»BLAS DE OTERO
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Blas de Otero fue una de las voces más destacadas de la poesía social española de los años cincuenta; nació en Bilbao el 15 de marzo de 1916 y falleció en Madrid el 29 de junio de 1979. Pese a que “A la inmensa mayoría” aparece en el poemario Pido la paz y la palabra de 1955, debemos retroceder unos cuantos años para poder entender el significado de sus versos: Tras ese gran paréntesis que supuso culturalmente la Guerra Civil aparecen dos grandes vertientes poéticas, en palabras de Dámaso Alonso, la poesía arraigada y la poesía desarraigada. http://www.blasdeotero.org/
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LOS POEMAS |
Una muestra de sus poemas
A LA INMENSA MAYORÍAAquí tenéis, en canto y alma, al hombre Así es, así fue. Salió una noche Tiendas de paz, brizados pabellones, ¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces Yo doy todos mis versos por un hombre |
AIRE LIBRE
Si algo me gusta, es vivir.
Ver mi cuerpo en la calle,
Hablar contigo como un camarada,
Mirar escaparates
Y, sobre todo, sonreír de lejos
A los árboles…
También me gustan los camiones grises
Y muchísimo más los elefantes.
Besar tus pechos,
Echarme en tu regazo y despeinarte,
Tragar agua de mar como cerveza
Amarga, espumeante.
Todo lo que sea salir
De casa, estornudar de tarde en tarde,
Escupir contra el cielo de los tundras
Y las medallas de los similares,
Salir
De esta espaciosa y triste cárcel,
Aligerar los ríos y los soles,
Salir, salir al aire libre, al aire.
ANCHAS SÍLABAS
Que mi pie te despierte, sombra a sombra
He bajado hasta el fondo de la patria.
Hoja a hoja, hasta dar con la raíz
Amarga de mi patria.
Que mi fe te levante, sima a sima
He salido a la luz de la esperanza.
Hombro a hombro, hasta ver un pueblo en pie
De paz, izando un alba.
Que mi voz brille libre, letra a letra
Restregué contra el aire las palabras.
Ah, las palabras. Alguien heló
Los labios -bajo el sol- de España.
BASTA
Imaginé mi horror por un momento
Que Dios, el solo vivo, no existiera,
O que, existiendo, sólo consistiera
En tierra, en agua, en fuego, en sombra, en viento.
Y que la muerte, oh estremecimiento,
Fuese el hueco sin luz de una escalera,
Un colosal vacío que se hundiera
En un silencio desolado, liento.
Entonces ¿para qué vivir, oh hijos
De madre, a qué vidrieras, crucifijos
Y todo lo demás? Basta la muerte.
Basta. Termina, oh Dios, de maltratarnos.
O si no, déjanos precipitarnos
Sobre Ti —ronco río que revierte.
CANCIÓN CINCO
Por los puentes de Zamora,
Sola y lenta, iba mi alma.
No por el puente de hierro,
El de piedra es el que amaba.
A ratos miraba al cielo,
A ratos miraba al agua.
Por los puentes de Zamora,
Sola y lenta, iba mi alma.
CIEGAMENTE
Porque quiero tu cuerpo ciegamente.
Porque deseo tu belleza plena.
Porque busco ese horror, esa cadena
Mortal, que arrastra inconsolablemente.
Inconsolablemente. diente a diente,
Vos bebiendo tu amor, tu noche llena.
Diente a diente, Señor, y vena a vena
Vas sorbiendo mi muerte. Lentamente.
Porque quiero tu cuerpo y lo persigo
A través de la sangre y de la nada.
Porque busco tu noche toda entera.
Porque quiero morir, morir contigo
Esta horrible tristeza enamorada
Que abrazarás, oh, Dios, cuando yo muera.
CUERPO DE MUJER
Tántalo en fugitiva fuente de oro.
Quevedo
Cuerpo de la mujer, río de oro
Donde, hundidos los brazos, recibimos
Un relámpago azul, unos racimos
De luz rasgada en un frondor de oro.
