»MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS [Mi poema]
Mis Maestros [Poeta sugerido]
Mis Maestros [Poeta sugerido]
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Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1899 – París, 1974) Poeta, narrador, dramaturgo, periodista y diplomático guatemalteco considerado uno de los protagonistas de la literatura hispanoamericana del siglo XX. Precursor de la renovación de las técnicas narrativas y del realismo mágico que cristalizaría en el posterior «Boom» de la literatura hispanoamericana de los años 60, con su personalísimo empleo de la lengua castellana construyó uno de los mundos verbales más densos, sugerentes y dignos de estudio de las letras hispánicas.
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Credo¡Credo en la Libertad, Madre de América, ¡No nos juzgues, Bolívar, antes del día último, |
Es el caso de hablarMadre, te bendigo porque supiste hacer Madre, si mirando el camino se acongoja tu alma Madre, si aspirando el aroma de una flor Madre, si en el invierno, después de haber cenado, |
Jesús de candelariaSombra de corazón de la amargura Tu rodilla sin fuerza es como cera Del entrecejo, hendido por los juncos Nube de acabamiento da a tus ojos La tortura va desmayando dentro Menguante de tu sien que medra y pugna Flexible y anillada, tu palabra, ¡Gusano de escarlata el astro labio El cáliz del vacío no se aparta La cadena encendida de las dalias El latón fino de tu pie en el suelo, Y la raíz en lucha de tus manos |
UlisesIntimo amigo del ensueño, Ulises |
LA LUZ CORRE DESNUDA POR EL RIOLa luz corre desnuda por el río |
Venecianas islasPor menos sed, la corza viene a saltos Por menos hambre, la callada en altos Por menos sueño, la nocturna fuga y colores y formas vegetales… |
Andaraiz de la Flor del AireAndaraiz de la Flor del Aire, Águila de Fuego, Andaraiz de la Flor del Aire, Águila de Sueños, Andaraiz de la Flor del Aire, Águila de Nubes, Andaraiz de la Flor del Aire, Águila de Árboles, |
InviernoEn rodillas de viento, galgo y huella |
Venecia, la cautivaAquí cerca no hay, tampoco hay lejos. ¿De qué es la realidad en los espejos? Aquí todo es ayer, el hoy no existe, fuera del tiempo real, en las plurales |
CarpaccioDejadme en un Carpaccio, todo es pobre del sueño de Orsola al dragón de cobre, ¿En qué Venecia estar? ¿En la de fuera milagro de la cruz y las especias?… |
EL LINDO AMANECEREs la mañana llena de tempestad Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes, Innumerable corazón del viento Zumbando entre los árboles, orquestal y divino, Viento que lleva en rápido robo la hojarasca Viento que la derriba en ola sin espuma Se rompe y se sumerge su volumen de besos |
Marimba tocada por indiosLa marimba pone huevos en los astros… ¡Para un huevo que ponés La marimba pone huevos en los astros… El sol la desangra, la monta, es su gallo. ¡Para un huevo que ponés ¡Serpiente que muda de piel en los ecos! ¡Pereza de razas! ¡Para un huevo que ponés En los tecomates de negro agujero de coco ¡Para un huevo que ponés Tempestad de trinos entre sus costillas, Danza de raíces y tribus maiceras. ¡Sonido de lluvia del telar del cielo! El son de las piedras debajo del agua, Caen los refajos. Huyen las mujeres. ¡Torre a mecapal! |
CANTO DE ESPERANZAUn gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste. ¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo? La tierra está preñada de dolor tan profundo Verdugos de ideales afligieron la tierra, ¡Oh, Señor Jesucristo!, ¿por qué tardas, qué esperas Surge de pronto y vierte la esencia de la vida Ven, Señor, para hacer la gloria de ti mismo, Y tu caballo blanco, que miró al visionario, |
¡Salve Guatemala!¡Salve Guatemala! |
Tecún-Umán,Tecún-Umán, el de las torres verdes, |
SU TRISTEZA ERA SUAVEcomo el color de un lirio. Por eso ahora |
LOR FATALA René Pérez. Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, lo que no conocemos y apenas sospechamos, |
La luz corre desnuda por el río
La luz corre desnuda por el río
huyendo sin cesar en lo movible
de la profundidad, del hondo frío
en que empieza la sombra y lo invisible.
