»ALFONSINA STORNI [Mi poema]
Mis Maestros [Poeta sugerido]
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Alfonsina Storni. Esta poeta argentina nacida en 1892 en Suiza es uno de los íconos de la literatura posmodernista. Con una infancia difícil y con carencias y luego una vida con recurrentes enfermedades, su poesía está impregnada de lucha, audacia, amor y una reivindicación del género femenino. Algunos de sus poemas a resaltar son: ¡Adiós!, Alma desnuda, La caricia perdida, Razones y paisajes de amor, Queja, Tu dulzura, Dolor y Frente al mar.
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DOS PALABRASEsta noche al oído me has dicho dos palabras Dos palabras tan dulces que la luna que andaba Tan dulces dos palabras Tan dulces y tan bellas |
BIEN PUDIERA SERPudiera ser que todo lo que en verso he sentido Dicen que en los solares de mi gente, medido A veces a mi madre apuntaron antojos Y todo eso mordiente, vencido, mutilado |
VOY A DORMIRDientes de flores, cofia de rocío, Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. Déjame sola: oyes romper los brotes… para que olvides… Gracias. Ah, un encargo: |
GOLONDRINASLas dulces mensajeras de la tristeza son… ¡Las dulces golondrinas que en invierno se van Cada vez que las veo siento un frío sutil… ¡Oh! ¡Pobres golondrinas que se van a buscar ¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid! Sostenedme en las alas… Sostenedme y cruzad ¿Sabéis cómo se viaja hasta el país del sol?… ¡Llevadme, golondrinas! ¡Llevadme! ¡No temáis! ¿No sabéis, golondrinas errantes, no sabéis, ¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid! ¡Venid! ¡Llevadme pronto a correr el albur!… |
VIAJEHoy me mira la luna Es la misma de anoche, Pero es otra, que nunca Tiemblo como las luces Tiemblo como en los ojos Tiemblo como en las carnes ¡Oh! la luna ha movido ¡Oh! la luna me ha dicho «Muerte, amor y misterio…» Sobre las carnes muertas Alma —gato nocturno— Va por los cielos largos Va por los cielos largos |
BUENOS AIRESBuenos Aires es un hombre (Gigante que está sentado En sus dos ojos, mosaicos Bajo sus pies, todavía Por eso cuando los nervios Choca este soplo que sube Entonces sus duras manos Sorda esta lucha por dentro Pero tras ellos, velados, Como de mujer encinta Mira que tiene en la boca Ponle muy cerca el oído: |
A UNA ROSAGrata flor que te destacas CUADRADOS Y ÁNGULOSCasas enfiladas, casas enfiladas, |
TENTACIÓNAfuera llueve; cae pesadamente el agua |
Animal cansadoQuiero un amor feroz de garra y diente |
TÚ, QUE NUNCA SERÁSSábado fue, y capricho el beso dado, No es que crea, no creo, si inclinado Yo soy esa mujer que vive alerta, y más se encrespa mientras corre y poda. |
RAZONES Y PAISAJES DEL AMORBaja del cielo la endiablada punta La sangre de hombre que en la herida apunta En su vano aguardar de la respuesta Vientos negros, detrás de los cristales II Rosas y lirios ves en el espino; Plantas la testa en el azul divino Miras el horizonte y tu mirada Muda la mano que te alzaba en vuelo, III Ya te hundes, sol; mis aguas se coloran Ya en opacas orillas se avizoran Pellejo muerto, el sol, se tumba al cabo Mano huesosa apaga los luceros: |
TU DULZURACamino lentamente por la senda de acacias, Genio bueno: este día conmigo te congracias, Es que anoche tus manos, en mis manos de fuego, Tan frescas que en la limpia madrugada de Estío |
Alma desnudaSoy un alma desnuda en estos versos, |
EL SUEÑOYo vi dos soles rojos dominando el espacio Las dos pupilas rojas como rosas del cielo Después, como un crujido de nudos que se quiebran… Más tarde una sonata más dulce que la miel; Y después manos blancas desparramando rosas Y después la mañana que llega a los cristales PARÁSITOSJamás pensé que Dios tuviera alguna forma. |
