LIBERTAD PARA INSULTAR [Mi poema] Jorge Robledo Ortiz [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
(¡Viva la libertad de expresión!) Un tiempo hubo en que el hombre, los humanos aquello era molar. Si molestaba En que insultar al rey era la moda, Podías insultar al que quisieras ¿Reirte del paisano, del vecino, El tiempo en que insultar era la norma, ¡Oh, aquellos en que aquí se veneraban |
Esa época es hoy, en que hasta es preciso recurrir al fútbol para demandar respeto pero en el que en el nombre sacrosanto de la libertad de expresión, todo vale y en la que las leyes amparan a los que no lo tienen. Siempre tuve en cuenta eso de que tu libertad termina donde empieza la mía.
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Jorge Robledo Ortiz
YA NO MÁS CORAZÓN
Ya no más, corazón, te he permitido
que la quieras sin tiempo y sin medida,
que bordes tu esperanza inadvertida
al ruedo juguetón de tu vestido.
Ya no más, corazón. ¿No has comprendido
que ella no quiere entrar en nuestra vida?
Si eras tan débil en la despedida,
corazón, no debiste haber querido.
Te advertí, corazón, que era inasible,
que no adoraras tanto un imposible
para que no sufrieras su desdén.
No me creíste, corazón cobarde,
y hoy ya comprendes demasiado tarde
que yo te lo decía por tu bien.
RECUERDO
Te recuerdo en el llanto y en la risa;
en la estrella, en el verso y en la rosa;
en la opulenta copa que rebosa
y en el trozo de pan que se precisa.
En la luz que gastó la mariposa
para ser mariposa y no ser brisa;
en la tranquilidad que se improvisa
y en la diaria inquietud que nos acosa.
En la noche que sube hasta la frente;
en el cielo que alfombra cada fuente
y en el cielo ensatado en la oración;
en la angustia que rige cada paso;
en el rojo cansancio del ocaso,
y en el cansancio de mi corazón.
FATIGA
Ya no te quiero tanto. Poco a poco
mataste la ansiedad de tu cariño,
y el alma atormentada de aquel loco
vuelve otra vez a ser alma de niño.
Presiento el reventar de otra quimera,
describe un semicírculo el poniente,
y la esperanza de otra primavera
promete al corazón otra simiente.
Enflora la ilusión, el alma espiga.
Agonizan la angustia y la fatiga.
En las pupilas se detiene el llanto,
y una voz interior me va diciendo,
que aunque sigo tu imagen bendiciendo,
estoy dejando de quererte tanto.
SIMPLEMENTE
Nos dijimos adiós.
La tarde estaba
llorando nuestra despedida.
Nos dijimos adiós tan simplemente
que pasó nuestra pena inadvertida.
No hubo angustia en tus ojos
ni en mis ojos.
No hubo un gesto en tu boca
ni en la mía.
Y, no obstante, en el cruce de las manos
calladamente te dejé la vida.
Fuiste valiente con tu indiferencia
y fui valiente con mi hipocresía,
nos separamos como dos extraños
cuando toda la sangre nos unía.
Pero tuvo que ser
y fue mi llanto,
sin una escena ni una cobardía.
Tú te fuiste pensando en el olvido
y yo pensando en la melancolía.
Hoy sólo resta de esa vieja tarde
un recuerdo,
una fecha
y una rima.
Así, sencillamente nos jugamos
el corazón en una despedida…
SIEMPRE TÚ
Entre el mínimo incendio de la rosa
y la máxima ausencia del lucero,
se quedó tu recuerdo prisionero
viviendo en cada ser y en cada cosa.
Te recuerdo en la cita milagrosa
que se dan la mañana y el jilguero,
y en el aire, traslúcido tablero
donde escribe en color la mariposa.
Todo me habla de ti. Sobre la brisa
persiste la nostalgia de tu risa
como una dulce música remota.
En los labios tu nombre me florece,
y al saberte lejana, me parece
que me bebo tu ausencia gota a gota.
VÁMONOS CORAZÓN
Vámonos, corazón, hemos perdido,
ya nunca espigarán tus ilusiones.
Recoge tu esperanza y tus canciones
y partamos en busca del olvido.
Vámonos, corazón, ya tu latido
sólo podrá contar renunciaciones.
Guarda su nombre con tus oraciones
y si debes sangrar, sangra escondido.
Vámonos, corazón, tu fe no existe.
Al fin y al cabo tu naciste triste
y triste en cualquier puerto morirás.
Vámonos, corazón, ya no la esperes.
Bendice su recuerdo si así quieres,
pero marchemos sin mirar atrás.
Mari Mar Estévez
Vigía
Pierdo la mirada en la frontera azul del horizonte.
En esa línea rotunda que separa en dos el mundo.
Busco los goznes que unen los azules
para evitar que se plieguen uno sobre el otro
y toda la materia del cielo se desplome hacia el fondo marino.
A veces me parece oírlos rechinar,
entonces mis ojos se abren desorbitados,
intentando ver más allá de ese lugar inalcanzable,
más allá de ese barrote imaginario
que nos mantiene encerrados en el mundo.
No hay escapatoria,
algún día cederá esta esfera sobre sí misma.
Qué será de nosotros
cuando los miedos se hagan cataclismo
y seamos aplastados por el azul vibrante,
sin poder ver los astros colapsando sobre nosotros.