MADRE, YO NO QUIERO IR [Mi poema]
Luz María Jiménez Faro [Poeta sugerido]

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MI POEMA… de medio pelo

 

Donde descansan los muertos
madre yo no quiero ir;
si un día me he de morir
que me entierren donde hay huertos,
junto a puerros, cebollinos,
donde crecen los pepinos
y a las plantas se alimenta,
allí donde se sustenta
la vida en distintas formas
donde se guardan las normas
y en ellas todos conviven
sin guerras que les motiven,
ignorando son distintos,
anacardos o jacintos,
y que allí los perdedores,
brillando van por su ausencia,
se respeta la presencia
de bichos y de roedores,
reverdecen los amores
sin caretas ni disfraz.
No quiero misas ni rezos,
ni ruidos de plañideras
prefiero que me pusieras
a la sombra de unos brezos.
Que quiero morirme en paz
y lucir como las flores.
sus perfumes y colores
tal cual soy, sin antifaz.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Luz María Jiménez Faro

Ángeles barrocos

Bajo la nervaduras y los arcos
ángeles puros en racimos ebrios
con sus risas de lirios nos deslumbran.
Sobre su piel la pátina del tiempo
difumina los ópalos dormidos
prolongando los oros en su hondura.
En las columnas dóricas se apoyan,
roban sus alas las policromías
para fraguar azahares en el aire.
Con encajes de luz hieren las sombras
y del perfume de los incensarios
tejen guirnaldas de rosas de humo.
Se desmayan los bucles en las frentes
mientras, locos, estallan su alegría
contra la frigidez austera de los mármoles.
De «Amados ángeles» 1997

Cita con mis poetas

Oblicuamente noche llegas
a sacudir la fiebre que recorre
el azulado horóscopo que anudo.
Abro las manos torpe
y cuento mis diez dedos
que como diez cuchillos afilados
apuñalan lo oscuro.
Y yo,
y tú,
nosotros y vosotros,
los que amamos la voz y la palabra
al margen del insomnio,
descifraremos el ajedrez de espejos
para después, a plena luz, reconocernos.

Inédito en libro

Derribado el crepúsculo se alza…

Derribado el crepúsculo se alza
el hueco de tu frente en el ensueño
por el ámbito oscuro de la alcoba.
Tu perfil transfundido se dibuja
en la pared de cal, y dulcemente
en su blancor se unen nuestras sombras.
No hay derrota en el gesto: soplo somos
compañeros de viaje hacia un poema
fugitivos anclados en un verso.
De «Sé que vivo» 1984

Echa a volar, gaviota de mi puerto…

Echa a volar, gaviota de mi puerto,
por las rotas arterias de mis olas,
y en las blancas estelas de mis pechos
dibújame tu sombra en la distancia.
Allí, donde parece que se estrellan
mi inquieta espuma y tu batir de alas,
allí será el encuentro todo fuego,
allí.
bajo la sombra de la luna helada.
Echa a volar, gaviota de mi puerto,
sin mirar hacia atrás: ve a tu bandada
y derrama mi sangre por el viento.
De «Sé que vivo» 1984

El ángel de la muerte

Usted y yo tenemos una cita.
Se que jamás se retrasó en la hora.
Tal vez pueda darme algo ti tiempo
para mirar mi vida.
¿Podré volver la vista hasta mi patio?
Allí la madreselva era alegría
su aroma resbalaba por los sueños
de mi sangre crecida.
Será muy puntual. Siempre lo ha sido.
Usted perdonará si me entretengo
y acaricio mis libros con ternura.
Comprenda usted ¡son tantas horas juntos!
que así, partir, tan fríamente,
no me parece bien. Se quedan solos…
Quiero que sepa que sé que ha de venir
para llevarme con usted
y créame si digo que estoy lista.
He tratado de aprovecha mi tiempo:
Amar, Vivir. Vivir y amar.
No puede imaginarse el equipaje
Que llevo en la memoria…
Usted ¡que culpa tiene!
Sólo es usted el ángel de la muerte
Y usted y yo tenemos una cita.
De «Amados ángeles» 1997

En un salón de La Habana

Hay mujeres que empapadas en ron
hacen memoria de las cosas perdidas.
La lumbre de sus cuerpos,
el tibio don donde la fruta canta
y se desborda el júbilo,
es un manjar del trópico
para bocas de ortiga.
Mujeres dulces de trago desmedido.
Mujeres de voz clara y de resaca.
Color mulato de música habitado
y caderas ciñéndose al sonido.
Vosotras,
puro habano: humo que exhala
la Caridad del Cobre
os entregáis a Yemayá Olokun
para que nunca os falte
el pan de cada día.
Vosotras,
luz del Caribe, flor de la guayaba,
jineteras de luna sin pecado.
Aquí dejo memoria de vosotras.
De «Mujer sin alcuza» 2005

