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SIRIMIRI [Mi poema]
Carlos Alcorta [Poeta sugerido]

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MI POEMA ...de medio pelo

 

Campando va a sus anchas la conciencia,
se encuentra entre nosotros los humanos,
se escapa entre los dedos de las manos
haciéndose notar por su impaciencia
con tirios y troyanos.

Que es fina y es delgada en apariencia
tan fluida como el agua de la fuente,
pues suele presumir de transparente
dejándose notar por su insistencia
haciéndose presente.

Y es suave, sigilosa y sibilina
cual si ella aquí existir no pretendiera,
se encoge como un gato en la gatera
tratando de ocultar que ella es felina
así no pareciera.

Se invoca más que a dios pues que en la vida
es piedra y es pedal y es referente,
pues suele ella venir rauda de frente
y siempre aquí se da la bienvenido
pues sirve de aliciente.
©donaciano bueno

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MI POETA sugerido: Carlos Alcorta

LECTURA DEL INCENDIO

En diciembre pasado un incendio destruyó la casa y la biblioteca del poeta en la capital mexicana, y su salud se ha deteriorado desde entonces, aunque no se conocen informes detallados de sus afecciones.
DE UN SUELTO PERIODÍSTICO

Crespones ondulantes, inservibles
páginas tachadas que el viento arrastra
hasta el confín del mundo, alambradas
disuasorias que cercan con cemento
y olvido el horizonte de los sueños.
¿ Qué juez puede dictaminar la furia,
el ensañamiento voraz
de las llamas?, ¿ qué venganza alimenta
el fuego inextinguible, su constancia
felina?,¿ qué dios blasfemo aconseja
golpearse en el pecho,
cristiana resignación frente al orden ficticio
de la ceniza, frente a la mudable
naturaleza del humo? Supongo
que no reconoceréis, amigos verdaderos,
mi rostro. He envejecido de repente.
Ahora soy tan sólo ese intruso achacoso
que camina a tientas por los pasillos
carbonizados de su casa.
Carezco de biografía,
de historia propia que me justifique.
He perdido el pasado, mi lugar en el mundo.
Sólo la dignidad de los recuerdos
retrasa la llegada de la muerte,
que ya no temo,
pero, ¿ dónde los míos?
Sin su amparo quedamos a merced
de la locura, de los hambrientos perros
que rastrean incansables indicios
de vida, recientes heridas, manchas
de sangre, el agrio sabor de la nada.

Llegan rumores hasta mis oídos
sobre mi indumentaria, sobre mi cotidiana
falta de aseo. El propio Juan Ramón,
a quien hace ya años que no frecuento,
se burla públicamente
de mi atuendo raído y mal oliente,
de mis humildes versos con sabor
a sopa de ajo. Y no descarto
que algún otro colega de este precario oficio,
en días venideros, hable mal de mí o invente
anécdotas apócrifas
e irreverentes para divertir
a sus acólitos o me calumnie
con burdas patrañas. Es ley de vida
y ya he perdido la fe en la bondad
natural de los hombres.
No es compasión lo que pido. Detesto
que la misericordia se regale
como vulgar bisutería,
pero creo que, aunque tan sólo sea
por mi avanzada edad,
tengo derecho,
como cualquier persona,
a vivir en paz, a ser respetado.
Porque jamás empleé ni un minuto
de mi tiempo en menospreciar al prójimo,
consentid que me juzguen
los lectores futuros. Mientras tanto
reservadme un pedazo
de esta infecunda tierra castellana
en la que malvivo y envejezco
donde puedan mis restos reposar ya insensibles
al odio, a la traición, a la venganza
que torva e infatigable se avecina.

VOGELFREI

The aim is to walk tall
in the sun.
R. S. THOMAS

Acantilados, playas, musgo y pájaros
congregados en grandes robledales,
cielos despejados o negras nubes
encelando montañas, astros, ramas.
Cierro los ojos para examinarme
en el esplendor de la oscuridad,
en las desnudas formas y en sus ecos,
en la velada luz de mi naturaleza.

Desconcertado por las discrepancias
con mi yo que procura la experiencia
buscaba sin saberlo este lugar
ajeno a mi pasado para saber de mí,
ungido por las aguas de un bautismo apremiante,
con un corazón de cristal latiendo
en el pecho ahora fortalecido
por los ingredientes de una oración
oportuna, moteada igual que la guerrera
de un cazador disciplinado.