Cuerpo de la mujer o mar de oro
Donde, amando las manos, no sabemos,
Si los senos son olas, si son remos
Los brazos, si son alas solas de oro…
Cuerpo de la mujer, fuente de llanto
Donde, después de tanta luz, de tanto
Tacto sutil, de Tántalo es la pena.
Suena la soledad de Dios. Sentimos
La soledad de dos. Y una cadena
Que no suena, ancla en Dios almas y limos.
CUERPO TUYO
Esa tierra con luz es cielo mío.
Alba de Dios, estremecidamente
Subirá por mi sangre. Y un relente
De llama, me dará tu escalofrío.
Puente de dos columnas, y yo río.
Tú, río derrumbado, y yo su puente
Abrazando, cercando su corriente
De luz, de amor, de sangre en desvarío.
Ahora, brisa en la brisa. Seda suave.
Ahora, puerta plegada, frágil llave.
Muro de luz. Leve, sellado, ileso.
Luego, fronda de Dios y sima mía.
Ahora. Luego. Por tanto. Sí, por eso
Deseada y sin sombra todavía.
DESAMOR
Cuando tu cuerpo es nieve
Perdida en un olvido deshelado,
Y el aire no se atreve
A moverse por miedo a lo olvidado;
Y el mar, cuando se mueve
E inventa otra postura,
Es sólo por sentirse de este lado
Más ágil de recuerdos y amargura.
Cuando es ya nieve pura,
Y tu alma señal de haber llorado,
Y entre cartas y besos
Amarillos suspiras porque, al verlas,
No te serán ya ésos
Más que -pendientes de los ojos- perlas;
Y las rosas ilesos,
Y los blancos sin roce,
Entre cintas desnudas, enterradas,
Reavivan el goce
Triste de ver ya frías, desamadas,
Las prendas y el amor que aún las conoce.
Entonces a mí puedes
Venir, llegar, oh, pluma que deriva
Por los aires más solos:
Yo tenderé y tiraré hacia arriba,
Altos sueños, mis redes,
Para que eterna, si antes fugitiva,
Entre mis alas, no en mis brazos, quedes.
DIGO VIVIR
Porque vivir se ha puesto al rojo vivo.
(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
Hubiese de quedar de lo que escribo.
Porque escribir es viento fugitivo,
Y publicar, columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso, airada-
Mente morir, citar desde el estribo.
Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,
Abominando cuanto he escrito: escombro
Del hombre aquel que fui cuando callaba.
Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
Más inmortal: aquella fiesta brava
Del vivir y el morir. Lo demás sobra.
EN EL PRINCIPIO
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
Lo que tiré, como un anillo, al agua,
Si he perdido la voz en la maleza,
Me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
Lo que era mío y resultó ser nada,
Si he segado las sombras en silencio,
Me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
Puro y terrible de mi patria,
Si abrí los labios hasta desgarrármelos,
Me queda la palabra.
EN NOMBRE DE MUCHOS
Para el hombre hambreante y sepultado
En sed —salobre son de sombra fría—,
En nombre de la fe que he conquistado:
Alegría.
Para el mundo inundado
De sangre, engangrenado a sangre fría,
En nombre de la paz que he voceado:
Alegría.
Para ti, patria, árbol arrastrado
Sobre los ríos, ardua España mía,
En nombre de la luz que ha alboreado:
Alegría.
EN CASTELLANO
Aquí tenéis mi voz
Alzada contra el cielo de los dioses absurdos,
Mi voz apedreando las puertas de la muerte
Con cantos que son duras verdades como puños.
Él ha muerto hace tiempo, antes de ayer. Ya hiede.
Aquí tenéis mi voz zarpando hacia el futuro.
Adelantando el paso a través de las ruinas,
Hermosa como un viaje alrededor del mundo.
Mucho he sufrido: en este tiempo, todos
Hemos sufrido mucho.