La memoria es sólo un espejismo

Granos de arena. Travesía del polvo.
Piélago rendido a la distancia.
Vaharada de tiempo que sofoca
la ráfaga encendida.
Fiebre sedienta y ávida.
La memoria es sólo un espejismo.
No remuevas la arena.
De «Mujer sin alcuza» 2005

Mujer sin alcuza

Esta mujer no avanza por la acera
de esta ciudad.
Esta mujer va por un campo yerto.
(Dámaso Alonso)

La mujer deja la alcuza sobre su soledad.
Observa
la ciudad nocturna con sus negras pupilas
donde habitan, furiosos, sólo pájaros ciegos.
Mira las luces de neón, su colorido
de acompasado parpadeo y respira
el turbio aroma de las calles flageladas de lluvia.
La mujer ha doblado su chal. De pie, junto al espejo
se coloca su nuevo vestuario de colores. Con sus manos
espectrales pone flores y plumas en su triste cabeza
carcomida de horas. Lentamente, en su rito, completa
su disfraz con guantes y zapatos de Dra. Queen.
No oye, no habla, no se ríe.
Desprende un viento frío de orfandades
y un hálito de flores derrotadas.
Esta mujer, viajera de lo inmóvil,
Jamás descansa en estación alguna.
Puede tardar, más llega a su destino,
a su espacio de tránsito, puntual y sedienta.
La mujer prepara su maleta:
para este nuevo viaje nada puede olvidar.
Como joyas maléficas va guardando cuidadosamente,
la coca, el éxtasis, el sida, la heroína.
Un nuevo álbum de fotos y una lista.
Esta mujer de paso leve y actitud sombría
irá hacia la noche
y entre una multitud ebria de luces y de sombras,
ebria de música, cumplirá cual verdugo su destino.
De «Mujer sin alcuza» 2005

Para contar cualquier historia vieja…

Hoy mi playa se viste de amargura
Porque tu barca tiene que partir
A buscar otros mares de locura…

Para contar cualquier historia vieja. Para que el tiempo
reconozca que sangre, o grito, o verso es vida. Para decir
tu nombre y no caer en un proyecto de monotonía. Para
que las flores de Baudelaire encuentren esa capacidad de
asombro y abrir al hombre a una memoria compartida.
Para que las palabras que evitan desangrarse pierdan esa
solemnidad de pompas de jabón. Para que este dolor de
piedra y ala que se alza desde el pecho hasta la luna encuentre
la cicatriz precisa. Para que este miedo con percusión oscura
de campanas se seque al sol. Para que esto y aquello no se nos
vuelva añicos, debemos usar algo la locura.
Detesto a las abejas desde niña porque jamás poseerán
Los mares.
De «Bolero» 1993

Un ángel pasa

Rosas con las en el aire mudas..
Latido sin latido de la sangre.
Relámpago de pura luz sin trueno.
Música que, sin notas, acompaña.
La voz amada sin rumos alguno.
Hay un silencio pleno de alegría…
Y es que ha pasado un ángel.
De «Amados ángeles» 1997

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Gabriel Celaya

España en Marcha

Nosotros somos quien somos.
¡Basta de Historia y de cuentos!
¡Allá los muertos!
Que entierren como
Dios manda a sus muertos.

Ni vivimos del pasado,
ni damos cuerda al recuerdo.
Somos, turbia y fresca,
un agua que atropella
sus comienzos.

Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible
de un corazón
no resuelto.

Somos bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
que aún nunca logró
mostrarse puro,
entero y verdadero.

De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos
golpe a golpe
y muerto a muerto.

¡A la calle! que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que,
pues vivimos,
anunciamos algo nuevo.

No reniego de mi origen
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido,
los factores de un comienzo.

Españoles con futuro
y españoles que, por serlo,
aunque encarnan lo pasado
no pueden darlo por bueno.

Recuerdo nuestros errores
con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España,
vuelvo a arrancarte del sueño.

Vuelvo a decirte quién eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa
y a empezar por lo que empiezo.

No quiero justificarte
como haría un leguleyo,
Quisiera ser un poeta y
escribir tu primer verso.

España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte,
con amor te deletreo.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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