MI POETA SUGERIDO: Tania Anaid Ramos-Azula

He llorado mares

Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Oliverio Girondo

He llorado mares
y me han nacido peces en los ojos…
temblorosos, salados,
acordonados, impetuosos en su caída.

He llorado horizontal y verticalmente
y me he derramado,
asediada por el miedo,
como lloran los delfines.

He llorado ferozmente
y mis ventanas son piélagos
por donde no transita el sol.

Y si algún remanente de sombra
quedó desatendido,
y se piensa la vida
que no ha sido suficiente,
sé que en cada trozo
y en cada aguacero itinerante
he saldado todos sus caprichos.

Esta es mi casa nublada

Esta es mi casa nublada,
en donde no se pueden,
en donde no se deben
censurar las palabras;
aquí tímidamente la belleza cobra sentido
del otro lado de la mirada.
Este es el centro de mi incertidumbre,
el estático proscenio de una melodía cansada,
congelada en los márgenes de un día dormido,
taciturna, temerosa, atrapada.

Debajo de tu piel

Debajo de tu piel
un pozo,
un acantilado
una ermita empujando el vacío,
un ruiseñor desbocado,
desangrado, fugado…
un discurso helado, roto
apalabrando el rocío.

Debajo de mi piel
una locura ilesa,
un cascabel,
un beso anocheciendo
sobre la cama irreverente,
un te amo tirando del pecho,
mordiendo el aire, el frío.

Entre tu piel y la mía
un verso,
una aliteración descalza,
una frisa imaginada,
una cascada,
un paseo en la calle,
una fogata
y un azul gris maremoto
redefiniendo el abismo.

No conoce

No conoce
la silueta revestida entre nubes
que le piensa,
ni la cabeza que construye discursos
azules, grises y otra vez azules en el aire.

No se da cuenta
que la moneda gastada de sol al vacío
ha quemado su terraplén entre llanto.

He visto morir tantas palabras
en la alberca,
de frente al amor,
las he enterrado,
sudando de ausencia.

He dejado que el cuerpo acompañe
en el aire el zumbido de un viejo estío
entre peces y latidos…
igual que una agitada grieta en el agua
o el trazo de un pez dibujado en el aire
que no llora.

No conoce
la colmena que atiborra el sonido de la luz
en el cuerpo
ni cómo se abre paso,
laberíntico y azul gris,
el silencio que le piensa.

La noche

La noche adviene,
sacude su negrura,
su grito molar en tu boca
amarrada entre caídas horas
delincuente en fuga
arrebatada de verso
transitorio
frágil, entre dientes,
sacude su rota vestidura.

Tú… escribes mi verso en tu boca
sacudes las horas abiertas
el candil, los dientes, la fuga,
el lunar ausente, la caricia rota…
desarmas la sílaba, la mascullas,
imaginada, frágil entre versos,
osamenta de la noche, grito de estrellas
aniquilando el verso detrás de tu aliento
para dejar en el aire
la casa, la sílaba, el verso, tu escritura… la boca.
Azulapoeta