Ahora éste es mi mundo. Éste mi tiempo,
igual y diferente en sus repeticiones,
y por eso despunta, sin temor al comienzo,
en un tallo cualquiera la razón
de ser que rastreaba con insistencia
en el desorden del asfalto y el sueño,
y vuelo, no con alas cercenadas
por una voluntad inconsistente,
dentro de mí, en la jaula que construyo
con el acero de mis convicciones,
libre, sin lastre alguno, sobre el día
naciente, en busca del temblor que crece
bajo la novedad de la costumbre.

NUBES EN EL CIELO DE PARMA

A Fabio Pusterla

El sol alumbra intenso en lo más alto
desde un espacio breve entre dos nubes
y como una hoja seca desprendida
de un árbol moribundo, se apelmaza
su luz en el lecho caliginoso
del mediodía. Vuelan las palomas
cerca de los antiguos palacios demolidos,
diseminando sombras sobre el friso
de las ventanas rotas. Fugazmente
se reflejan sobre las frías aguas
que fluyen bajo el puente sus brillantes
alas extendidas, el cuerpo frágil.
Su aleteo disoluto y bullicioso
congrega las miradas de la gente
que pasea o descansa en los bancos de mármol.
Recostado en el esplendor mullido
de la creciente hierba los ojos, fijos
en un punto provisional del cielo,
se abisman en un interior fungoso
que empequeñece el alma y, a la vez, la convoca.
Escuchas las palabras de los otros
cerca de ti, su tono de voz ensimismado
y protector, desmigas en tu mente
ese nervio invisible que al mundo te sujeta,
vacías la memoria, porque no es el deseo
lo que lúcido inspira el ademán
definitivo sobre el blando césped,
sino la plenitud del ser completo
y ese orden natural que ahora entiendes.

EL TEJO

Apenas sobresalen de entre la hierba
sin cortar incipientes hojas verdes
puntiagudas, osadas, defensivas.
Despacio asciende hacia la luz el tronco
joven, enraizado en el terraplén
desprotegido que, orientado al norte,
circunda la casa. Parece inerte
y sin embargo, en su interior palpita
la savia sin edad de lo perfecto.

Quien lo plantó ya no es el mismo de antes.
Es otro quien lo observa vertical,
sujeta la mirada a ese inflexible
mástil que desafía año tras año
el constante vigor de las tormentas
y el penetrante sol de los veranos.

Hacia la tierra, hacia la interminable
noche crecen, igual que la nostalgia
sus morosas raíces en silencio.

Nuevas voces escucha en derredor.
No son las del pasado, pero vuelve
a su ser la constancia de un origen
remoto: bebedizo que promete firmeza,
filtro amargo para la soldadesca
y el más visible, símbolo de un pueblo
del que sólo hablan ya manuales inservibles.

En mí vivirá más que otras imágenes.
Pero, ¿recordará su hosca corteza
el tacto apasionado de las manos
que lo plantaron?, ¿permanecerá
su fiel envergadura como un faro
iluminando el mar de los sentidos
en mi ausencia o sin más, desguarnecido
por talas crueles, defenderá solo
su verdad, ese aire sin tiempo, previo
a todo, que circunda su pureza?

PUENTE DE LA PIEDAD

Testimonio del tiempo, ya es el tiempo.
CÉSAR SIMÓN

Su actual emplazamiento manifiesta
aún más su modesta envergadura.

Construido acaso para salvar corvas
hendiduras o lánguidos arroyos,
une ahora invisibles muros de aire,
vertientes del vacío, mudos rastros
de luz desorientada y de silencio
insomne. Blancos números ordenan
la posición exacta de junturas
y masa como fechas en una vieja lápida
que lacra los despojos tumefactos
de un cadáver sin nombre. Agridulces
bayas de acebo crecen junto al cauce,
protegidas por sombras momentáneas.
Yo las miro irritado, viendo en ellas
a intrusos que saquean los recuerdos
a plena luz del día, recobrando
ese espacio enviciado que cobija
su mayestática impostura.

Nada dicen las piedras de este puente,
aunque hacia mí se vuelva mientras paso
la cimbra fantasmal que inalterable
sustenta su equilibrio como un ángel
de la guarda previene del pecado.
Jamás quien fui exploró esa eventualidad.
Todo es falso. Extrañado, mira al frente
su único ojo buscándose en el cielo
del futuro, y ve sólo su soledad creciente.

De Corriente Subterránea (2003) Editorial Renacimiento

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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