Yo levanto una copa de alegría en las manos,
En pie contra el crepúsculo.
Borradlo. Labraremos la paz, la paz, la paz,
A fuerza de caricias, a puñetazos puros.
Aquí os dejo mi voz escrita en castellano.
España, no te olvides que hemos sufrido juntos.
EN EL PRINCIPIO
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
Lo que tiré, como un anillo, al agua,
Si he perdido la voz en la maleza,
Me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
Lo que era mío y resultó ser nada,
Si he segado las sombras en silencio,
Me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
Puro y terrible de mi patria,
Si abrí los labios hasta desgarrármelos,
Me queda la palabra.
EN UN CHARCO
No vengas ahora. (No vengas ahora,
Aunque es de noche.)
Huye.
Hay días malos, días que crecen
En un charco de lágrimas.
Escóndete en tu cuarto y cierra la puerta y haz un nudo
En la llave,
Y mírate desnuda en el espejo, como
En un charco de lágrimas.
Me acuerdo que una vez me mordiste los ojos.
Se te llenó la boca de pus y hiel; pisabas
En un charco de lágrimas.
Despréciame. Imagíname convertido en una ruta gris,
Sucia, babeante, con las tripas esparcidas
En un charco de lágrimas.
ENTONCES Y ADEMÁS
Cuando el llanto, partido en dos mitades,
Cuelga, sombríamente, de las manos,
Y el viento, vengador, viene y va, estira
El corazón, ensancha el desamparo.
Cuando el llanto, tendido como un llanto
Silencioso, se arrastra por las calles
Solitarias, se enreda entre los pies,
Y luego suavemente se deshace.
Cuando morir es ir donde no hay nadie,
Nadie, nadie; caer, no llegar nunca,
Nunca, nunca; morirse y no poder
Hablar, gritar, hacer la gran pregunta.
Cuando besar una mujer desnuda
Sabe a ceniza, a bajamar, a broza,
Y el abrazo final es esa franja
Sucia que deja, en bajamar, la ola.
Entonces, y también cuando se toca
Las dos manos el vacío, el hueco,
Y no hay donde apoyarse, no hay columnas
Que no sean de sombra y de silencio.
Entonces, y además cuando da miedo
Ser hombre, y estar solo es estar solo,
Nada más que estar solo, sorprenderse
De ser hombre, ajenarse: ahogarse sólo.
ES INÚTIL
Con hambre quedará si en esto queda…
Juan Boscán
Cada beso que doy, como un zarpazo
En el vacío, es carne olfateada
De Dios, hambre de dios, sed abrasada
En la trenzada hoguera de un abrazo.
Me pego a ti, me tiendo en tu regazo
Como un náufrago atroz que gime y nada,
Trago trozos de mar y agua rosada:
Senos las olas son, suave el bandazo.
Se te quiebran los ojos y la vida.
Lloras sangre de Dios por una herida
Que hace nacer, para el amor, la muerte.
¡Y es inútil pensar que nos unimos!
¡Es locura creer que pueda verte,
Oh dios, abriendo, entre la sombra, limos!
EPAÑAHOGÁNDOSE
Cuando pienso
En el mar es decir
La vida que uno ha envuelto desenvuelto
Como
Olas
Sonoras
Y sucedió que abril abrió sus árboles
Y yo callejeaba iba venía
Bajo la torre de san Miguel
O más lejos
Bajaba
Las descarnadas calles de Toledo
Pero es el mar
Quien me lleva y des lleva en sus manos
El mar desmemoriado
Donde estoy son las márgenes
Del Esla los esbeltos álamos
Amarillos que menea el aire
No sé oigo las olas
De Orio Guetaria
Elanchove las anchas
Olas rabiosas
Es decir la vida que uno hace
Y deshace
Cielos
Hundidos días como diamante
Una
Guitarra en el Perchel de noche
La playa rayada de fusiles
Frente a Torrijos y sus compañeros.