LETANÍAS DE LA TIERRA MUERTALlegará un día en que la raza humana Y el viejo sol en el espacio sea Llegará un día en que el enfriado mundo Una gran sombra rodeará la esfera La tierra muerta, como un ojo ciego, Pero en la sombra, a tientas, solitaria, Sola, con sus criaturas preferidas (Madre que marcha aún con el veneno Ni una ciudad de pie… Ruinas y escombros Desde allí arriba, negra la montaña Acaso el mar no será más que un duro Y así, angustiado en su dureza, a solas Y pasará los años en acecho Y allá, donde la tierra se le aduna, Y ya nada tendrá más que el deseo, En vano querrá el bloque mover bocas Oír sobre ellas el horrendo grito Ya nada quedará; de polo a polo Voluptuosas moradas de latinos Oscuras cuevas de los esquimales Y negros, y amarillos y cobrizos, Se mirarán entonces bajo tierra De las manos tomados, la redonda Y gemirán en coro de lamentos: ?La tierra era un jardín lleno de rosas ?Se recostaban sobre ríos unas, ?Entre ellas se tendían finos rieles, ?Y florecía el campo, y todo era ?Y en vez de comprender, puñal en mano Calumniábanse entre ellas las mujeres ?Íbamos todos contra el que era bueno ?Y ahora, blancos huesos, la redonda ?Y de la humana, nuestra llamarada, Pero quién sabe si una estatua muda Y así, surcando por las sombras, sea El último refugio de la forma Y que, aplastada por su sutileza, Y alguna dulce, cariñosa estrella, ¿Quién es esa mujer que así se atreve, Y la amará por celestial instinto Y acaso un día, por piedad sin nombre La luz de un sol que viaje pasajero Y le insinúe: Oh fatigada esfera: ?Absórbeme un instante: soy el alma ¡Cómo se moverán bajo la tierra ¡Cómo pujando hacia la luz divina Mas será en vano que los muertos ojos ¡En vano! ¡En vano!… ¡Demasiado espesas Amontonados todos y vencidos, Y al llamado del astro pasajero, |
INDOLENCIAA pesar de mí misma te amo; eres tan vano Y me dicta el deseo, tenebroso y pagano, ?¿Salomé rediviva? ?Son más pobres mis gestos. Pues no pierde su línea por una fiesta griega |
ESTA TARDE…Ahora quiero amar algo lejano… Y quiero amarlo ahora. Está la tarde Siento un vago rumor… Toda la tierra Pero |
SILENCIOUn día estaré muerta, blanca como la nieve, Un día estaré muerta, fría como la piedra, Un día habré logrado el sueño vespertino, Un día habré dormido con un sueño tan largo Un día estaré sola, como está la montaña Será una tarde llena de dulzuras celestes, La primavera, rosa, como un labio de infante, La primavera rosa me pondrá en las mejillas La primavera dulce, la que me puso rosas La primavera dulce que me enseñara a amarte, ¡Oh la tarde postrera que imagino yo muerta ¡Oh la tarde como esos silencios de laguna ¡Oh la tarde embriagada de armonía perfecta: La muerte justiciera que nos lleva al olvido Y caerá en mis pupilas una luz bienhechora, Una luz tamizada que bajando del cielo Una luz tamizada que ha de cubrirme toda Una luz que en el alma musitará despacio: Y que ha de deshacerme en calma lenta y suma Oh, silencio, silencio… esta tarde es la tarde Oh, silencio, silencio… en torno de mi cama Oh silencio, silencio que tus besos sin ecos Oh silencio, silencio que la tarde se alarga Oh silencio, silencio que se callan las aves, Oh silencio, silencio que una estrella ha caído Oh silencio, silencio que la noche se allega Oh silencio, silencio… que el Silencio me toca Oh silencio, silencio… que la calma destilan |
Alma muerta
Piedras enormes, rojo sol y el polvo
alzado en nubes sobre tierra seca…
El sol al irse musitó al oído:
el alma tienes para nunca muerta.
