A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
UN TONTO DEL HABA [Mi poema]
Beatriz Ros [Poeta sugerido]
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MI POEMA... de medio pelo |
Era un listo que creía ¡Vade retro! dijo airado Y es que ocurre con frecuencia |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Beatriz Ros
(Premio de poseía Manuel Alcántara 2019)
Naftalina
Este verano se propone
ordenar la palabra quizás
y que se siente en el sofá
a nuestro lado como
una real, posible, presente
duda.
Un no sé, un silencio que se nos escapa
por debajo de las puertas
hasta llenar la casa entera
y conversar con el ruido del ventilador.
Los abrazos y el olor a sudor,
lo nuestro,
la primera persona
del plural:
nosotros guardados
para tiempos mejores
Menos mal que te dejé
un mensaje entre los guisantes
y los filetes de merluza congelados:
Volveré a quererte en invierno
porque el frío obliga,
Y
volverás a querer quitarme
los leotardos de las piernas.
TENGO UNA SOGA LÉXICA.
Una emboscada morfológica.
Un nudo en la garganta.
¿Como decirte tanto?
No es suficiente un espacio
como el de mi boca.
Mis palabras ya pensaron convertirme
en una salida de emergencias,
hacer sonar la alarma
y correr hacia tus oidos
mientras los ojos gotean.
Yo decido todos los dias comerte
tras la emboscada,
en un intento caníbal de evitar
que puedas escucharlas.
Porque hay tanto, tanto,
que se desborda.
Infusión
Lo más terrible de todo
fue empezar
tomándonos un té
(con lo que me gusta)
No sé qué marca
pero siempre ardía
tuve que esperar mucho
hasta poder beberlo
tiempo
para que me dijeses cosas
que solo se pueden tragar
con ayuda de un té
como el que me ponías delante
Ese invierno
bebí té todas las tardes
te vi
todas las tardes
Hacia el verano,
y eso es lo terrible,
me vi comprando tila
en las tiendas que no cierran.
VOY A DECIRTE ALGO MUY IMPORTANTE:
El corazón está situado
justo en el centro del pecho.
Se piensa que está más a la izquierda
porque el lado izquierdo late más fuerte.
Lo he leído en una enciclopedia.
2 poemas 2
– Mira, en el suelo crece
algo verde y poderoso.
Me levanta hasta el techo,
tan arriba que desapareces un rato.
Me miras las bragas desde abajo
y para sujetar rozas tímidamente
mis piernas.
Tu imagen parpadea
como el fluorescente
que he de cambiar.
Pienso: mejor si duele,
es necesario destruir las esperanzas.
Llevo mis palabras de melocotón
recogidas en el pecho: Voy a dejarte.
Se derraman por el suelo
y lees: te quiero.
El «ya» ha rodado hasta debajo de la cama.
El «no» se ha ahogado en el charco de sangre.
Vas a pensar que la muerte no es para tanto.