A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
LA MAREA [Mi poema]
Sixto Cabrera González [Poeta sugerido]
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MI POEMA... de medio pelo |
Donde la playa sobre la arena #Sentarse sobre la arena de la playa mirando fijamente al infinito, un ejercicio de relajación? Share on X |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Sixto Cabrera González
EL NIÑO
Larva en el vientre
al caer en manos frágiles
mariposa en arrullo.
CHOKOTSIN
Ijtipantli okuilin
onuetsikin intech mayaj-
yamankayomej
papalotl ika tlakuikakochte-
kal.
Bajo la rama del ilite
se encuentra suspendido
un verso,
un canto floreciendo,
un pájaro.
La ardilla
corre, vuela
entre las ramas,
de un árbol a otro
brinca el sentimiento
de este poema.
DARFUR
Darfur sigue muriendo,
encontré sus muertos
en el desierto de mis ojos
estrangulados.
Sangran los cuerpos a contra-
luz.
Cadáveres en descomposición,
boca abajo, entre la árides
del desierto
clamando en silencio.
Hallé en la humildad de este
poema,
colgada la paz, en el racimo
de un árbol seco y desnutri
do.
El niño corre entre restos
fosilisados.
Los yanyauid disparan
uno, dos mil veces
en la cordillera volcánica.
Miles han muerto
la razón también.
Las calles
envueltas en gritos
humo, polvo
y vidrios rotos,
son consecuencia
del poder fragmentado.
ANHELO
En la humedad del vientre,
el canto de los pájaros
sacude el pólen de las horas.
Los pastos crecen apresurán
dose,
y en la tierra fértil, arada
de tus ojos,
crecen mi amor
y las mazorcas de pan que se
desgranan en tus manos.
Se enlazan con piel
de tu memoria a la hora
precisa
en que levanto el párpado,
y entretejo mis palabras,
gestos como lazos,
nudos como pausadas honduras,
bajo la neblina del alimento
en que deposito lo recaudado:
en tí; objeto del propósito.
Y los labios repiten conmigo
la dulce sensación de la vio-
leta.
Te quiero. Silenciosamente.
Recorro veredas de tu cuerpo
isla
y detengo las manos alga en
la herida,
tu corazón, si fuese como yo,
tangible en sus deseos, sin
temores,
incendiariamos la piedra
para fundar sobre la cuerda,
entre matorrales,
la semilla de nuestra casa.
Sin muros
a la intemperie
y dar pelea de lo humilde que
tanto
anhelamos, solamente.
Detengo la herida en los lu-
nares
y entrego en beso, una cari-
cia de agua miel.
Anhelo conocer pronto
tu manantial verde-agua, que
encienda sobre
el césped, el ritual de una
vela encendida,
eterna, inminente.
Un instante
donde renacen los pájaros al
bañarse.
Soy la rama del encino,
que rejuvenece
bajo tu mirada.
Tarde serena
simulas canto de aves
mientras muero
en la lejania del mar,
y sólo el adiós prevalece
en la mirada del recuerdo.
Tú,
que
te
llamas
tantas
cosas
en mis poemas
y en las paredes de mis ojos.
Travesía
El joven camina triste y en silencio,
recorre bajo el sol, veredas
que semejan la cabellera de agua.
Deambula hambriento y descalzo
por las laderas de Matlalkueyotl.
No sabe escribir en la tabla de su alma,
sólo sabe de hornos de carbón
y a veces, planta cardos
que cosecha rosas.
Trae en su espalda cicatrices de la vida,
un manojo de leña,
un ramillete de flores,
unas frutas,
unos sueños para venderlos en la plaza.
De regreso,
trepa la sierra por Auakatlajapan
y lleva en su espalda
las cenizas de sus muertos.
Poema
Removemos la tierra
Como hormigas rojas
Que buscan
Entre recuerdos y páginas
Los versos perdidos.
Huerto
La savia de los duraznos, recorre
la planta de tus pies
que ensayan el rito de la huida.
Mis ojos, en el camino del amor,
observan el lejano cuerpo en el alba
que desciende a la veta de la tierra.