DEL HOMBRE Y LA TIERRA [Mi poema] José Gabarre [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
La tierra se ha enfadado con el mundo, Pues dice se ha cansado de aguantar, La tierra está en el fondo incandescente Su rabia y su rencor descontrolado Se sabe de que el hombre, ese ignorante, |
Fue Félix Rodríguez de la Fuente, ese burgalés de Pro, insigne naturalista el que dio el título al excelente programa de divulgación en televisión, El hombre y la Tierra que, al menos todos los niños de mi edad veíamos sin pestañear y cuya música aún ahora resuena en nuestros oídos. La isla de la Palma está sufriendo estos días la erupción del volcán Cumbre Vieja, descargando todo su magma incandescente, arrasando todo lo que pilla a su paso, hasta, como en un vertedero, echarlo en el mar.
Una muestra de sus poemas
- 1 MI POETA SUGERIDO: José Gabarre
- 1.0.1 Hoy ha madurado la lluvia
- 1.0.2 El agua jura su inocencia
- 1.0.3
- 1.0.4 Soy testigo de una ciudad breve
- 1.0.5 Se arrodillan las hogueras en medio de mi frente
- 1.0.6 Nace el luto del tacto de tus uñas
- 1.0.7 CLOSE TO ME
- 1.0.8
- 1.0.9 La lluvia es un órgano incompleto
- 1.0.10 Hallo tórtolas cansadas a tus pezones
- 1.0.11 Siempre hay un tatuaje esperando en la boca de una mujer.
- 1.0.12 LLEVO UNA NIÑA MUERTA pegada a la espalda
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MI POETA SUGERIDO: José Gabarre
Hoy ha madurado la lluvia
Hoy ha madurado la lluvia,
y en el vientre de los carniceros
la materia se convierte en esa estancia.
Sin llegar a beber lo que transita,
el tiempo no deja de ser una expropiación
(o ni tan siquiera eso)
Será esta la manera de anunciarse?
El agua jura su inocencia
El agua jura su inocencia
se empequeñece en el sueño de los arrozales,
al ir a sumergir sus manos sobre sí misma
y deletrear las sílabas de los árboles por los que ha
ido pasando,
el anonimato de sus raíces aéreas,
las incógnitas de lo sagrado
al dejar de respirar.
Al despertar buscará las palmas de las manos abiertas,
ver a la luz descalza resumida en una hoja.
Las cicatrices de este lado de la alambrada
ayunan
sabiéndose pasto colectivo
tras un bosque de chimeneas que se eleva,
como los signos de la escritura
incineran el hambre a la que vestir.
Su carne que únicamente despierta al aproximarse el alquimista
recobra su límite en las palabras, que permanecen ciegas
al igual que los animales que aman a los violines
o las vértebras que en las líneas ferroviarias se dislocan
creando, a la entrada de los campos de refugiados,
una lenta migración de los glaciares.
Soy testigo de una ciudad breve
a donde llegan otras manos
para concluir a la luz,
el mismo mecanismo que consiste
en reaprender la sonoridad del agua
o la comprensión del vuelo de las palomas,
_ _ _la nostalgia en sus sienes
mientras ruedan monedas tirando de los hilos
de la lluvia.
Todo encerrado misteriosamente en un acto puramente simbólico
que en la medida que es recordado
se agota,
o decir lo que el fuego duda en decir
como ser un coleccionista de delicados líquenes cargados de queroseno.
Se arrodillan las hogueras en medio de mi frente
como si me hablara una mujer semi-desnuda
y vacío la lluvia de sus signos
al igual que observo a los que me miran,
con la misma indiferencia.
Sólo aspiro así a arrancar la piel de los animales
domesticados,
esos que me acercan tanto a los hombres,
sabiendo lo trasparentes que podemos llegar a ser
sin la identidad de algunas palabras
cubriéndonos
como corteza humana.
Y sé que es posible desaparecer
sin renunciar al oxígeno,
amasar la nieve con las manos aun calientes,
como el que palpa la vida antes de quitarla
o asusta a los pezones dibujando círculos
concéntricos entre los dientes
hasta vaciar por completo el cuchillo.
