EL INDECISO [Mi poema]
José Manuel de Lara [Poeta sugerido]

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MI POEMA …de medio pelo

Se ignora si ese tipo sube o baja,
si un día vino aquí o iba de paso,
camina hacia el infierno, hacia el parnaso,
si es vago redomado o si trabaja
o es eco de algún éxito o fracaso.

La duda está presente en sus batallas,
no acierta a distinguir si es blanco o negro,
torcidas sus ideas cual enebro
se duda si es cobarde o tiene agallas,
si el gordo le ha tocado o el reintegro.

Pues debe de pensar, tal decisión
la tengo que tomar bien meditada,
después cuando ya esté más madurada
veré que la conozca el del montón
pidiendo al que no guste que se apiada.

Pues nunca él mismo puede estar seguro
y qué decir del resto, los demás
sumando al desconcierto los tendrás
dudando si eso es fruto de un conjuro
o haciéndo va un conjuro a Satanás.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  José Manuel de Lara

Agua de Otoño

No sé qué larga sombra de silencio
entristeció la duda de tus ojos.
Aquella luz, aquel abril contigo
ahora sólo es agua del otoño.
Desconfiada y triste me preguntas
por un amor que fue y quedó en nosotros;
y, sin quererlo, anidan en mi sangre
aquellos raros pájaros remotos.
Sé que la vida ha puesto, desde entonces,
un algo sobre ti, que no conozco.
Pero en tu modo inquieto de mirarme
contemplo tu niñez, llena de asombro.

Retrato apresurado

Está lloviendo. Llueve,
interminablemente, desde el alba.
No se ve el cielo ni se ve la tierra,
solamente el agua.
Silencio.
¿Qué decir
sin que no se me mojen las palabras?
Tengo abierto delante un horizonte
que se me está cerrando por la espalda.
Y no sé qué pensar, ni sé qué hacer
debajo de esta lluvia fría y larga.
El mundo se ha encogido, que las cosas
parecen más pequeñas con el agua;
y yo, empequeñecido, me contemplo
en el mojado cristal de una ventana.
En el centro de un círculo pequeño
ahogada tengo el alma.
Levantaré la frente hasta ponerme
un arañazo de lluvia por la cara.
Voy pisando los charcos fuertemente,
salpicando de barro la esperanza;
que hasta Dios me parece descendido
de su altura de luz esta mañana.

Ilusión y esperanza, canto y risa

Ilusión y esperanza, canto y risa,
y en el aire fragancia de canela
Y correr y saltar por la plazuela
quebrando, por quebrar, la yerbaluisa.

Pura y mansa y azul siempre la brisa
a la salida ingenua de la escuela.
Y ante la verde cruz de una cancela,
en dos trenzas envuelta, una sonrisa.

Incienso. Tarde malva. Y en el viento
la cara sin la cruz de un pensamiento
leve y frágil, como una golondrina.

Y está la infancia alegre y siempre abierta
llamando, por llamar, en cada puerta;
gritando, por gritar, en cada esquina.

El Colegio

Cuatro paredes tiene el colegio.
Los niños gritan sin gana
lecciones, cantos y rezos,
mientras el patio vacío
repite el eco.
Sobre la negra pizarra
trazos inciertos,
y en un rincón pone un mapa
colorines polvorientos.
Todas las amplias ventanas
tienen su trozo de cielo.
Y un rayo de sol le pone
guiños de luz a un tintero.
Lentos, cansados, monótonos,
dicen a un tiempo
montes y ríos de España,
canciones y padrenuestros,
mientras un aire dormido,
sumiso y tierno,
entre pupitre y pupitre
bosteza su aburrimiento.

Aquí me ves, ausente la mirada

Aquí me ves, ausente la mirada
perdida en una rota lejanía.
Hundida en la esperanza que tenía
y ya o tengo. Ciega y olvidada.

Aquí me ves, de gris, con la cansada,
melancólica y fiel soledad mía,
repitiendo la inútil letanía
de unos sueños que ya no dicen nada.

Solitaria mi voz. Solo una sombra
tras de un sol desprendido que me nombra
las estrellas que tuve, una por una.

Este soy yo, ya ves, que anda y tropieza.
Y que a veces recuerda con tristeza
al ayer que hizo vversos a la luna.

Biografía incompleta

Nací en Andalucía un martes triste
del otoño del año veintinueve.
Hoy es martes también y también llueve,
pero aquel yo lejano ya no existe.

El hombre que ahora soy se resiste
a contaros su vida en este breve
milagro de un soneto. No le mueve
la pasión con que ahora se reviste.

Solo os confesaré, y en confianza,
que he vivido amarrado a una esperanza
que quedó sin final y sin salida.

Lo demás ya carece de importancia.
Es dificil decir con elegancia
las mil desilusiones de la vida.

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MI POETA INVIDADO: Ágata Navalón

VINLAND

Hemos estado allí ¿lo recuerdas?

No dejamos rastros ni rostros,
solo tierra y silencio con pupilas plantadas,
cuyas raíces ruidosas aplastábamos al caminar.

La bautizaste Vinland pero nunca se materializaba ese nombre.

¿Qué es esto? ¿Cómo se llama? Dilo,
nómbralo, nómbranos, nombra el nombre
-gritabas-,
mientras te soñabas dueño,
tú vikingo dueño de la tierra, dueño de mí, dueño
de la hoja seca y el fruto licuado:
zumo caliente podrido
que se imagina divino; líquido
mágico ladrón de esferas,

las nuestras.

Regresaré, regresaremos -me decías-.
y después, luego, más allá del entonces,
más lejos de tu grito y tu nombre y tu mirada férrea sobre mi y esa tierra,
han escavado, nos han buscado,
ellos, aquellos que no son nuestros hijos,
sombras de los hijos muertos que me arrancaste,
tú y los otros.

Fue solo un colapso,
un asentamiento inconcluso,
un destello,
aquí,
han escrito ellos.

LUZ

Antes no había luz.

Vivían sin luz,
amaban sin luz,
reían sin luz.

Y llego la radiación electromagnética brillante e iluminadora de rostros,
nacida del hombre primero,
bautizada por la máquina después.

Lúmenes en candela,
luces para dormir bebés con sonidos digitales de una nana inventada, que no
tejieron los
viejos,
luz morada que te despertará de tus sueños.
No hay filtros,
luz absorbente de ojos,
degeneración macular que abre la grieta en esta alma,
inacción imposible porque la luz te vigila,
ojos secos de lágrimas artificiales
gotas con conservantes multidosis,
lubricantes de horizontes para ordenadores biológicos,
albúmina, sal, viscosantes y emulsivos no demulcentes, geles mucílagos.

Queda el regreso
el regreso al túnel de la oscuridad,
al solo escuchar el ruido de la calle
porque ya nadie lee libros en voz alta.

Luz viva,
locura en tu lucidez, soles de litio y cobalto,
reiterados mensajes en cada luminaria, afables disculpas y perdones,
luces, la muerte de saber que nos cegarán.

Malditos, escribimos, amamos y te seguimos, luz naciente de cristal líquido,
y la anciana deja la carta en el buzón equivocado,
nadie ya es estudioso de la ciencia de los correos primitivos.

Hemos perdido algo en medio de esta guerra, en la búsqueda de un sentido al origen.

Cocinaban sin luz.
Antes de todo esto.
Antes de la luz casi blanca parpadeante en el techo de tu dormitorio.

Se escapa
se te escapa,
hablaban a oscuras
también morían,
sabían de la muerte y de la oscuridad antes de que sucediera.
El petit Editor

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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