NUNCA DIJE QUE SÍ A SABIENDAS [Mi poema]
José Pablo Barragán [Poeta sugerido]

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MI POEMA …de medio pelo

Nunca dije que sí a sabiendas que no,
y nunca me desdije a conveniencia,
si algún problema tuve de conciencia
la culpa del problema no fui yo
quien pudo allí pecar por su impaciencia.

Pues sí o no decir aquí es distinto
la misma distinción que hace del banco
al hecho de robar, hay que ser franco,
si el mismo está en el parque sin precinto
o voy para atracarle y lo apalanco.

Que hay veces que uno dice lo que sabe
y hay otras que no sabe lo que dice,
si acaso fuera dios quien lo bendice
o existe algún humano que lo alabe
o acaso al rizo vaya y que lo rice.

Y hay otras nos traiciona el subconsciente
si acaso escucho baca pienso en vaca,
son cosas muy distintas, evidente,
y en esto la intención es diferente.
que a veces la apariencia no destaca.

Que el vino blanco o tinto será vino
pues solo se distingue en los matices,
los patos se confunden con perdices,
y la velocidad con el tocino
y aquí todos contentos y felices.
©donaciano bueno

MI PORTA SUGERIDO:  José Pablo Barragán

SUPERMERCADO COREANO

Ayer tarde cogí el coche
y manejé lentamente por las calles de Lancaster.
Manejé hasta cruzar más allá de las vías,
y llegué al supermercado coreano
que hay en Walnut con la 12,
a la altura de la cancha donde juegan los Barnstormers.

Siempre me anima el especiado olor de los pasillos
del supermercado coreano;
me reconforta saber que puedo ir de un extremo al otro
del mundo en sus estantes,
que no hay más que dos pasos entre el tarro
de tofu fermentado y los paquetes
para hacer sopa de matzo
que aún conservan el aroma de los ghettos lituanos.

Y me fascinan las bandejas donde duermen los pescados sobre el hielo,
alineados como lanzas o guerreros de terracota.

Ah, cómo me gustaría acariciar la tersa piel de los jureles españoles,
desnudar mi corazón sobre las ramas
del oscuro árbol de sangre de sus branquias,
persignarme ante su olor de santidad
como si fueran una punta de la túnica del Cristo de mi pueblo.

Pero admiro sobre todo el mostrador
donde despieza el carnicero las canales de ternera,
la brillante brusquedad de sus cuchillos
que separan las costillas
una a una.

Quién pudiera ser ellos,
que levantan una pica en este reino
de la carne congelada y los olores a quirófano.

Quién ellos, y con un único golpe de muñeca,
abrir el mundo en dos
y devorarlo.

QUEREMOS TANTO A BRITNEY

Ay, Britney, baby, cómo se supone
que íbamos a saber de esa terrible
llaga, piedra, alondra negra
que te anidaba en el pecho,
de esa lengua de un mar muerto en tus mejillas;

cómo íbamos a ver,
si tanto nos cegaban,
si solo contemplábamos
tus muslos, tus muñecas, tu cintura
de colegiala rebelde,
la lumbre de tu piel bajo las medias;

cómo íbamos,
si todo, si lo único que ansiábamos
era llegar a ti descalzos sobre el fuego.

PIE PARA LOS NIÑOS DE VALLECAS

De aquí no se va nadie.

No mientras la lengua quebrantada de los niños de Vallecas,
no mientras sus párpados de arena bajo el muro y los estrechos.

No, de aquí no se va nadie.
Ni el cínico, ni el cura ni el poeta.

Porque aquí no hay artificio,
ni yelmo, ni bacía, ni misterio
que valga.
Aquí solo hay la lengua quebrantada de los niños de Vallecas,
sus párpados de arena bajo el muro y los estrechos.

Y no hay modo de huir
del mar ni los carteles.
No hay modo de esconderse
en las ermitas o en los versos.
Siempre estarán allí la lengua quebrantada,
los párpados de arena.