La conoció al nacer, era rocío,
no este vano correr tras lo imposible,
imagen del humano desafío
a la divinidad. Sueño apacible
que endulza los saleros de los ojos,
mesa frugal y paz es lo que anhela
navegante, soldado y rey de antojos;
pero ¡ay! del ¡ay! del alma, no se alcanza
a volver con los remos y la vela
al puerto en que dejamos la esperanza.
Autoquiromancia
Leo en la palma de mi mano,
Patria, tu dulce geografía.
Sube la línea de mi vida
con trazo igual a tus volcanes
y luego baja como línea
de corazón hasta mis dedos.
Mis manos son tu superficie,
la estampa viva de tu tacto.
Mapa con montes, montes, montes,
los llamaré Cuchumatanes,
como esas cumbres que el zafiro
del Mar del Sur ve de turquesa.
El Tacaná, dedo gigante,
guarde la entrada del asombro
donde el maíz se vuelve grano
ya comestible para el hombre,
cereal humano de tu carne.
El monte claro de la luna
es en tu mano lago abuelo
con doce templos a la orilla.
De allí partió tu pueblo niño
—modela, pinta, esculpe, teje—
a la conquista de la aurora.
Polvo de luz en la tiniebla,
línea del sol en la canora
carne del cuenco de mi mano,
caracol hondo en que palpitan
atlantes ríos acolchados
y otros más rápidos, suicidas.
Oigo pegando mis oídos
al mapa vivo de tu suelo
que llevo aquí, aquí en las manos,
repicar todas tus campanas,
parpadear todas tus estrellas.
Al desposarme con mi tierra
haced, amigos, mi sortija
con la luciérnaga más sola.
La inmensa noche de mi muerte
duerma mi sien sobre mi mano
con la luciérnaga más sola.
Letanías del desterrado
Y tú, desterrado:
Estar de paso, siempre de paso,
tener la tierra como posada,
contemplar cielos que no son nuestros,
vivir con gente que no es la nuestra,
cantar canciones que no son nuestras,
reír con risa que no es la nuestra,
estrechar manos que no son nuestras,
llorar con llanto que no es el nuestro,
tener amores que no son nuestros,
probar comida que no es la nuestra,
rezar a dioses que no son nuestros,
oír un nombre que no es el nuestro,
pensar en cosas que no son nuestras,
usar moneda que no es la nuestra,
sentir caminos que no son nuestros…
Y tú, desterrado:
Estar de paso, siempre de paso,
tenerlo todo como prestado,
besar a niños que no son nuestros,
hacerse a fuego que no es el nuestro,
oír campanas que no son nuestras,
poner la cara que no es la nuestra,
llorar por muertos que no son nuestros,
vivir la vida que no es la nuestra,
jugar a juegos que no son nuestros,
dormir en cama que no es la nuestra,
subir a torres que no son nuestras,
leer noticias, menos las nuestras,
sufrir por todos y por lo nuestro,
oír que llueve con otra lluvia
y beber agua que no es la nuestra…
Y tú, desterrado:
Estar de paso, siempre de paso,
no tener sombra, sino equipaje,
brindar en fiestas que no son nuestras
compartir lecho que no es el nuestro,
lecho y “pan nuestro” que no es el nuestro,
contar historias que no son nuestras,
cambiar de casas que no son nuestras,
hacer trabajos que no son nuestros,
andar ciudades que no la nuestra
y en hospitales que no son nuestros
cura de males que tienen cura,
alivio al menos, que no del nuestro,
que sólo sana con el regreso…
Y tú, desterrado:
Estar de paso, siempre de paso,
tal vez mañana, mañana o nunca..
El tiempo falso de los relojes
no cuenta el tiempo, cuenta la ausencia,
envejecerse cumpliendo años
que no son años sino descuentos
del almanaque que no es el nuestro,
morir en tierra que no es la nuestra,
oír que lloran sin ser los nuestros,
que otra bandera, que no es la nuestra,
cubre maderas que no son nuestras,
ataúd nuestro que no es el nuestro,
flores y cruces que no son nuestras,
dormir en tumba que no es la nuestra,
mezclarse a huesos que no son nuestros,
que al fin de cuentas, hombre sin patria
hombre sin nombre, hombre sin hombre…
Y tú, desterrado:
Estar de paso, siempre de paso,
tener la tierra como posada,
tenerlo todo como prestado,
no tener sombra sino equipaje,
tal vez mañana, mañana o nunca…
ELLA LO DIJO EN UN POEMA
Va pasando esta pena,
la pena de la vida,
la pena que no importa,
tú la has sentido larga,
yo la he sentido corta
y aún está distante
la tierra prometida.