Moviéndose serpientes a mi lado
hasta mi boca alzaron la cabeza.
El cielo gris, la piedra, repetían:
el alma tienes para nunca muerta.
Picos de buitre se sintieron luego
junto a mis plantas remover la tierra;
voces del llano repitió la tarde:
el alma tienes para nunca muerta.
Oh sol fecundo, tierra enardecida,
cielo estrellado, mar enorme, selva,
entraos por mi alma, sacudidla.
Duerme esta pobre que parece muerta.
Ah, que tus ojos se despierten, alma,
y hallen el mundo como cosa nueva…
Ah, que tus ojos se despierten, alma,
alma que duermes con olor a muerta…
Humildad
Yo he sido aquella que paseó orgullosa
El oro falso de unas cuantas rimas
Sobre su espalda, y se creyó gloriosa,
De cosechas opimas.
Ten paciencia, mujer que eres oscura:
Algún día, la Forma Destructora
Que todo lo devora,
Borrará mi figura.
Se bajará a mis libros, ya amarillos,
Y alzándola en sus dedos, los carrillos
Ligeramente inflados, con un modo
De gran señor a quien lo aburre todo,
De un cansado soplido
Me aventará al olvido.
Peso ancestral
Tú me dijiste: no lloró mi padre;
Tú me dijiste: no lloró mi abuelo;
No han llorado los hombres de mi raza,
Eran de acero.
Así diciendo te brotó una lágrima
Y me cayó en la boca… más veneno:
Yo no he bebido nunca en otro vaso
Así pequeño.
Débil mujer, pobre mujer que entiende,
Dolor de siglos conocí al beberlo:
Oh, el alma mía soportar no puede
Todo su peso.
Versos a la tristeza de Buenos Aires
Tristes calles derechas, agrisadas e iguales,
Por donde asoma, a veces, un pedazo de cielo,
Sus fachadas oscuras y el asfalto del suelo
Me apagaron los tibios sueños primaverales.
Cuánto vagué por ellas, distraída, empapada
En el vaho grisáceo, lento, que las decora.
De su monotonía mi alma padece ahora.
—¡Alfonsina!— No llames. Ya no respondo a nada.
Si en una de tus casas, Buenos Aires, me muero
Viendo en días de otoño tu ciclo prisionero
No me será sorpresa la lápida pesada.
Que entre tus calles rectas, untadas de su río
Apagado, brumoso, desolante y sombrío,
Cuando vagué por ellas, ya estaba yo enterrada.
¿Qué diría?
¿Qué diría la gente, recortada y vacía,
Si en un día fortuito, por ultrafantasía,
Me tiñera el cabello de plateado y violeta,
Usara peplo griego, cambiara la peineta
Por cintillo de flores: miosotis o jazmines,
Cantara por las calles al compás de violines,
O dijera mis versos recorriendo las plazas,
Libertado mi gusto de vulgares mordazas?
¿Irían a mirarme cubriendo las aceras?
¿Me quemarían como quemaron hechiceras?
¿Campanas tocarían para llamar a misa?
En verdad que pensarlo me da un poco de risa.
Hombre pequeñito
Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
Suelta a tu canario que quiere volar…
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
Déjame saltar.
Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
Hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes,
Ni me entenderás.
Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
Ábreme la jaula que quiero escapar;
Hombre pequeñito, te amé media hora,
No me pidas más.
Bien pudiera ser
Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
No fuera más que aquello que nunca pudo ser,
No fuera más que algo vedado y reprimido
De familia en familia, de mujer en mujer.