No.
De aquí no se va nadie.

LA GALLINA CIEGA

La señora Francisca de mi pueblo
tenía una gallina ciega.

Se había dejado un ojo en unas zarzas,
y el otro lo cubría
un velo, como en un tazón de leche
que se ha quedado frío.

Andaba siempre al fondo del corral,
separada del resto, y la señora
Francisca le apartaba unos puñados
de pienso cada vez
que echaba de comer a las demás.

A veces los muchachos
del pueblo le tiraban piedrecitas,
hasta que la señora
Francisca, viuda y sorda, les corría a escobazos.

Diréis que es una historia fácil
para una moraleja.
Pero son solamente un par de versos
para que no me olvide
de la gallina ciega y la señora
Francisca de mi pueblo,
que hace ya tantos años que están muertas.

NEGRA NUBE DEL ALBA

Zona Cero, Nueva York

Negra nube del alba
aguardamos que caigas aguardamos
que cubras nuestros huesos con el polvo
de huesos de tendones con el polvo
de grasa de los muslos aguardamos
que caigas como un muro que nos cubras

Negra nube del alba
aguardamos que caigas aguardamos
que anegues nuestros bronquios con el polvo
de huesos de tendones aguardamos
tan cerca de las torres respiramos
tan cerca de las bocas de los hornos
respiramos igual que en una urna
repleta de cenizas

Negra nube del alba
aguardamos que caigas aguardamos
que anegues nuestros bronquios con el polvo
respiramos los huesos los tendones
la grasa de los muslos respiramos
la muerte contenida en los resquicios
del aire en la ceniza en las finísimas
moléculas de polvo

Negra nube del alba
aguardamos que caigas aguardamos
que anegues nuestros bronquios respiramos
el polvo de los huesos respiramos
tan cerca de las bocas de los hornos
tan cerca de las torres respiramos
la muerte contenida en los resquicios
del polvo en la ceniza respiramos
sus huesos sus tendones respiramos
la grasa de sus muslos sus cenizas
De Tarea de español. Editorial: Ya lo dijo Casimiro Parker. 

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MI POETA INVITADO: Ricardo Bermejo Álvarez

Memento

¿Olvidadas?¿Es posible el olvido?,
¿no estamos hechos de cuanto olvidamos?
Antonio Gala

EN EL MAR DE LA ESCRITURA QUEDA
esa nave foránea de los números,
el anónimo aliento de las siglas,
la burbuja diezmada del paréntesis…
Y, después, los sentidos declamados,
el aluvión plural de los recuerdos,
el énfasis que admira a la tristeza,
la intransitiva mole de los nombres,
y el esto permitido, y el aquello olvidado…
Y queda una palabra, como un hombre,
envuelta en la bandera del silencio,
al filo de irse a pique para siempre.
“Método del recuerdo”. 1986

Gramófono infidente

el amor no lo reflejo como ayer
Pablo Milanés

surco a surco

todo gira
en torno a un estribillo

el tiempo pasa

y al cabo de los años
te cuesta aún más creer
que sean para ti
las dos gardenias
Una luz en algún lugar”. Ed. Aguaclara. 2020.

De andar conmigo

V
Dejad que a voces diga el bien que pierdo:
¡Qué olivares humildes! ¡Qué balidos
de buen pelambre! Al cierzo, los ejidos
de mi Torre, la Manxa de otro cuerdo.

Dejad que la venera del recuerdo
colmada sea de crotorados nidos
y los pies se me ayunten, ya cumplidos
su diestro rumbo y su camino izquierdo.

Pues hibierno me achica la frazada
y toso en Villanueva (que hay botica,
y algún dispendio más, y algún amigo).

Bien recorrida traigo mi jornada;
tan endeble mi ser, como la mica;
tan arduo mi dolor, de andar conmigo.
De: “Abrazos a una sombra”. 2016

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[Autor invitado]
Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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Te escribo desde aquí, desde mi muerte, desde…
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