OTROS BICHOS DEL MONTÓN [Mi poema]
Margarita Galindo Steffens [Poeta sugerido]
Margarita Galindo Steffens [Poeta sugerido]
¡Gracias por leer esta publicación, ¿deseas comentar? haz click en el botón de la izquierda!
MI POEMA… de medio pelo |
Esos bichos tan raros, los humanos, Que empiezan y no paran de mentir Los mismos, los que, gallos de pelea, Si el tiempo da a la vida su experiencia |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Margarita Galindo
LA VIDA REFLEJADA
Sobre el agua
serena, alucinante,
diluido espejo
por donde pasea
con las velas abiertas
en el aire,
mi barca de los sueños,
va un instante
de mástiles azules
encantados.
Ya la espuela de plata
cantarina,
hiriendo la madera,
resuelve un acertijo
de rendijas.
Las palabras arrullan,
la cantiga
se deshace en quimeras.
Es la hora del ocaso
de las fieras
y la vida,
apretando los pasos,
se mira en un reflejo
convertida.
A ORILLAS DE LA VOZ
Esta es la voz.
La misma
que subió
desde el fondo
de la tierra
a asomarse
en mi piel.
A preguntar
por todos
los caminos
que recorren
el mundo
ya darme
pretensiones
de dios
venido a menos.
La que llega
y desde
muy adentro,
me palpita
en los oídos.
La que grita
en mi lengua
y da a mis dedos
la escueta palidez
de los naufragios.
Esta es la voz,
la misma,
la que no
tiene labios.
HABLÁNDOTE EN SUEÑOS
Mis palabras
te sueñan
islas encadenadas
al espacio que ocupa
tu cuerpo
sobre el mundo.
Se arrojan al fuego,
a la ceniza, al agua,
a ese confluir
del hado
con la muerte.
En la hora de tu noche
codician las estrellas
y hablan sus palomas
con agrios papagayos
que despedazan frutas
en largas pesadillas.
En todo tu universo
mis palabras
enlazan los sonidos
más dispares.
Pero te dicen siempre
que el amor y la vida
son un paso seguro
en nuestra sangre.
Huellas
UN DIA LLEGO LA BALA
En la casa
Hubo un patio
donde el hombre
se reía del cansancio,
mientras la ventana
era todavía
un remiendo de luz
en la pared.
Un día llegó la bala
y cerró los postigos
con su golpe de hierro.
Entonces, el hombre
floreció en el pecho,
en la espalda,
en el vientre.
La sangre se volvió dura,
se hundió en la tierra,
la fecundó con su semilla
de desesperanza,
y la casa se quedó sola.
CLAROSCURO
Al borde
del aire desatado,
transportador de alas
y silencios.
Al borde de lo oscuro.
Allá, en el mismo sitio
de las contradicciones,
está, apenas, la sombra.
La detenida florescencia
que ahoga la luz,
la distancia más ágil
de la palabra al sueño.
El balbuceo del día.
MI POETA INVITADA: Gabriela Franco
VI
—¿Llamar a las cosas
por su nombre? ¿Como si
la distancia fuera río y no
hay que decir lo que se puede, tener
lo que se tiene, las palabras
erradas? ¿La verdad?
¿La verdad a medias, a
medida? Desbocarse por
mesura
IX
—Separar para después juntar. Así
dice el poeta y la poeta
hace. Elude lo que sigue, lo que cae
de maduro. Canta, no calla, se desplaza,
descarta, se anega si hace falta.
Pero no canta
lo cantado. Separa el trigo
del trigo. No se deja caer
en la tentación, sino que tiende
la ropa al sol: desdobla y une
la prenda, ata
a tientas, sostiene
el fluir
XIV
—Tampoco se trata de quedarse
muda. Es un albur
que la exigencia, el denuedo, lleve
al silencio. Un tiro
por la culata, la expresión
herida, sin consuelo, pero
gráfica. No se trata de no
tomar riesgos. Más bien asomarse
al bosque, permanecer
en el claro, apuntar palabras
al blanco
Ediciones en Danza