Dicen que en los solares de mi gente, medido
Estaba todo aquello que se debía hacer…
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
De mi casa materna… Ah, bien pudiera ser…
A veces a mi madre apuntaron antojos
De liberarse, pero se le subió a los ojos
Una honda amargura, y en la sombra lloró.
Y todo eso mordiente, vencido, mutilado
Todo eso que se hallaba en su alma encerrado,
Pienso que sin quererlo lo he libertado yo.
Dolor
Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
como una romana, para concordar
con las grandes olas, y las rocas muertas
y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos
y la boca muda, dejarme llevar;
ver cómo se rompen las olas azules
contra los granitos y no parpadear;
ver cómo las aves rapaces se comen
los peces pequeños y no despertar;
pensar que pudieran las frágiles barcas
hundirse en las aguas y no suspirar;
ver que se adelanta, la garganta al aire,
el hombre más bello, no desear amar…
Perder la mirada, distraídamente,
perderla y que nunca la vuelva a encontrar:
y, figura erguida, entre cielo y playa,
sentirme el olvido perenne del mar.
Paz
Vamos hacia los árboles… el sueño
Se hará en nosotros por virtud celeste.
Vamos hacia los árboles; la noche
Nos será blanda, la tristeza leve.
Vamos hacia los árboles, el alma
Adormecida de perfume agreste.
Pero calla, no hables, sé piadoso;
No despiertes los pájaros que duermen.
Tú, que nunca serás
Sábado fue, y capricho el beso dado,
capricho de varón, audaz y fino,
mas fue dulce el capricho masculino
a este mi corazón, lobezno alado.
No es que crea, no creo, si inclinado
sobre mis manos te sentí divino,
y me embriagué. Comprendo que este vino
no es para mí, mas juega y rueda el dado.
Yo soy esa mujer que vive alerta,
tú el tremendo varón que se despierta
en un torrente que se ensancha en río,
y más se encrespa mientras corre y poda.
Ah, me resisto, más me tiene toda,
tú, que nunca serás del todo mío.
LO INACABABLE
No tienes tú la culpa si en tus manos
mi amor se deshojó como una rosa:
Vendrá la primavera y habrá flores…
El tronco seco dará nuevas hojas.
Las lágrimas vertidas se harán perlas
de un collar nuevo; romperá la sombra
un sol precioso que dará a las venas
la savia fresca, loca y bullidora.
Tú seguirás tu ruta; yo la mía
y ambos, libertos, como mariposas
perderemos el polen de las alas
y hallaremos más polen en la flora.
Las palabras se secan como ríos
y los besos se secan como rosas,
pero por cada muerte siete vidas
buscan los labios demandando aurora.
Mas… ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!
¡Y toda primavera que se esboza
es un cadáver más que adquiere vida
y es un capullo más que se deshoja!
CONVERSACIÓN
Dios te perdone al fin tanta tortura:
bien que a tu mano la movió el despecho
y daga fina hundísteme en el pecho,
que no te sea la existencia dura.
Que una vez más conozca la amargura
importa poco; el corazón deshecho
aprende más con su impiedad. Bien hecho;
gracias, amigo, que esto me depura.
Iba teniendo una sospecha vaga
de que la llama del placer se apaga
poquito a poco en el camino humano.
Temblaba acaso por su leve abrigo,
pero inquietud me ahorras, buen amigo,
que de un golpe la ciegas con tu mano.
UN DÍA
Andas por esos mundos como yo; no me digas
que no existes, existes, nos hemos de encontrar;
no nos conoceremos, disfrazados y torpes
por los caminos echaremos a andar.
No nos conoceremos, distantes uno de otro
sentirás mis suspiros y te oiré suspirar.
¿Dónde estará la boca, la boca que suspira?
Diremos, el camino volviendo a desandar.
Quizá nos encontremos frente a frente algún día,
quizá nuestros disfraces nos logremos quitar.