HIJA DE YAGO
Aquí, proa de Europa preñadamente en punta;
Aquí, talón sangrante del bárbaro Occidente;
Áspid en piedra viva, que el mar dispersa y junta;
Pánica Iberia, silo del sol, haza crujiente.
Tremor de muerte, eterno tremor escarnecido,
Ávidamente orzaba la proa hacia otra vida,
En tanto que el talón, en tierra entrometido,
Pisaba, horrible, el rostro de América adormida.
¡Santiago y cierra España! Derrostran con las uñas
Y con los dientes rezan a un Dios de infierno en ristre,
Encielan a sus muertos, entierran las pezuñas
En la más ardua historia que la Historia registre.
Alángeles y arcángeles se juntan contra el hombre.
Y el hambre hace su presa, los túmulos su agosto.
Tres años y cien caños de sangre Abel, sin nombre…
(Insoportablemente terrible es su arregosto.)
Madre y maestra mía, triste, espaciosa España,
He aquí a tu hijo. Úngenos, madre. Haz
Habitable tu ámbito. Respirable tu extraña
Paz. Para el hombre, Paz. Para el aire, madre, paz.
HOMBRE
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
Al borde del abismo, estoy clamando
A Dios. Y su silencio, retumbando,
Ahoga mi voz en el vacío inerte.
Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
Despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
Oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
Solo. Arañando sombras para verte.
Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser —y no ser— eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!
ÍMPETU
Mas no todo ha de ser ruina y vacío.
No todo desescombro ni deshielo.
Encima de este hombro llevo el cielo,
Y encima de este otro, un ancho río
De entusiasmo. Y, en medio, el cuerpo mío,
Árbol de luz gritando desde el suelo.
Y, entre raíz mortal, fronda de anhelo,
Mi corazón en pie, rayo sombrío.
Sólo el ansia me vence. Pero avanzo
Sin dudar, sobre abismos infinitos,
Con la mano tendida: si no alcanzo
Con la mano, ¡ya alcanzaré con gritos!
Y sigo, siempre, en pie, y así, me lanzo
Al mar, desde una fronda de apetitos.
JUICIO FINAL
Yo, pecador, artista del pecado,
Comido por el ansia hasta los tuétanos,
Yo, tropel de esperanza y de fracasos,
Estatua del dolor, firma del viento.
Yo, pecador, en fin, desesperado
De sombras y de sueños: me confieso
Que soy un hombre en situación de hablaros
De la vida. Pequé. No me arrepiento.
Nací para narrar con estos labios
Que barrerá la muerte un día de éstos,
Espléndidas caídas en picado
Del bello avión aquel de carne y hueso.
Alas arriba disparó los brazos,
Alardeando de tan alto invento;
Plumas de níquel. Escribid despacio.
Helas aquí, hincadas en el suelo.
Este es mi sitio. Mi terreno. Campo
De aterrizaje de mis ansias. Cielo
Al revés. Es mi sitio y no lo cambio
Por ninguno. Caí. No me arrepiento.
Ímpetus nuevos nacerán, más altos.
Llegaré por mis pies -¿para qué os quiero?-
A la patria del hombre: al cielo raso
De sombras ésas y de sueños ésos.
LA TIERRA
De tierra y mar, de fuego y sombra pura,
Esta rosa redonda, reclinada
En el espacio, rosa volteada
Por las manos de Dios, ¡cómo procura
Sostenemos en pie y en hermosura
De cielo abierto, oh inmortalizada
Luz de la muerte hiriendo nuestra nada!
La Tierra: girasol; poma madura.
Pero viene un mal viento, un golpe frío
De las manos de Dios, y nos derriba.
Y el hombre, que era un árbol, ya es un río.
Un río echado, sin rumor, vacío,
Mientras la tierra sigue a la deriva,
¡Oh Capitán, oh Capitán, Dios mío!
