Solo poesía
Lo bueno de la muerte es no enterarte,
muriendo sin saber por qué te has muerto,
al trance denunciando por incierto,
haciéndole sufrir en lado aparte,
fingir que tú eres tuerto.
Hoy escribí un poema y lo he borrado,
y es que al fin, nada más, es otra idea,
otra más que se mete y que alardea
por querer presumir como un soldado
y muere en la pelea.
Camino sin saber a donde voy
como tú, como aquel, como el de al lado,
quisiera descubrir qué me ha pasado,
por no saber no sé ni donde estoy
y voy acelerado.
No creo en dios, lo siento. A quien me lea
he de decir, con pena, lo lamento.
Comprendo no es motivo a estar contento,
que inmerso yo me encuentro en la pelea
sin sable, sin coraza y sin sustento.
Imprime este mensaje. No lo tires.
Recuerda el contenido te interesa,
sabrás que la ventura no regresa,
y obliga a que más tarde tú suspires
soñando que te besa.
¡Ay que la ví, que la ví
la niña en la balconada!
esa mañana de abril
con su sonrisa dorada.
Cuando a mi ya no me quieras, mátame,
cuando no me necesites, mátame,
si no entiendo lo que dices, mátame
cuando a mi ya no me creas, mátame.
Modérese, señora, yo no he dicho
que el mundo en que vivimos sea justo,
no quise a usted causarle algún disgusto,
retire por favor que soy un bicho
y así se quede a gusto.
El hombre de la calle se levanta,
se toma el desayuno y se adecenta,
se mira en el espejo y se presenta,
afina con mejunjes su garganta,
se canta las cuarenta.
Es bien cierto que fui un niño mimado,
lo mismo que un colgajo en una viña,
el suéter que se evita que destiña,
el oro en el joyero más preciado,
el jugo que destila de una piña.
Pequeños renacuajos, me despido
me llevo vuestra cara y sus retratos,
los ratos de alegría que he vivido,
relatos de emociones que he sentido
y algunos garabatos.
Naciste de la nada volviendo hoy a la tierra
tu cuerpo allí se entierra sin que haya un funeral;
por culpa de la guerra que es otro carnaval
y fuiste flor del mal en esta vida perra.
He cambiado, lo sé que yo he cambiado,
lo percibo palpando en el ambiente,
yo era un tipo tenaz e independiente
y hoy preciso de estar solo a tu lado,
me gusta estés presente.
En este mundo traidor
el hombre no tiene cura,
se mueve entre la inconsciencia
y el estado de locura.
Existe una razón, que hoy las cerezas
se sienten por los hombres maltratadas
hiriendo al corazón al ser cortadas,
tan bellas, tan bonitas, sin cortezas,
de rojo tan brillante al sol pintadas.
Estamos tan ocupados
mirándonos los ombligos
que apartamos los amigos
y al ego nos abrazamos.
Una gota, silencio, cae otra,
y otra más la que sigue a otro silencio,
la nostalgia que en el pretil se empotra
y otra y otra que escucho o que presencio.
Al viento le pedí que me dijera,
al agua le rogué que me escuchara,
al cielo supliqué. Nadie me oyera.
Ninguno, que yo sepa, respondiera,
tampoco de ignorarme se jactara.
(A don Manuel Alcántara)
Permite que te diga don Manuel,
espero mi osadía no te ofenda
que aquí gozar del don nunca es prebenda,
te tengo en un altar. Y en mi anaquel.
La duda me corroe, me atosiga,
la duda me convierte en un lamento,
la duda no abandona ni un momento,
no tiene compasión, dice que siga,
la duda es mi tormento.
Hablemos con franqueza, ¿qué es la vida?
Pongamos que hay alguno que lo sabe,
que sale a discernir en la partida
y a dar su explicación antes que acabe.
Es mala, es muy constante, me persigue,
no tiene compasión, no le da pena,
me tiene sometido a su condena
y agobia al insistirme que me cuide.
El viejo cementerio castellano
se muere poco a poco sin remedio,
no tiene quien le llore. Que hoy el tedio
le agarra con tristeza de la mano.
Si acaso un niño fuera
-recuerdo hasta hace poco yo era un niño-
le haría una bandera
al ser barbilampiño
que juega y al futuro le hace un guiño.
El hombre, ese es el único que mata
al otro al que le dice que es su hermano,
que tiene compasión, tiende la mano
y cuando está en el suelo le remata
mostrando es inhumano.
Sé de gentes que dicen que ellos saben,
sé de amigos que opinan, que han leído,
sé de tipos que dicen que han vivido
y no admiten verdades se socaven
y no los he creído.