Y ahora me pregunto… cuando ocurra, si ocurre,
¿sabré yo de suspiros, sabrás tú suspirar?
SÁBADO
Me levanté temprano y anduve descalza
por los corredores: bajé a los jardines
y besé las plantas
absorbí los vahos limpios de la tierra,
tirada en la grama;
me bañé en la fuente que verdes achiras
circundan. Más tarde, mojados de agua
peiné mis cabellos. Perfumé las manos
con zumo oloroso de diamelas. Garzas
quisquillosas, finas,
De mi falda hurtaron doradas migajas.
Luego puse traje de clarín más leve
que la misma gasa.
De un salto ligero llevé hasta el vestíbulo
mi sillón de paja.
Fijos en la verja mis ojos quedaron,
fijos en la verja.
El reloj me dijo: diez de la mañana.
Adentro un sonido de loza y cristales:
comedor en sombra; manos que aprestaban
manteles.
Afuera, sol como no he visto
sobre el mármol blanco de la escalinata.
Fijos en la verja siguieron mis ojos,
fijos. Te esperaba.
¡ADIÓS!
Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!
Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán…
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!
¡Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!
¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!
¡Corazón… silencia!… ¡Cúbrete de llagas!…
-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!…
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!
¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más!…
LA DULCE VISIÓN
¿Dónde estará lo que persigo ciega?
—Jardines encantados, mundos de oro—
Todo lo que me cerca es incoloro.
Hay otra vida. Allí, ¿cómo se llega?
Un perfume divino el alma anega:
olor de estrellas, un rosado coro
de Dianas fugitivas; el esporo
viviente aún de la delicia griega.
¿Dónde estará ese mundo que persigo?
El sueño voluptuoso va conmigo
y me ciñen las rosas de su brazo.
Y mientras danzo sobre el césped fino
fuera del alma acecha mi destino
y la Gran Cazadora mueve el lazo.
A MADONA
Aquí a tus pies lanzada, pecadora,
contra tu tierra azul, mi cara oscura,
tú, virgen entre ejércitos de palmas
que no encanecen como los humanos.
No me atrevo a mirar tus ojos puros
ni a tocarte la mano milagrosa;
miro hacia atrás y un río de lujurias
me ladra contra tí, sin Culpa Alzada.
Una pequeña rama verdecida
en tu orla pongo con humilde intento
de pecar menos, por tu fina gracia,
ya que vivir cortada de tu sombra
posible no me fue, que me cegaste
cuando nacida con tus hierros bravos.
Soy
Soy suave y triste si idolatro,
puedo bajar el cielo hasta mi mano cuando
El alma de otro al alma mía enredo.
Plumón alguno no hallarás más blando.
Ninguna como yo las manos besa,
Ni se acurruca tanto en un ensueño,
Ni cupo en otro cuerpo, así pequeño,
Un alma humana de mayor terneza.
Muero sobre los ojos, si los siento
Como pájaros vivos, un momento,
Aletear bajo mis dedos blancos.
Sé la frase que encanta y que comprende
Y sé callar cuando la luna asciende
Enorme y roja sobre los barrancos.
DUERME TRANQUILO
Dijiste la palabra que enamora
a mis oídos. Ya olvidaste. Bueno.
Duerme tranquilo. Debe estar sereno
y hermoso el rostro tuyo a toda hora.
Cuando encanta la boca seductora
debe ser fresca, su decir ameno;
para tu oficio de amador no es bueno
el rostro ardido del que mucho llora.
Te reclaman destinos más gloriosos
que el de llevar, entre los negros pozos
de las ojeras, la mirada en duelo.
¡Cubre de bellas víctimas el suelo!
más daño al mundo hizo la espada fatua
de algún bárbaro rey y tiene estatua.
LA INQUIETUD DEL ROSAL
El rosal en su inquieto modo de florecer
va quemando la savia que alimenta su ser.
¡Fijaos en las rosas que caen del rosal:
Tantas son que la planta morirá de este mal!
