Solo poesía
Yo me dejo vivir. Y es que hoy yo vivo
atento a lo que marca la distancia;
vivir, lo que es vivir, yo no consigo,
pues sueños ya hoy no tengo, no persigo,
que me hagan retornar a la lactancia.
Recuerdo aún con temor, yo era un miedoso,
después le fui robando el miedo al miedo,
defiendo aquí mi honor, que era un mocoso
plantado frente a un hecho misterioso
viviendo en un enredo.
Digamos yo nací donde he querido,
pero eso ya sabemos que es mentira,
pongamos soy un sueño que delira
diciendo que a sus padres ha elegido
ser dueños de su gira.
No fui como mi padre, más quisiera,
tampoco me acerqué hasta mis hermanos,
que a nadie yo alcancé. Y ahora las manos
no tienen quien les mime, que les quiera
ya excepto los gusanos.
Que el mundo ya la historia no digiere,
mejor es se atraganta,
se escapa un buen relato a su garganta
mostrando solamente lo que quiere,
aquello que a él le encanta.
La vida de los libros es tan corta
que apenas pareciera que fue ayer
la imprenta la inventara Gutenberg,
que el libro la distancia no soporta
echándose a perder.
Jugando una partida a los afectos
a muchos que antes tuve he desechado,
algunos que mantuve por despecho,
y hay otros que al tomarme mucho a pecho
me hirieron y al final ya me han fallado.
Hurgando en las esencias me he perdido
pues no he encontrado nada,
ignoro si las mismas ya se han ido,
a fuerza de insistir se han aburrido
o que es tierra quemada.
La historia que hoy escribo es de un fracaso
que empieza cuando empieza la internet,
las web, las punto com, las punto net,
de aquella fantasía el primer paso.
Que no soy de este mundo, dijo Cristo,
y yo que Dios no soy,
hay veces que no entiendo por qué estoy,
y a hacer el paripé ya hoy me resisto,
que ignoro por qué vengo, donde voy.
El reloj ya ha pasado a mejor vida,
aquel que, de pulsera,
los pelos fue dejando en la gatera
por culpa de otra joven pervertida;
que el móvil le ha ganado en la partida,...
Recuerdo, yo fui un día muy inocente,
-comprendo ya han pasado muchos años-,
pensaba que el amor era indecente,
la leche se sacaba de una fuente,
las riñas se acababan con los años,...
Un río es un garabato,
una especie de serpiente,
un meandro, una corriente
donde el agua pasa el rato;
un espejo de acetato...
Encima te he dejado, en la mesilla,
escritas con trazados temblorosos
apenas tres palabras, que hoy los posos
de lágrimas llenaban mi mejilla.
Yo escribo donde escriben los poetas,
mejor los aspirantes,
aquellos, como yo, que haciendo tretas
esperan el aplauso a sus recetas,
sus loas fulgurantes.
Soy sombra que se esconde en el vacío,
que en torno al abandono se cobija,
un poso que reposa en la vasija
de un pobre y lagrimero desvarío
cual triste sabandija.
He parido un bebé ¿y ahora qué hago?
Lo tengo muy limpito, reluciente.
Le lavo con el agua de la fuente,
en trato y miramientos me desago
que él es mi referente.
Lo siento, yo no escribo en Instagram,
escucho con frecuencia que eso es malo.
Si hoy quieres evitarte ese regalo
de ver como tus versos penarán
sintiendo que al olvido quedarán...
El alma se ha partido en mil pedazos,
-perdona si han llegado allí cascotes-
no puedo controlar ya los rebotes
que suelen provocarme los pelmazos
que dicen ser muy cultos y son zotes.
Yo he visto a culebras y serpientes,
y a escuerzos que asomando en las rendijas,
haciéndose pasar por sabandijas,
sabiendo son reptiles repelentes
luciendo van sortijas.
Que yo nunca entendí donde hay ventajas
de hablar tantos idiomas.
Reprocho a quien lo avala que son bromas
y digo a quien reparte esas migajas
con pan tu te lo comas.
La vida va bailando por la acera
de un pueblo cuyo nombre no recuerdo,
por mucho que lo intento ya me pierdo,
se dice que el que espera desespera.
Detrás de la mirilla veo espejos
que observan fijamente a todos lados,
la giro y aparecen mil reflejos,
se acercan, visualizan desde lejos
simulan ser trucados.
Verdades absolutas sé no existen,
que algunas hay que son medias verdades,
productos del capricho, veleidades
que al filtro la razón no se resisten
o simples falsedades.
Tenía la paciencia de un Job santo,
con maña devanaba la madeja,
si yo la entretenía, niño deja
cerraba así mi boca a cal y canto
al tiempo que una queja
La infancia es ese trozo de la vida
que tienes bien guardado en tu zurrón,
la infancia en si no tiene explicación
pues llevas la lección bien aprendida
y nunca ya se olvida la lección.