LO FATAL
Entre enfermedades y catástrofes
Entre torres turbias y sangre entre los labios
Así te veo así te encuentro
Mi pequeña paloma desguarnecida
Entre embarcaciones con los párpados entornados
Entre nieve y relámpago
Con tus brazos de muñeca y tus muslos de maleza
Entre diputaciones y farmacias
Irradiando besos de la frente
Con tu pequeña voz envuelta en un pañuelo
Con tu vientre de hostia transparente
Entre esquinas y anuncios depresivos
Entre obispos
Con tus rodillas de amapola pálida
Así te encuentro y te reconozco
Entre todas las catástrofes y escuelas
Asiéndome el borde del alma con tus dedos de humo
Acompañando mis desastres incorruptibles
Paloma desguarnecida
Juventud cabalgando entre las ramas
Entre embarcaciones y muelles desolados
Última juventud del mundo
Telegrama planchado por la aurora
Por los siglos de los siglos
Así te veo así te encuentro
Y pierdo cada noche caída entre alambradas
Irradiando aviones en el radar de tu corazón
Campana azul del cielo
Desolación del atardecer
Así cedes el paso a las muchedumbres
Única como una estrella entre cristales
Entre enfermedades y catástrofes
Así te encuentro en mitad de la muerte
Vestida de violeta y pájaro entrevisto
Con tu distraído pie
Descendiendo las gradas de mis versos.
LUEGO
Cuando te vi, oh cuerpo en flor desnudo.
Creí ya verle a Dios en carne viva.
No sé qué luz, de dentro, de quién, iba
Naciendo, iba envolviendo tu desnudo
Amoroso, oh aire, oh mar desnudo.
Una brisa vibrante, fugitiva,
Ibas fluyendo, un agua compasiva,
Tierna, tomada entre un frondor desnudo.
Te veía, sentía y te bebía,
Solo, sediento, con palpar de ciego,
Hambriento, sí, ¿de quién?, de Dios sería.
Hambre mortal de Dios, hambriento hasta
La saciedad, bebiendo sed, y, luego,
Sintiendo, ¡por qué, oh Dios!, que eso no basta.
MADEMOISELLE ISABEL, RUBIA Y FRANCESA
Mademoiselle Isabel, rubia y francesa,
Con un mirlo debajo de la piel,
No sé si aquél o ésta, oh mademoiselle
Isabel, canta en él o si él en esa.
Princesa de mi infancia; tú, princesa
Promesa, con dos senos de clavel;
yo, le livre, le crayon, le… le… oh Isabel,
Isabel… tu jardín tiembla en la mesa.
De noche, te alisabas los cabellos,
Yo me dormía, meditando en ellos
Y en tu cuerpo de rosa: mariposa
Rosa y blanca, velada con un velo.
Volada para siempre de mi rosa
-Mademoiselle Isabel- y de mi cielo.
MÚSICA TUYA
¿Es verdad que te gusta verte hundida
En el mar de la música; dejarte
Llevar por esas alas; abismarte
En esa luz tan honda y escondida?
Si es así, no ames más; dame tu vida,
Que ella es la esencia y el clamor del arte;
Herida estás de Dios de parte a parte,
Y yo quiero escuchar sólo esa herida.
Mares, alas, intensas luces libres,
Sonarán en mi alma cuando vibres,
Ciega de amor, tañida entre mis brazos.
Y yo sabré la música ardorosa
De unas alas de Dios, de una luz rosa,
De un mar total con olas como abrazos.
PIDO LA PAZ Y LA PALABRA
Pido la paz y la palabra
Escribo
En defensa del reino
Del hombre y su justicia. Pido
La paz
Y la palabra. He dicho
“Silencio”,
“sombra”,
“vacío”
Etcétera.
Digo
“Del hombre y su justicia”,
“Océano pacífico”,
Lo que me dejan.
Pido
La paz y la palabra.