A nuestro paso errante
fatal es todo empeño,
toda esperanza es muerta,
toda ilusión fallida …
Yo guardaré tu nombre,
yo velaré tu sueño,
yo esperaré contigo los primeros albores,
yo enjugaré tu llanto cuando conmigo llores,
y cuando ya no quieras que camine contigo
déjame abandonada como un grano de trigo
sobre las sementeras …
¡Déjame para siempre cuando ya no me quieras!
Otras ciudades, pero no Venecia
Otras ciudades, pero no con viento
en los palacios para hacerse al mar.
Anclada apenas en la tierra,
siento que esta ciudad está para zarpar.
Otras ciudades, pero no con tiento
de espejos, y neblinas, y radar
de murciélagos que oyen movimiento
de puentes en que todo es navegar.
Otras ciudades, sin la peripecia
de este ir soñando un viaje sin escalas,
otras ciudades pero no con alas
de piedra blanca y mármoles en vuelo,
reflejo de ciudad entre agua y cielo,
otras ciudades, pero no Venecia.
La niña de Guatemala
Quiero, a la sombra de un ala,
Contar este cuento en flor:
La niña de Guatemala,
La que se murió de amor.
Eran de lirios los ramos,
Y las orlas de reseda
Y de jazmín: la enterramos
En una caja de seda.
…Ella dio al desmemoriado
Una almohadilla de olor:
El volvió, volvió casado:
Ella se murió de amor.
Iban cargándola en andas
Obispos y embajadores:
Detrás iba el pueblo en tandas,
Todo cargado de flores.
…Ella, por volverlo a ver,
Salió a verlo al mirador:
El volvió con su mujer:
Ella se murió de amor.
Como de bronce candente
Al beso de despedida
Era su frente ¡la frente
Que más he amado en mi vida!
…Se entró de tarde en el río,
La sacó muerta el doctor:
Dicen que murió de frío:
Yo sé que murió de amor.
Allí, en la bóveda helada,
La pusieron en dos bancos:
Besé su mano afilada,
Besé sus zapatos blancos.
Callado, al oscurecer,
Me llamó el enterrador:
¡Nunca más he vuelto a ver
A la que murió de amor!
El amor
¡Ah, suave afán, cabal e inútil pena,
clima de una piel tibia como un trino,
en secreto misterio la cadena
forjando está con sólo ser divino!
Astral tonicidad de sus recreos,
preciosa soledad de sus combates,
en linterna de alarma sus deseos
quemando está de campos a penates.
Eternidad de pétalo de rosa,
silencio azúl de álamo que aroma,
manjar de sombra con calor de esposa,
fruto prohibido que en el polen yerra,
tejiendo está con alas de paloma,
el vestido de novia de la Tierra.
ÉL LO DIJO EN UN POEMA
Ya cuando pase el tiempo en que te espero,
cuando la beatitud de tus cariños
vuelvas a darme y nos sintamos niños
ya tal vez no te quiero.
Si tardas mucho, primavera ha huido
y a tu regreso, tras las puertas juntas,
encontrarás sentado a un Viejo Olvido
con los ojos cargados de preguntas.
Los gatos de Venecia
De vidrio veneciano uñas en nieve,
en oro o en penumbra. Blancos gatos
de ojos de Nilo, negros de andar breve
y de ámbar de relámpago en retratos
tomados al magnesio que luz llueve,
los gatos amarillos, arrebatos
da esta ciudad que en góndolas se mueve
entre gatos y gatas que hacen tratos.
En góndolas de máscara gatuna
que erguidas, sin orejas y con dientes
de mandolina, corren tras la luna,
bola de lana que se desovilla
bajo los espinazos de los puentes
enarcados de una a otra orilla.
Venecia iluminada
¿De qué luz están hechos los cocuyos
y las verdes luciérnagas, luz y agua,
y los gusanos luminosos cuyos
besos son luz, y el fuego de la fragua,
y las estrellas, y los ojos tuyos,
aguasoles de sol que se desagua,
y la aurora boreal que ha hecho suyos
el esplendor del cielo que se agua
en el mar, éxtasis y agonía,
y la noche que sube a ser el día
pulverizada en aire de diamante
y el cinturón del cepo rutilante,
de qué luz están hechos, de qué hechizo,
que nos responda Dios el que los hizo.
ITE MISSA EST
A Reynaldo de Rafael
Yo adoro a una sonámbula con alma de Eloísa,
virgen como la nieve y honda como la mar;
su espíritu es la hostia de mi amorosa misa,
y alzo al són de una dulce lira crepuscular.
