sé qué dulce armonía
que dura más que el sonido.
Viene abril y, ¿qué hace? En dos razones
viste a un rosal de hojas que ha tejido
y luego toma y dice: «Este vestido
tiene ojales; pues démosle botones.»
Dáselos, y los rompen a empujones
las hormillas, que el tiempo ha colorido,
ascuas hoy, que la púrpura ha encendido
de los que eran ayer verdes carbones.
Nace la rosa pues y, apenas deja
el botón, cuando un lodo la salpica,
un viento la sacude, otro la acosa,
ájala un lindo, huélela una vieja
y al fin viene a parar a la botica;
si esto es ser rosa, el diablo sea rosa.
A una dama
Que me tuviste amor has confesado
cuando ya me condenas a tu olvido;
no me mataras, no, de aborrecido,
dejárasme morir de enamorado.
Haber perdido el bien después de hallado,
es peor que no haberle conseguido;
no es infeliz quien dicha no ha tenido,
sólo aquel que la pierde es desdichado.
¡Oh, nunca yo supiera que me amaste!
Pues juzga mi temor, o mi fineza,
que tu mudanza es culpa de mi dicha.
bien conozco de ti que te mudaste;
pero no sé culpar a tu firmeza,
como tengo más cerca a mi desdicha.
Soneto
Amar a dos, y a entrambas con fineza,
amor es, y el amor más entendido;
que más firme será contra el olvido,
si en dos bases estriba su firmeza.
Niñas, si me cortáis pieza por pieza,
hay para entrambas; y pues siempre ha sido
señal de sujeción darse a partido,
partidme, y no quebradme la cabeza.
Amor y odio, ya en el campo estrecho
del corazón batallas han tenido
juntos en él, aunque entre sí distantes.
Pues si a un tiempo tal vez dentro del pecho
dos efectos contrarios han cabido,
¿por qué no han de caber dos semejantes?
MI POETA INVITADO: Xavier Rodríguez Ruera
ESPIRAL
Viajo melancólico
por un país en que son
de arena las columnas,
y en que los pájaros,
tiznadas sus alas por el vuelo,
regresan cada tarde a casa
cabizbajos, con un periódico
gris doblado bajo el ala.
Los niños despiertos
chapotean en los charcos
con sus botas de agua.
Los más afortunados
recogen moras en las zarzas,
o ven al caracol cruzar
la hoja con el lento
cabeceo de los barcos,
dejando tras de sí estelas de plata.
Sobran entonces motivos
parar pensar
que la pared que nos separa
de la infancia es frágil
como la página que la escritura
recorre en espiral.
MERCURIO
La constitución del poema.
Por qué nace, y si es imprescindible
que lo haga. Qué momento
de incertidumbre describe,
en qué momento del tiempo
se coloca, como puerta
que marcara el límite
entre la noche que acaba
y el alba que comienza.
Brillan aún en la pupila
de la ciudad puntas de luz,
ventanas o farolas, hospitales
donde una mujer sola
se mesa los cabellos,
o un hombre solo
hunde su rostro entre las manos.
Lejanos puntos rojos
que indican la frontera
donde termina el parque
y da comienzo el bosque.
Antenas como lejanos faros
iluminados que parpadean.
Autobuses que arrastran
a un solo viajero que dormita
con la cabeza apoyada en el cristal,
algún trueno lejano como piedra
rompiéndose
Un diminuto pájaro
hiende el aire
buscando
las negras cerezas
que crecen suspendidas
sobre charcos de azogue.
Las últimas cerezas.
LOS BOSQUES DE ENERO
Al niño y al muchacho que fui, que soy.
Muchacho que asustado
aún está. Te veo todavía
construyendo ciudades.
Te comprendo. No ha resultad
sencillo encontrarte.
Quise perderme con el viento.
Abrí ventanas imposibles
de cerrar cuando más tarde.
En cada rostro, un hogar
donde creí poder permanecer,
quedarme.
El frío dentro. El fuego
afuera. La soledad.
Hoy he venido y te he hallado
íntimo, aquí, conversando
con los obreros que transportan
palabras.
Hoy quiero decirte
que puedes descansar.
Traigo piedras, cristales,
maderas puras que he recogido
para ti en los bosques de enero.
La Fea Burguesía Ediciones