VIENA [Mi poema] Juan José Cerezo Manchado [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Cuando el presente vive del pasado La imagen de él se torna irreverente Cuando el gran Gustav Klint con su presencia, E incluso que el Danubio allí un vals baile, O veas disfrutar de una verbena, |
Comentario del autor sobre el poema: Viena es esa ciudad en la que el primer arquitecto diseño un proyecto de edificio y los siguientes se dedicaron a efectuar variaciones a ver quien lo mejoraba, y en los que el arte respira por sus poros. Este humilde poema va dedicado a mis amigos Merche y Avelino en nuestro reciente viaje. He subido el pequeño vals vienés de Leonard Cohen con letra de García Lorca a quién, con todos mis respetos, no entiendo.Straße. una licencia, en alemán, calle. El texto lo podéis leer aquí: Pequeño Vals Triste
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Juan José Cerezo Manchado
Ceniza y ramas secas
Ahora que son libres
los últimos peldaños del abismo,
que convertidos en astillas
ya flotan remolcados por el tiempo
hacia el tibio latir del horizonte.
Ahora tú regresas
sigilosa, latente,
como un sueño de escarcha
que despierta implacable
su anhelo de frescura,
en cada gota suspendida en el pasado.
Ahora, recuerda que te fuiste
y el lento entretejer
de las arañas, en el vientre
de tu pecho, callando
cuidadosas, el puro estremecerse
de la vela.
Ahora que son libres
resucitas,
éste vaivén de tibias amapolas
mecidas al suspenso de la espuma,
vibrando como lenguas
de una llama
antaño perceptible.
Y agarras firmes
las cenizas,
confiada en el augurio que proclamas
con fe del que despierta
sumido en la ignorancia de su sueño.
Bien sabes que olvidaste
soñolienta,
la virtud de exprimir hasta las brasas
el dormido fulgor de las cenizas.
Nuevo manual de inexperiencias. Devenir.2011
Redoble de serpientes
Llegó la soledad.
Parálisis de noche oscura
que se revuelve turbia
y aprieta su mordaza gota a gota,
atornillándome los labios.
Llegó la soledad.
Y ni si quiera el vuelo abigarrado
hacia la estepa blanca de unas manos,
confunde su dentera, su quejido.
Llegó la soledad.
Alma y sombra,
danza estridente, descompuesta
donde la fiera bebe de tu ombligo
y esperas sudoroso,
a que muerda su lengua en tu vacío.
“Nuevo manual de inexperiencias, Devenir, 2011”
Aveces las cenizas son suficientes, para de nuevo ver la llama eterna.
VII. La llama eterna
Para Antonia Galian Jiménez
Tras la puerta
la plenitud de tus ojos
desbordaba el instante
y su letargo,
incendiando la llama
que latente se esconde en mis pupilas.
Después del infierno
de las horas sin tregua
de cuchillos voraces,
que armados con el filo de la duda
desangraban solemnes
cada gota, cada perla
transparente,
que encontramos dormida en tus mejillas.
Después que derramados
en la escarpada sinrazón de los cautivos,
andando como un río sin caderas
que diluye cicatrices -anegadas-
en la anestesia intermitente de los días.
Después apareces
tras la puerta
-sigilosa-
expandiendo el instante
cual halo que palpita
misterioso,
en el profundo centro del olvido.
“Nuevo manual de inexperiencias”, 2011, Devenir.
Creer
Para Angélica Cerezo Manchado
¿Por qué creo en ti
si ya te fuiste
y no nos queda sino arena?
¿Por qué mares de plata, en insondable movimiento
ondulan en mis ojos cual velamen
ferviente ante el descanso de la brisa?
¿Por qué creo en ti?
Será que creer es el sendero
que eligen los esclavos del olvido.
Poema con gran influencia en las lecturas de la poetisa Dionisia García, a la que además tomo prestado el verso “en un jaular sin vuelo” en este poema.
Réquiem por un sueño
Días pasando
atrapadas las redes del suicidio,
noches en tregua
en parpadeo de jirones titilantes.
Antiguo relicario
mar de cristal
con su hielo fundido día a día,
cuando perenne
acudo a la oración desesperada:
Aurora de maitines
segundos de un fulgor -que al alba fuera eterno-
temblando, lentamente,
como frágiles hojas del otoño.
Para siempre, mi Amor,
-en tu rostro lejano un para siempre-
y hendido en los ijares
pesado como plumas de gangrena
en un jaular sin vuelo,
plomizo y terregoso.
Suenas lejana,
a millares de lunas de un augurio.
Valencia y nuestra pequeña historia de verano
Para mis primos.
Cuantas veces
en las tibias noches de Agosto
cuando la Luna ocupa el firmamento
-con esa potestad de lo que es suyo-
me he acordado de vosotras
alegres noches de estío.
Cuantas veces
después que extenuados
de burlar el precipicio de sus ramas
y exprimir el color de sus naranjas,
despiertos y en la cama
-inocentes-
cual frágiles lobeznos
hablamos bendecidos por la Luna.
Y aunque hablamos tan llenos de inconsciencia
-que dicen los mayores-
del más mínimo sueño introvertido
que brotara entre risas
de los labios desnudos cual chiquillos.
Esas noches
-dormido ya el resto de la casa-
conseguimos abrir aquella puerta,
cerrada según dogma
a la hora irreverente de los grillos,
para ver diluirse
-misterioso-
el manto azul de las estrellas.
Cuantas veces me he acordado de vosotras
vivaces noches de estío.
Y es ahora,
sentados al remanso de la plaza
después de una noche
entre vidrios vacíos y ceniza,
entre historias de escarcha
que condensan
y se ofrecen a los pies
de la diosa madrugada.
Ahora es cuando he visto,
aquel fulgor antiguo en nuestros ojos
que nace cuando un niño
y en secreto, contempla,
desnudo el blanco vientre dela Luna.