CONTENTO CONMIGO MISMO [Mi poema] Heberto de Sysmo [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Partamos de la base que soy rico, Yo sé también que existen envidiosos Ser rico es ir creando pelusilla Ser rico aquí os lo juro no me importa Que así yo soy feliz. Pues nada tengo. |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Heberto de Sysmo
Versos de queda
La palabra es el tiempo, el silencio la eternidad.
Maeterlink
Si supieras que tantas imposturas
no van a conducirte a donde piensas,
dejarías de ser el mamporrero
de esta estética muerta.
¿Por qué contar las sílabas de un daño?
¿A qué, reorganizar las tildes
en una despedida?
Ya sea incontinencia, vicio o filia,
— ¡valiente serendipia! —
en busca de la forma, encontramos un modo.
En mi mesa de artista
conviven el bolígrafo, el pincel,
la servilleta;
los unos, desdibujan el ensueño,
la otra, recoge el semen
de sus burdos intentos de embarazo.
No por forzar el verso a nuestra idea,
no por romper el himen
gramático, la prosa,
encontramos belleza en la escritura.
Para encontrar el ritmo que no suena
resulta imprescindible que el silencio
retumbe en tu conciencia.
Desaparece del poema.
Así, cuando regreses, verás qué tanto ocupas
en este simulacro de homicidio.
La música no cuenta con nosotros
al gestar los milagros que con su lira tañe;
afirmar la autoría
de ese robo imposible
es gritar: — ¡soy poeta!
PALABRA MANDÍA
Tu belleza me increpa.
Sí, pienso en desvestirte
y desglosarte inmune.
Mi cuerpo es amasijo de materias
desconcertadas, su ínfula inasible,
transfigurada y sísmica,
reconfigura la cartografía:
mi craquelada piel.
Cróbilos, frondas, lazos: fractaria porcelana
en reverberación por ti:
estruendo mudo.
Encallar en tu costa inexplorada
invita a desguazar mentira y muerte,
dolor anacoluto, sobreexpuesto
a ardidas luminarias de tus orbes.
Cincelo el petroglifo que en tu carne
horada la avenida del delirio,
tiento la algarabía de una música
entre la esquizofrenia y el milagro;
lloro tendido, soy espejo
de tu mundana herida.
Desollar tu epidermis,
ser tatuaje, no: hueso;
columna que vertebre tu inocencia
para, después, herirla y corromperla
como jamás se ha visto.
En tu cuerpo, mi escombro
recuerda que fue muro.
Siento —metralla inmóvil—
haber explosionado
frente a una flor que nace.
Palabra fuego.
Nuestras lenguas en celo
—apéndices comunicantes—,
no saben más idioma que el contacto
de los cuerpos, cercados y ateridos
a este tiempo caníbal, distancia sin espacio,
de quien por hambre come.
HOMEOLOGÍA
(Receta casera de la poesía)
«Solo aquellos que ardieron como cirios
en los templos vacíos del silencio,
son dignos de fervor y seguimiento».
Ignacio Caparrós
Revierte tu tristeza en un cuaderno.
Añádele dos lágrimas.
Ahora ciérralo bien fuerte.
Apriétalo contra tu pecho.
Agítalo.
Transfiérele tu fe y confianza.
Guárdalo en un lugar fresco y seguro.
Espera un tiempo.
Sí, mucho tiempo.
Tiene que fermentar en el olvido.
Y cuando aquel dolor
que dio origen a su escritura
te impulse a regresar a sus páginas,
comprobarás que debes ofrecerlo;
ya que tal vez, no a ti,
pero sí a otros muchos
será capaz de restaurar su daño.
TATUAJE
Arrugas en la frente son renglones vacíos.
Las “haches” por detrás de las rodillas
son insonoras huellas.
La “i griega” entre tus ingles y tus muslos
es el canope vaso que contiene la vida.
La “o” duerme en tus ojos,
los paréntesis en tus nudillos;
en la cartografía de la carne
también se manifiesta esta tragedia.
En esta anatomía de asterisco
vibra una turbamulta de pulsiones,
impulsos que en el signo encuentran cauce.
“La uve” está en el óvalo del rostro,
tu sexo en su cabello porta un mundo
—mosaico enrevesado de formas y textura—,
por eso cuando hacemos el amor
somos palabras nuevas.
VARIACIÓN SOBRE “AUSCHWITZ”
El hombre y su ficción,
que es lo que existe
Jaime Siles
Un leon felipe
Nací en Tabara, España; morí en Ciudad de México;
Sequeros fue escenario de mi infancia.
Ha sido boticario,
también actor de obras itinerantes,
y en más de ochenta años de viajes,
dolores y experiencias,
no he conocido bestia
Tan atroz como el ser llamado humano.
El infierno de Dante no es infierno.
Los poetas malditos, las novelas.
que narran ese mito, quedan cortas,
no hay círculos, ni hay nueve
estadios de sufridos ordenados,
no hay jerarquía en el dolor supremo;
solo una enorme fila de niños en el frío
caminando desnudos al horno crematorio;
solo una podredumbre que se agolpa
no en los vasos sanguíneos,
sino en el corazón.
Llevamos el infierno con nosotros,
somos nosotros mismos.
Ahora habladme
de musas y violines,
de máscaras que oculten herida a la verdad,
de infiernos tan menores que no llegan a infierno.
Romped todas las harpas, todos los lienzos ¡rápido!
Vivís en la ignorancia del infante
y la tranquilidad del nuevo rico.
Con la misma ceguera
fabricaréis también el cielo
y un dios que lo gobierne y os castigue.
Siempre pensé que el mundo
más que un lugar terrible era no mundo,
un no lugar para un no ser humano,
hasta que un día
—no del yuppie o banquero,
no de quien puede—
recibí una limosna
de manos de una puta callejera.
EPILEXIA
Leyendo un poemario encuentro
una palabra nueva;
la anoto en un cuaderno, pienso en ella:
no sé qué significa.
Balbuceo su nombre buscándole una imagen
pero no encuentro nada que se avenga a su forma.
Este tiempo de sol y viento nuevo
es momento crucial, de savias otras
que brotan encendidas para nadie;
momento en que el cerebro, el mundo entero,
conspiran, configuran su lenguaje.
Cómo llamarte lo que no a mis labios
se entrega para darte, mas naciendo
palabras que no sepan de nosotros;
porque no soy capaz, y esto me duele,
de amarte como un gato: sin palabras.