A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
Solo poesía
Aquí todo está en paz, todo tranquilo,
aquí no pasa nadie, pasa nada,
el único en pasar que tiene en vilo
es eso tan vulgar, coronavilo,
con ganas ya de darle una patada.
No quiero que me pinchen, que me duele,
tengo miedo a sentir lo que he sufrido,
no puedo soportar tanto castigo,
piedad, yo pido a Dios que me consuele.
¿Por qué me miras, flor, por qué me miras
feliz, tú, tan alegre y sonriente,
si no sabes de mí y de la gente
habrás podido oír solo mentiras?
Pobre árbol por el hacha herido
tan joven condenado a muerte,
sumiso, triste y compungido,
culpando a dios de mala suerte.
¡Maldito bicho posado en mi mollera!
dime ¿quién te ha dado a ti consentimiento
para ensuciarle y oler mi cabellera
-mosca, molesta y malvada cojonera-
dibujando en trazo gris, un sedimento?
Elevo hoy mi voz a los altares
a quien quiera escuchar, me quiera oír,
de aquí a lo más allende de los mares,
hayedos, en los montes de pinares,
del trópico subiendo a los glaciares
en que el grito se pueda percibir.
Mi pluma no responde ya. La tinta
se ha ajado poco a poco en el tintero
cual mustia flor se apaga en el florero
o lánguida se vuelve y se despinta.
Usted, su Santidad, que a Dios ha visto,
usted que habla con Él todos los días,
que sabe su penar, sus alegrías,
si acaso yo me visto o me desvisto;
usted, señor, que tiene esa certeza
que a mi, muy a mi pesar, se me ha negado,
El cura de Solsona
se ha enamorao
de una niña muy mona
que le ha engañao;
que entiende de escritura
sobre el fornicio...
Hoy sigo aquí mis pasos repasando,
contando uno a uno,
de aquel que resultaba inoportuno
al otro que se fue sin saber cuando
cuidando no olvidarme de ninguno.
Que vivir para mi hoy, ya es de propina,
agarrado a la pata voy de un banco,
sin lastres, pues ya nada contamina,
en riesgo, siempre al borde de un barranco.
Arrastro yo en mis venas la tristeza
del sauce que perdiendo va sus hojas,
el sueño que, imposible, te despojas,
de otoño en una tarde que bosteza;
A qué llorar, si no sirve de nada,
a qué sufrir, si todo ya está escrito,
si uno a penar, se encuentra ya subscrito
al iniciar su estancia en la manada.
Pobrecito vagabundo
pues que lo quiso el azar,
caminante;
en el mundo nauseabundo
donde tan duro es soñar
discrepante.
El día en que ya amaine la tormenta
saldremos nuevamente a pasear
al lado de la playa, junto al mar,
sin miedo a ver si el cielo se presenta
con ansias de matar.
A mi, el coche me lleva y me trae y yo se lo agradezco
consciente de que su esfuerzo es duro y nunca lo merezco.
Aunque la duda no cabe, si uso hacer de bicicleta,
que así es más saludable mover el cuerpo hasta la meta.
Si Dios yo hubiera sido habría hecho
un mundo en que los niños no crecieran
blindando la inocencia por derecho,
y a aquellos que aceptarlo no quisieran
por culpa de un agravio o de un despecho
sin ver de ser adultos se murieran.
Los hombres, esos seres pretenciosos,
obsesos de rencores y rencillas,
que gozan de ir poniendo zancadillas
y siguen con su hedor dejando posos
y lo hacen de cuclillas.
La soledad me come, ronronea
un halo de silencio incandescente,
la bruma en mi lugar se hizo presente
e impide en la distancia que yo vea.
Cuando las emociones inundan los sentidos
las olas arrebatan el pensamiento al mar,
tan duro y tan difícil podrán compaginar
que ya el corazón y la razón quedan partidos
Mis versos no emocionan, lo comprendo,
guardando siempre intento yo la forma
y debo de ocultar si estoy fingiendo
siquiera sin decir me estoy muriendo
tratando no salirme de la horma.
Si le ves, dale un beso de mi parte,
dile si algo hice mal, cuánto lo siento,,
que siempre perseguí, en vano intento,
ser justo, de la guerra juez y parte.
Bendito seas Juan me dijo un día
un tordo que soltando una cagada
la vino a descargar esa pedrada
creyendo que mi pelo así crecía.
Yo amo a mi tierra igual que el bien nacido
le mima a su camino al que agradece,
a esa planta estimula cuando crece,
ase al pecho del ser que le ha parido
y ensalza cuando mece.
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