El rosal no es adulto y su vida impaciente
se consume al dar flores precipitadamente.
SOY ESA FLOR
Tu vida es un gran río, va caudalosamente.
A su orilla, invisible, yo broto dulcemente.
Soy esa flor perdida entre juncos y achiras
que piadoso alimentas, pero acaso ni miras.
Cuando creces, me arrastras y me muero en tu seno;
cuando secas, me muero poco a poco en el cieno;
pero de nuevo vuelvo a brotar dulcemente
cuando en los días bellos vas caudalosamente.
Soy esa flor perdida que brota en tus riberas
humilde y silenciosa todas las primaveras.
Voy a dormirDientes de flores, cofia de rocío, LA CARICIA PERDIDASe me va de los dedos la caricia sin causa, Pude amar esta noche con piedad infinita, Si en los ojos te besan esta noche, viajero, Si no ves esa mano, ni esa boca que besa, |
FRENTE AL MAR
Oh mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.
Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
«Piedad, piedad para el que más ofenda».
Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.
¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:
Es la vulgaridad que me envenena.
Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.
Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría…
Ah, yo soñaba ser como tú eres.
Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.
Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza.
¡Aire de mar!… ¡Oh, tempestad! ¡Oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.
Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y la equivoca;
Pequeña vida que dolor provoca,
¡Que pueda libertarme de su peso!
Vuele mi empeño, mi esperanza vuele…
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.
QUEJA
Señor, mi queja es ésta,
Tú me comprenderás;
De amor me estoy muriendo,
Pero no puedo amar.
Persigo lo perfecto
En mí y en los demás,
Persigo lo perfecto
Para poder amar.
Me consumo en mi fuego,
¡Señor, piedad, piedad!
De amor me estoy muriendo,
¡Pero no puedo amar!
Un sol
Mi corazón es como un dios sin lengua,
Mudo se está a la espera del milagro,
He amado mucho, todo amor fue magro,
Que todo amor lo conocí con mengua.
He amado hasta llorar, hasta morirme.
Amé hasta odiar, amé hasta la locura,
Pero yo espero algún amor natura
Capaz de renovarme y redimirme.
Amor que fructifique mi desierto
Y me haga brotar ramas sensitivas,
Soy una selva de raíces vivas,
Sólo el follaje suele estarse muerto.
¿En dónde está quien mi deseo alienta?
¿Me empobreció a sus ojos el ramaje?
Vulgar estorbo, pálido follaje
Distinto al tronco fiel que lo alimenta.
¿En dónde está el espíritu sombrío
De cuya opacidad brote la llama?
Ah, si mis mundos con su amor inflama
Yo seré incontenible como un río.
¿En dónde está el que con su amor me envuelva?
Ha de traer su gran verdad sabida…
Hielo y más hielo recogí en la vida:
Yo necesito un sol que me disuelva.
MELANCOLÍA
Oh muerte, Yo te amo, pero te adoro, vida…
Cuando vaya en mi caja para siempre dormida,
Haz que por vez postrera
Penetre mis pupilas el sol de primavera.
Déjame algún momento bajo el calor del cielo,
Deja que el sol fecundo se estremezca en mi hielo…
Era tan bueno el astro que en la aurora salía
A decirme: buen día.
No me asusta el descanso, hace bien el reposo,
Pero antes que me bese el viajero piadoso
Que todas las mañanas,
Alegre como un niño, llegaba a mis ventanas.
NOCHE DIVINA
Este jardín nos cede su delicia,
nos cede el árbol de manzanas lleno.
fuente de dioses a la sed propicia,
pan del instinto, para el hambre, bueno.
Mas blanco mármol sin igual pudicia
fija en nosotros su mirar sereno:
muslo desnudo, vigoroso el seno,
puro, como la luz que lo acaricia.
Se hacen tus ojos demasiado azules,
cubren tus manos impalpables tules
y algo divino te levanta en vuelo.