Ojos de evocadora, gesto de profetisa,
en ella hay la sagrada frecuencia del altar:
su risa en la sonrisa suave de Monna Lisa;
sus labios son los únicos labios para besar.
Y he de besarla un día con rojo beso ardiente;
apoyada en mi brazo como convaleciente
me mirará asombrada con íntimo pavor;
la enamorada esfinge quedará estupefacta;
apagaré la llama de la vestal intacta
¡y la faunesa antigua me rugirá de amor!
Habla el gran lengua
Ceñimos las diademas del fuego,
las diademas del hombre,
para defender nuestra heredad,
el patrio elemento terrenal
sin tráfago de dueños;
tenemos las llaves del futuro
donde comienza el tiempo
y el cielo que atraviesa
el caminante de las sandalias de oro.
Vestimos nuestro plumaje, orlamos
nuestros pechos de acolchado silencio
con la flor heroica, candente,
y empezamos a batallar en las montañas,
en los campos,
en la ordenación de los telares,
de las palabras conjugadas con rocío,
de las herramientas bañadas de sudor,
de los candelarios de turquesa y jade,
petrificados en las escalinatas de los vertederos
de silencio lunar.
Tuvimos la mañana en el pecho.
Los ojos de las mujeres de senos en yunta
vieron amanecer entre criaturas
y amamantó a los hijos la leche tributaria
del bien y la alegría.
Tuvimos la mañana en las manos.
Tuvimos la mañana en la frente.
Y nadie avanzó allá de las pestañas del mar,
espumosas, salobres,
y nadie alteró el ritmo de su paso.
Las cabezas movíanse en redor de los cuellos,
al inclinarse para la reverencia, alzarse para andar
erguidas o volverse de un lado a otro: ¿Cuántas cabezas?
La selva las contaba. Cuantas cabezas firmes
en los cuellos, en los hombros, el tórax,
las piernas, las pantorrillas, los tobillos
y el lenguaje de los dedos de los pies
de la raza que sosegó caminos.
Una gran asamblea.
Agua nacida de las rocas, los ojos en las caras.
Grandes o pequeñas gotas de agua, las pupilas,
en las caras de piel lisa, fresca,
pulida por el viento, húmedo lunar.
Veían. Hablaban. Inexistentes y existentes.
Su presencia era el hablar y el callar.
Las manos en balanzas de antebrazos con brazaletes
que pesaban el dicho del sabio,
daban alas a la elocuencia del vidente
y se abrían y cerraban, como hojas de adormidera
en los antebrazos dolidos del extático,
quietud que rompió el Gran Lengua,
al que seguían las luciérnagas
entre la luz y el sueño, las joyas, el colibrí,
la pelambre graciosa de la mazorca de maíz verde,
la cárcel de los tatuajes
y las pieles de venadas que lo hacían distante.
ALLÁ LEJOS
Buey que vi en mi niñez echando vaho un día
bajo el nicaragüense sol de encendidos oros,
en la hacienda fecunda, plena de la armonía
del trópico; paloma de los bosques sonoros
del viento, de las hachas, de pájaros y toros
salvajes, yo os saludo, pues sois la vida mía.
Pesado buey, tú evocas la dulce madrugada
que llamaba a la ordeña de la vaca lechera,
cuando era mi existencia toda blanca y rosada;
y tú, paloma arrulladora y montañera,
significas en mi primavera pasada
todo lo que hay en la divina Primavera.
Cerbatanero
Muchas veces volvió el Cerbatanero
con los ojos más hondos que el desvelo.
—Cerbatanero di ¿dónde está el cielo?
—Ya Dios se lo llevó…
—¿Entero?…
—Entero,
y fue mejor…
—¿Por qué, Cerbatanero?
—Porque después, se llevará el anhelo,
la tierra quedará para el guerrero
y el mar irá detrás llorando el duelo.
—Cuando el hombre se cansa de ser hombre,
(¿de qué flor no hay aroma en tu cansancio?)
Dios se lleva lo bueno de la tierra,
bajan arcones de color de nube
para el aljófar, el rocío, el viento,
y el agua de los ríos, y en estuches
de fuentes irisadas van los sueños,
cabellos de mujer, senos nadando
y caritas de niños sonrosados.
—¿Se llevará a los niños
—Se los lleva:
si los niños no ríen ni sonríen
de qué sirven los niños en la vida.
—Pero, Cerbatanero, ¿habrá cosechas?