POR CARIDAD
Por caridad
Laura,
Paloma amedrentada,
Hija del campo, qué existencia ésta,
Dices, con el hijo a cuestas
Desde tus veinte años,
Tres años en la Maternidad
Fregando los suelos,
Por caridad
(Por caridad, te dejan fregar el suelo),
Ahora en la calle
Y entre mis brazos,
Laura,
Te amo directamente,
No
Por caridad,
Estás cansada
De todo,
De sufrir frío,
De tu pequeño acordeón
Entre las piernas,
Del desamor,
Pero no olvides
(Nunca),
Yo te amo directamente,
Y no
Por caridad.
RELATO
Recuerdo. No recuerdo. El viento. El mar.
Un hombre al borde del cantil. El viento.
El mar desamarrando olas horribles.
Un hombre al borde de un cantil. Recuerdo.
No recuerdo. Los brazos
Alzados hacia un cielo ceniciento.
El viento. El golpe de las olas
Contra las rocas.
Un hombre al borde
De la muerte.
El mar.
El cielo, mudo. Ceniciento. El cielo.
Recuerdo. Oigo las olas.
El viento. Entre las sienes. No recuerdo.
Un hombre
Al borde de un cantil, gritando. Abriendo
Y cerrando los brazos.
Un hombre ciego.
Recuerdo. Alzó la frente. Un viento frío
Le azotó el alma. No recuerdo. Veo
El mar.
Nado por dentro.
Avanzo
Hacia una luz, hacia una luz. No veo.
Escucho
Un silencio de yelo.
Y braceo, braceo hacia la luz,
Y tropiezo,
Y braceo, y emerjo bajo el sol
¡Oh júbilo!, y avanzo… y no recuerdo
Más. Esto es todo cuanto sé. Sabedlo.
SERENIDAD
Serenidad, seamos siempre buenos
Amigos. Caminemos reposada-
Mente. La frente siempre sosegada
Y siempre sosegada el alma. Menos
Mal que bebí de tus venenos,
Inquietud, y no me supiste a nada.
El aire se serena, remansada
Música suena de acordes serenos.
No moverán la hoja sostenida
Con mis dedos, a contra firmamento
En medio del camino de mi vida.
Vísteme de hermosura el pensamiento,
Serenidad, perennemente unida
Al árbol de mi vida a contra viento.
TÚ, QUE HIERES
Serenidad, seamos siempre buenos
Amigos. Caminemos reposada-
Mente. La frente siempre sosegada
Y siempre sosegada el alma. Menos
Mal que bebí de tus venenos,
Inquietud, y no me supiste a nada.
El aire se serena, remansada
Música suena de acordes serenos.
No moverán la hoja sostenida
Con mis dedos, a contra firmamento
En medio del camino de mi vida.
Vísteme de hermosura el pensamiento,
Serenidad, perennemente unida
Al árbol de mi vida a contra viento.
TU VIENTRE Y OTROS RESABIOS
La juventud
Su paso acelerado ojos de acero manos más de dos
Alegría
Escuchar un disco cuadrado hacer el amor con la mujer
Del prójimo (¿no somos todos prójimos?)
El aturdimiento del atardecer
El microcosmos de la física moderna
-Después de muerto me basta ser electrón-
Mi juventud tirada por la ventana
Tu piel papel de seda
Tus senos uno al sol el otro en la sombra
Mi deambular por los barrios galdosianos
El electroshock de súbito
Alegría
Dios es bueno en tanto la mujer responda
Quédate esta noche a desayunar
Me permito exclamar oh tu entrepierna en voz baja
Quiero vivir en América
Qué coño en América del Sur,
He visto demasiadas tierras
Todas caben en tu axila
Salgamos de la habitación por la puerta de urgencia
Compremos un buen periódico clara utopía
Y saludemos a la juventud desde los cincuenta y siete años
Como diecisiete como veintiuno como tu vientre de malvavisco.
UN RELÁMPAGO APENAS
Besas como si fueses a comerme.
Besas besos de mar, a dentelladas.
Las manos en mis sienes y abismadas
Nuestras miradas. Yo, sin lucha, inerme,
Me declaro vencido, si vencerme
Es ver en ti mis manos maniatadas.
