A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
HACE CALOR/SOY UN BURRO [Mi poema]
Miguel José Carrascosa Salas [Poeta sugerido]
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MI POEMA... de medio pelo |
Hoy hace calor, calor, mucho calor. No puedo respirar, que me sofoco, No puedo soportar, que poco a poco Y sigo sin saber por donde hoy ando |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Miguel José Carrascosa Salas
EL RETORNO DECIDIDO…
Detesto los plaguicidas y los invernaderos,
Y la tala indiscriminada de los bosques,
Y la caza furtiva de especies cinegéticas,
Y la desaparición de las acequias, caminos
Y sendas de la montaña,
Y el abandono de los cultivos,
Y la comida americana,
Y el estrés, y la espiral de violencia
Que azota a nuestro mundo,
Y la asfixiante atmósfera que nos envuelve,
Contamina y aniquila…
Quisiera retornar a los antiguos campos
De donde salí y donde me crié;
A los sembrados y a las eras abandonadas.
Y a las secretas soledades de la serranía,
Donde el sol y el aire se remansan
Al abrigo del viejo roquedal
Y el implacable cierzo brama, enfurecido,
Castigando cimas, ventisqueros y angosturas..
Decididamente, quiero devolver
A la naturaleza maltratada y generosa
Lo que mis sentidos y mi corazón le deben:
¡El aire, el agua, el sol y la rosa!.
Y el pájaro, y la mariposa,
Y la diligente y afanosa abeja,
Que aún sigue posándose, estremecida y nerviosa,
Sobre la flor del romero, del tomillo y el orégano,
Como en las azules y lejanas primaveras
De mi añorada infancia alpujarreña…
Retornaré, sí, a las ubres de la montaña,
Para seguir bebiendo en sus majadas
La leche limpia, sabrosa y nutritiva
De los rebaños que pastorean, a sus anchas,
En las altas y reverdecidas praderas de la serranía..
¡Palabra que retornaré! Lo tengo decidido.
Y lanzaré a los cuatro vientos,
Desde sus altas cimas,
El gozoso grito de una liberación recuperada…!
(Del libro “Retorno del atardecer”. Granada, mayo de 2004)
La Alpujarra no se muere
Los hombres de La Alpujarra
saben mucho de fatigas,
de sudores derramados
sobre sus tierras bravías.
¿Dónde se fueron los hombres
que cultivaban la tierra,
que arañaban las entrañas
de sus empinadas sierras?
¿Do están los labradores que,
derrochando energías,
con su bancal y su yunta,
se enfrentaban a la vida?
¿Qué ha sido de las haciendas
que levantaron sus padres,
sufriendo mil estrecheces
y luchando contra el hambre?
Ya son tierras de barbecho
aquellas hazas de antaño;
las acequias ya no corren,
los trigales se han secado.
Los hombres que las labraban
emigraron a otras tierras,
agobiados por las cargas,
las sequías y gabelas.
Mujeres, niños y ancianos
pueblan hoy Las Alpujarras.
Cuando mueran los abuelos,
¿qué porvenir les aguarda?
¡Que el destino no se cebe
en esta tierra olvidada;
que vuelvan ya los braceros
que emigraron a Alemania!
Y que cultiven los campos,
transformando los barbechos.
Y que repueblen los montes
de nogales y cerezos.
Que el viento meza las mieses
que verdean en los bancales,
recogiendo los suspiros
de mozas y de gañanes.
Que resuenen con presteza
las coplas de los muleros,
los cantares de los mozos
que estrenan amores nuevos.
Que se construyan más trojes
para almacenar el grano
de tantas espigas nuevas
que han crecido en los sembrados.
Que se roturen las viñas
que antaño dieron buen vino,
alegrando el corazón
de los viejos campesinos.
¡Quiera Dios que La Alpujarra
se redima de sus males:
de abandonos y estrecheces,
de olvidos y de orfandades!
Es tierra de noble gente:
de hombres recios, singulares,
que hacen fecundar las piedras
y a las colinas, feraces.
¡La Alpujarra no se muere!
Viva está. ¡Quién lo dijera!
Volverán los emigrantes
a repoblar sus aldeas;
a hacer que los hombres vivan,
con dignidad, en estas sierras…