UN MES DE ENERO [Mi poema]
Fernando Cazón Vera [Poeta sugerido]
Fernando Cazón Vera [Poeta sugerido]
¡Gracias por leer esta publicación, ¿deseas comentar? haz click en el botón de la izquierda!
MI POEMA… de medio pelo |
Paseábanse las horas por delante La tarde era prieta, gris cual un florero La oscuridad iba su alma guareciendo Eran las ocho y parecían las doce, Finalmente el firmamento quedó en calma |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Fernando Cazón Vera
Preguntas
¿Valió la pena hacer las mismas cosas
y recorrer las calles y las plazas
con una misma piedra en el zapato?
¿Valió la pena regresar temprano
y golpear a la puerta equivocada?
¿Valió la pena haber guardado el hueso
para aferrarnos a esta perra vida?
¿Valió la pena no doblar el codo
para lograr una victoria pírrica?
¿Valió la pena haber perdido el hilo
al mirar por el ojo de una aguja?
¿Valió la pena este remordimiento
que nos vuelve a enfrentar a dios y al diablo?
¿Valió la pena haberse desnudado
para hacer el amor con una estatua?
¿Valió la pena arder a fuego lento
para así redimir culpas ajenas?
¿Valió la pena repartir las sobras
con las manos vacías para siempre?
¿Valió la pena haber resucitado
antes de que la muerte nos separe?
¿Valió la pena ser la bestia herida
o nuevamente el cazador cazado?
¿Valió la pena haber ganado el año?
¿Valió la pena arar en mar abierto?
¿Valió la pena haberlo dicho todo
para que no lo entienda casi nadie?
PARÁBOLA DEL INDECISO
Huyó desde sus piernas para adentro
Regresó dé los ojos para afuera
Quiso volver al fin, pero se iba
Quiso exiliarse pero se quedaba.
Estaba siempre donde nunca estaba
Era y no era, lo mojaba el fuego
Lo quemaban las lluvias torrenciales
Alas de viejos pájaros lo anclaron.
Y supo odiar con el amor más puro
Amó también con su traición profunda
Y dijo la verdad. Y estuvo solo
Mintió y mintió. Y entonces le creyeron.
De Rompecabezas (1986)
EL AFORTUNADO
Quién tiene un ojo que no le sirva,
una oreja que le sobre, quién tiene
un mes de más en su almanaque,
una hora inservible en sus relojes,
quién respira dos veces y vive
y sobrevive una única vida, quién
copula fielmente su bigamia, quién
se hace trampa y nunca se sorprende,
quién tiene un muerto que todavía lo ama
sin tocarle los sueños inminentes, quién
cabe a la vez en dos lugares diferentes,
quién ha dejado de morir su parte menos útil,
quién, en definitiva, gana la mesa
sin tirar los dados.
De Rompecabezas (1986)
LA PARÁBOLA DE LA MÁSCARA
El pájaro se puso la máscara,
la máscara se puso el pájaro,
el pájaro y la máscara se pusieron entre sí
pero el pájaro no era máscara
el pájaro era pájaro y nada más
el pájaro era pájaro y mucho más
y la máscara después fue nube
y fue cielo
y fue árbol
y fue la manzana de ese árbol
la máscara fue hombre también
y fue la mujer de ese hombre
y fue el hijo de ese hombre y esa mujer
la máscara podía ser cualquier cosa
incluso la máscara de otra máscara
el pájaro ni siquiera podía ser hombre
el hombre ni siquiera podía ser pájaro
pero la máscara sirvió al hombre
y al pájaro y su pájara
y a la mujer del hombre y de ese pájaro,
y al hijo del hombre y la mujer,
del pájaro y la pájara
al hijo que no pudo ser lluvia
ni árbol, ni montaña,
pero la máscara les sirvió a todos
sobre todo al hombre mirado por el hombre mismo
y mirado por Dios y por la máscara de Dios
o por las máscaras de muchos dioses
hasta el día del Juicio Final
en que todos, sin excepción,
se sacarán las máscaras.
De Rompecabezas (1986)
CASI
Tú no tenías nombres
y acaso para amarte
tampoco hacían falta las palabras.
Tú tenías dos ojos
dos pechos
y dos manos
una mitad de tacto
y otra mitad de luna
Y yo te amé por esa simple
necesidad de amar todos los días.
Pero una vez
te fuiste con el viento
y quedó solo
tu mitad de luna
De El hijo pródigo (1977)
MI POETA INVITADO: Miguel Sánchez-Ostiz
PARÍS, 1972
«Voilà le souvenir enivrant qui voltige
Dans l’air troublè,…»
Charles Baudelaire
A veces ?quizá con demasiada frecuencia? sucede
que un perfume en la calle,
repentino, como un relámpago,
es desasosiego.
Y entonces la luz, que se filtra clara
a través de las hojas de los castaños,
el ruido del agua en el estanque,
los rostros desconocidos
y el propio cuerpo,
son un trompo irreparable de tiempo.
Pasado ese instante,
sigues desconcertado tu camino
con el perfume avivando el recuerdo,
que creías desaparecido,
de otros cuerpos, otra luz y otra ciudad mejor,
y sientes que lo tuyo fue un ligero pasar
por aquellos días,
no tan lejanos como quisieras,
en los que hubo soles y brumas,
intensas, espléndidas, de otoño,
y noches que no le fueron a la zaga,
y sobre todo aquel cuerpo radiante
encendido por ese perfume
que hoy te turba.
LLÉVAME AL FIN DEL MUNDO
Hazme escuchar la música de las constelaciones,
llévame a donde los ríos aparecen inmóviles,
donde las mariposas nocturnas fosforecen
como una verde lluvia seca y cálida,
enséñame las selvas solemnes y silenciosas como templos
y las ciudades muertas de Tartaria
con rosas de arena en sus jardines.
¡Goletas hacia las islas de la canela!
Haz que conozca todos los perfumes de más allá
del canal de Suez,
borra todo temor blanco, toda blanca soledad,
condúceme a la piedra oscura,
dame de beber en la copa en cuyo fondo
la memoria se hace noche.
Llévame contigo en la primera caravana de la seda,
en la Nave de los Locos,
hazme invisible contigo en el María Celeste,
escóndeme al paso del Barco de la Muerte.
¡Que bailen las pavesas en los campamentos
abandonados!
Dame la semilla del fruto prohibido,
el fruto mismo
Llévame allí donde el mar es una nube,
donde los pájaros vuelan ciegos al caer la noche
en torno a la Isla de la Desolación,
invítame a bailar contigo la zarabanda
de una dorada vendimia
en la tierra de los sueños.
VIVO COMO QUIERO VIVIR
Envidié a quienes amaron ?es una vieja historia?
y supieron o tal vez tuvieron el valor
de vivir la vida como desearon vivirla,
e hicieron ?o hacen? de cada día una celebración,
un arte, a pesar de saber que la vida,
eso que llamamos con enfermiza insistencia
o con tenacidad de visionarios, vida,
es las más de las veces algo mediocre,
triste, sucio, gastado y violento.
Envidié a quienes eligieron como divisa de sus días
«El corazón me manda», desterraron la indiferencia
y no desdeñaron otra cosa que las pasiones tristes:
el menoscabo de sus vidas.
Y en una época más sombría que cualquier otra
pusieron pasión en el pasar de cada día.
Editorial Anagrama