Nace el luto del tacto de tus uñas
inclinándose las sábanas bajo los sauces,
ahora que esta lluvia nos reconstruye_ _ _
El ansia del agua por traducirnos, por
cercar la carne
con millones de dedos sin hilos, semejantes a hormigas cansadas
que trasnochan, al igual que pequeños magiares.
La falta oxígeno por sobrevivirnos
y que tan bien nos enseña
a culpabilizar nuestros órganos
(reconocible en la ascensión de las iglesias)
Encendemos, entonces, dos velas
una: para la sed
dos: para los lapidarios
vendrán, esta noche, los perros maltratados a acostarse en nuestro vientre?
CLOSE TO ME
“all the children are insane” Jim Morrison
La noche busca sus úteros debajo de las calles
quemaduras azules
para el regreso del muchacho
eléctrico
En el acorde la erección de Peré Lachaise,
la de amamantar a niños enfermos
que suben en manadas,
a la espera de ser aniquilado en el cenicero de
la mujer caníbal
-blancas prostitutas castigan lunas abolladas-
con un verso de Keats
pegado a su pinta labios.
Educar a las abejas en el silencio
a un tiempo que la luz explica su estrategia,
para desmoronarse de inmediato, y cercenar un horizonte
que se fuga
perpendicularmente.
A veces solo espero eso, a escuchar como se rompen los huesos,
e imaginar que se trata de una niña tartamuda.
Amo por ello a los animales disecados
de la misma manera que hay un caudal de nombres que no usamos
pero que de algún modo son donde nos ha sido dado habitar.
Así la lentitud de los cuerpos se comprende mejor cuando te das cuenta
de que un enfermo
solo busca alimentarse de la piel de otro enfermo
o que las horas descienden linealmente_ _ _ ,
o la gravedad tiende a nacer en esos días concéntricos.
Será por ello que adulteramos las partes de una bombilla, su interior,
o el vacío que la rodea,
y que la única diferencia entre el desnudo de una mujer y el de la luz,
es que la segunda,
parte de sí misma para no regresar
mientras que la primera, camina a lo largo de un pasillo (hacia la habitación del fondo),
desprendiéndose de sus bragas lentamente,
hasta quedar prácticamente en suspenso.
Lo raro es lo contrario_ _ _o la teoría de que los cuerpos
se suben a los taxis
con la esperanza de encontrar a su doble.
Y los vinilos han dejado de girar en el sentido
contrario
al que lo hace el movimiento de rotación de la Tierra.
La lluvia es un órgano incompleto
un lugar a donde acuden prematuramente los símbolos
como la autopsia que has de realizar a un mapa de carreteras
*
cualquier otro destino hubiera sido un espejismo
o –si nos situamos en el plano de la memoria- una infidelidad.
Hallo tórtolas cansadas a tus pezones
viejos polizones que proponen un río de bambú
la anestesia
paciente
que no cesa de herirnos
en bóvedas de cera que descienden hacia lo nunca
las mil imágenes tatuadas a un tiempo de claustro románico
-puesto que percutir es adivinar la piedra
que lleva adentro el cantero-
su pesimismo, próximo a los signos del Zodíaco, al arrodillarse
sin manos ante la lluvia
y descubrir aves muertas
Masticando la carne prematura del solsticio.
Siempre hay un tatuaje esperando en la boca de una mujer.
Coges las agujas,
y las arrojas tan fuerte hacia sus labios.
Hasta pulverizarla
LLEVO UNA NIÑA MUERTA pegada a la espalda
ella se cose oraciones al antebrazo cada noche
Mamá nunca le cantó una nana, ni a ella ni
a mí,
por eso ahora me clava las uñas mientras me emborracho,
para que sepa que sigue ahí
excavando como una madre en la fosa fría de Dios
“tu hombro será mi refugio donde brilla
el amor”
Y me dice:
“ningún personaje de terror
te amará tanto como yo en los lavabos”