YO ADORO A DIOS [Mi poema] Lucía Estrada [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Yo adoro a Dios sobre todas las cosas, Y digo amar, en vez de decir quiero No deseo te ofendas si te digo Mas quisiera hoy postrarme frente a ti, No sé si tu sabrás lo que uno siente Rendido ya ante tanta incertidumbre |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Lucía Estrada
POESÍA
Nos envuelven lenguajes
como sombras,
como alfabetos muertos.
Pero sin advertencia
aparece el poema
sin más palabras que la vida
y sus pequeñas cosas.
En nosotros subyace,
agita sus alas la poesía
como bajo los sauces
la libélula.
Un estremecimiento
la revela.
REVELACIONES
Una a una
las visiones se apoderan del cuarto
y avanzan
para herirte los ojos.
La noche y sus jardines
han querido refugiarse
en la palabra
que troza tu lengua;
la belleza
en ese nuevo rostro
que no reflejarán nunca
los espejos.
Estas formas
han perdido tu antigua forma.
No te perteneces,
ni perteneces a nadie.
El poeta sólo existe
en el poema.
Remedios varo
Alguien desciende una escalera,
cruza un puente,
abre una ventana.
Laberinto vegetal que recorre mi sangre.
Viento,
sueño inclinado de las doncellas
que hilan el rostro de sus amantes.
Y el mío,
una sinfonía de seres abiertos,
de sustancias a punto de reventar.
Reina de copas,
mi reflejo en el escudo blanco
de la noche.
Quien busca en el libro
se sumerge en lo imposible
en la belleza de ir
tras un animal que ha muerto
del que sólo
permanece su sombra
el que encuentra
nada encuentra
salvo el fantasma de lo que fue
antes de que se iniciara la búsqueda.
Cosima wagner
Ofreceré mis ojos
al paso de la yegua nocturna,
ofreceré mi fiebre,
al arco de la medianoche;
porque tú estás al fondo,
porque es tu imagen
la que se oculta bajo el yelmo.
Una danza mortal
en el vientre blanco
de los sonidos que se cruzan.
Somos ángeles enraizados
allí donde nadie sueña.
La casa está vacía
y el oído.
Puedes entrar a galope
en el reino de los timbales
y las flautas.
Puedo morir
para que la música
siga en ascenso.
Es costumbre
voy a verla bajo el puente de Java
Su cuerpo
ya es como el cristal
y su rostro amargo como el color
de las ortigas
Largas horas de buscarla
-de buscarme en ella-
me han hecho paciente
Hay un reflejo de flores abatidas
en el agua que la cubre
Soy su memoria más cercana
por eso no la abandono
La ahogada es el filo
de mi propia muerte.
Voy por la ciudad desierta
En sus rincones,
no hay movimiento que recuerde
la dilatada respiración de otros días.
Ni siquiera el aire trae noticia de sus muertos.
Camino siguiendo la secreta orilla de las cosas
y en ellas me reconozco, en el polvo que las cubre como queriendo protegerlas de su propio destino.
Pienso en los hombres que a esta hora se sumergen tibiamente en el sueño. ¿A qué incierto mar se entregan?
¿Qué viento conduce sus barcos? ¿A qué puerto los empuja?
Oscuro es el instante en el que mi memoria intenta un diálogo fantasma reflejado en la piedra,
en la vigilia de los desheredados.
Larga y silenciosa,
como la muerte que no dicen estas calles.