—El campesino ya se siente falso,
trabaja humedecido de nostalgia.
Arar, sembrar, vivir para el guerrero.
Es mejor que se acaben las cosechas
que enantes eran fiestas, las vendimias
en que había la luz enamorada
del hombre en la dulzura de las vidas.
Cosechar ¿para qué?, si la matanza,
la ingratitud y la miseria es tanta,
como si fuera el triste resultado
de todas las industrias, tal industria.
La nupcia de los astros esta noche
sobre el dormido espacio de los seres.
Ciega y profunda oscuridad del suelo
sube a los pies. Adiós, Cerbatanero.
Guatemala
(Cantata)
¡Patria de las perfectas luces, tuya
la ingenua, agraria y melodiosa fiesta,
campos que cubren hoy brazos de cruces!
¡Patria de los perfectos lagos, altos
espejos que tu mano acerca al cielo
para que vea Dios tantos estragos!
¡Patria de los perfectos montes, cauda
de verdes curvas imantando auroras,
hoy por cárcel te dan tus horizontes!
¡Patria de los perfectos días, horas
de pájaros, de flores, de silencio
que ahora, ¡oh dolor!, son agonías!
¡Patria de los perfectos cielos, dueña
de tardes de oro y noches de luceros,
alba y poniente que hoy visten tus duelos!
¡Patria de los perfectos valles, tienden
de volcán a volcán verdes hamacas
que escuchan hoy llorar casas y calles!
¡Patria de los perfectos frutos, pulpa
de paraíso en cáscara de luces,
agridulces ahora por tus lutos!
¡Patria del armadillo y la luciérnaga
del pavoazul y el pájaro esmeralda,
por la que llora sin cesar el grillo!
¡Patria del monaguillo de los monos,
el atel colilargo, los venados,
los tapires, el pájaro amarillo
y los cenzontles reales, fuego en plumas
del colibrí ligero, juego en voces
de la protesta de tus animales!
Loros de verde que a tu oído gritan
no ser del oro verde que ambicionan
los que la libertad, Patria, te quitan.
Guacamayas que son tu plusvalía
por el plumaje de oro, cielo y sangre,
proclamándote va su gritería…
¡Patria de las perfectas aves, libre
vive el quetzal y encarcelado muere,
la vida es libertad, Patria, lo sabes!
¡Patria de los perfectos mares, tuyos
de tu profundidad y ricas costas,
más salóbregos hoy por tus pesares!
¡Patria de las perfectas mieses, antes
que tuyas, júbilo del pueblo, gente
con la que ahora en el pesar te creces!
¡Patria de los perfectos goces, hechos
de sonido, color, sabor, aroma,
que ahora para quién no son atroces!
¡Patria de las perfectas mieles, llanto
salado hoy, llanto en copa de amargura,
no la apartes de mí, no me consueles!
¡Patria de las perfectas siembras, calzan
con hambre de maíz sus pies desnudos,
los que huyen hoy, tus machos y tus hembras!
A VOSOTROS….A TODOS VOSOTROS
a vosotros,
los silenciosos seres de la noche
que tomaron mi mano en las tinieblas, a vosotros,
lámparas
de la luz inmortal, líneas de estrella,
pan de las vidas, hermanos secretos,
a todos, a vosotros,
digo: no hay gracias,
nada podrá llenar las copas
de la pureza,
nada puede
contener todo el sol en las banderas
de la primavera invencible,
como vuestras calladas dignidades.
Solamente
pienso
que he sido tal vez digno de tanta
sencillez, de flor tan pura,
que tal vez soy vosotros, eso mismo,
esa miga de tierra, harina y canto,
ese amasijo natural que sabe
de dónde sale y dónde pertenece.
No soy una campana de tan lejos,
ni un cristal enterrado tan profundo
que tú no puedas descifrar, soy sólo
pueblo, puerta escondida, pan oscuro,
y cuando me recibes, te recibes
a ti mismo, a ese huésped
tantas veces golpeado
y tantas veces
renacido.
A todo, a todos,
a cuantos no conozco, a cuantos nunca
oyeron este nombre, a los que viven
a lo largo de nuestros largos ríos,
al pie de los volcanes, a la sombra
sulfúrica del cobre, a pescadores y labriegos,
a indios azules en la orilla
de lagos centelleantes como vidrios,
al zapatero que a esta hora interroga
clavando el cuero con antiguas manos,
a ti, al que sin saberlo me ha esperado,
yo pertenezco y reconozco y canto.