No cortemos la fruta deleitosa
y mira el alma en una nube rosa,
cómo es de azul la beatitud del cielo.
PAZ
Vamos hacia los árboles… el sueño
Se hará en nosotros por virtud celeste.
Vamos hacia los árboles; la noche
Nos será blanda, la tristeza leve.
Vamos hacia los árboles, el alma
Adormecida de perfume agreste.
Pero calla, no hables, sé piadoso;
No despiertes los pájaros que duermen.
LA INQUIETUD DEL ROSAL
El rosal en su inquieto modo de florecer
va quemando la savia que alimenta su ser.
¡Fijaos en las rosas que caen del rosal:
Tantas son que la planta morirá de este mal!
El rosal no es adulto y su vida impaciente
se consume al dar flores precipitadamente.
SIETE VIDAS
(A la Sra. María A. S. de Fontán)
Siete vidas tengo, tengo siete vidas.
Siete vidas de oro; bellas y floridas.
Cabeza cortada, cabeza repuesta:
Mi espíritu-árbol retoña en la siesta.
Dragón purpurado de garras floridas,
siete vidas tengo, tengo siete vidas.
Gigantes y enanos: cortad mis cabezas,
crecerán porfiadas como las malezas.
Siete vidas tengo, tengo siete vidas,
siete vidas de oro bellas y floridas
que hierros fatigan y mellan espadas,
mas serán un día por siempre taladas.
Secará las siete cabezas floridas,
príncipe que espero. Sin abracadabras,
el dragón alado perderá las vidas
bajo el tenue filo de dulces palabras.
VIDA
Mis nervios están locos, en las venas
la sangre hierve, líquido de fuego
salta a mis labios donde finge luego
la alegría de todas las verbenas.
Tengo deseos de reír; las penas
que de donar a voluntad no alego,
hoy conmigo no juegan y yo juego
con la tristeza azul de que están llenas.
El mundo late; toda su armonía
la siento tan vibrante que hago mía
cuando escancio en su trova de hechicera.
Es que abrí la ventana hace un momento
y en las alas finísimas del viento
me ha traído su sol la primavera.
Canción de la mujer astuta
Cada rítmica luna que pasa soy llamada,
por los números graves de Dios, a dar mi vida
en otra vida: mezcla de tinta azul teñida;
la misma extraña mezcla con que ha sido amasada.
Y a través de mi carne, miserable y cansada,
filtra un cálido viento de tierra prometida,
y bebe, dulce aroma, mi nariz dilatada
a la selva exultante y a la rama nutrida.
Un engañoso canto de sirena me cantas,
¡naturaleza astuta! Me atraes y me encantas
para cargarme luego de alguna humana fruta.
Engaño por engaño: mi belleza se esquiva
al llamado solemne; de esta fiebre viva,
algún amor estéril y de paso, disfruta.
PRIMAVERA
¿Vendrás tú? Por mis jardines vuelan
Ya las primeras mariposas
Sobre las rosas.
Velan
De noche los cocuyos
Entre los yuyos.
Sonríen las estrellas
Pálidamente bellas.
¿Y vendrás tú? Se cubren
Alegres, mis floreros
De madreselvas.
Anda por los largos canteros
La risa azul del nomeolvides
Y se cargan las vides.
Selvas
Tengo en el corazón;
Árboles gruesos
Prietos de ramas;
Yuyos, retamas,
Flores de malvón,
Pájaros en las ramas,
Todo eso tengo en el corazón.
¿Y vendrás tú?
Mis manos
Fabricaron panales.
Yendo de rosa en rosa cogí miel;
Hice linos; no recuerdo de males.
El lecho mío es blanco
Y es Primavera. Huele
Bien, el alto barranco
Mojado por la ría.
Desde el mar que diviso
¿Vendrá tu vela?
Vuela,
Primavera es gacela
Fugitiva
Y furtiva,
¡Vuela!