Besas besos de Dios. A bocanadas
Bebes mi vida. Sorbes. Sin dolerme,
Tiras de mi raíz, subes mi muerte
A flor de labio. Y luego, mimadora,
La brisas y la rozas con tu beso.
Oh Dios, oh Dios, oh Dios, si para verte
Bastara un beso, un beso que se llora
Después, porque, ¡oh, por qué!, no basta eso.
VI QUE ESTABAS
Volví la frente: Estabas. Estuviste
Esperándome siempre.
Detrás de una palabra
Maravillosa, siempre.
Abres y cierras, suave, el cielo.
Como esperándote, amanece.
Cedes la luz, mueves la brisa
De los atardeceres.
Volví a la vida; vi que estabas
Tejiendo, destejiendo siempre.
Silenciosa, tejiendo
(Tarde es, amor, ya tarde y peligroso.)
Y destejiendo nieve…
CRECIDA
Con la sangre hasta la cintura, algunas veces
Con la sangre hasta el borde de la boca,
Voy
Avanzando
Lentamente, con la sangre hasta el borde de los labios
Algunas veces,
Voy
Avanzando sobre este viejo suelo, sobre
La tierra hundida en sangre,
Voy
Avanzando lentamente, hundiendo los brazos
En sangre,
Algunas
Veces tragando sangre,
Voy sobre Europa
Como en la proa de un barco desmantelado
Que hace sangre,
Voy
Mirando, algunas veces,
Al cielo
Bajo,
Que refleja
La luz de la sangre roja derramada,
Avanzo
Muy
Penosamente, hundidos los brazos en espesa
Sangre,
Es
Como una esperma roja represada,
Mis pies
Pisan sangre de hombres vivos
Muertos,
Cortados de repente, heridos súbitos,
Niños
Con el pequeño corazón volcado, voy
Sumido en sangre
Salida,
Algunas veces
Sube hasta los ojos y no me deja ver,
No
Veo más que sangre,
Siempre
Sangre,
Sobre Europa no hay más que
Sangre.
Traigo una rosa en sangre entre las manos
Ensangrentadas. Porque es que no hay más
Que sangre,
Y una horrorosa sed
Dando gritos en medio de la sangre.
«… el hombre pasa, el tiempo vuela
y España sigue entre el Atlántico
y el Mediterráneo, decorando su cueva
de Altamira con decorados falsos…»
BO
«Doble llave»
Por tierras de Aragón,
oigo sonar las viejas hojas secas
del árbol de unos libros
abierto entre las sombras que aún perduran.
«España llega tarde a todas partes…,
en su concepto histórico, único que queda de ella,
no es una nación autónoma, dueña de sí.»
Así sonaron las hojas,
sentenciaron después a contra viento.
«Dime lo que el pueblo come
y te diré el papel que desempeña en la historia.»
Transformemos este río seco
en río vivo y corriente
«que apague la sed de agua que abrasa los campos
y la sed de saber y de luz que padecen los cerebros,
y la sed de ideal que sienten las almas,
y la sed de justicia y de libertad que padece el pueblo.»
Nuestro destino está
«en las manos de los que aran la tierra,
de los que cavan la viña,
de los que plantan el naranjo,
de los que pastorean la cabaña,
de los que arrancan el mineral,
de los que forjan el hierro,
de los que equipan la nave,
de los que tejen el algodón,
de los que conducen el tren,
de los que represan la lluvia,
de los que construyen los puentes,
de los que estampan los libros,
de los que acaudalan la ciencia,
de los que hacen los hombres y los ciudadanos educando a la niñez.
La revolución no es aquí meramente un derecho:
es ante todo y por encima de todo un deber.
Hemos faltado a él y lo estamos expiando.»
Doble llave al sepulcro del Cid
y a la insolidaridad de don Quijote.
Necesitamos otras llaves:
escuela y despensa,
despensa y escuela.
… Así sonaron las hojas
en el aire sombrío de mi patria.