PENSAR EN VALENCIA [Mi poema]
Francisco Sánchez Bautista [Poeta sugerido]

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MI POEMA …de medio pelo

 

“Pensar en valencià” dice un letrero,
pensar, mejor pensar, eso sería
sin nadie que le ponga ningún pero,
que puestos elegir coja el sombrero
optando al que más sombra le daría.

Y a mi que me pusieron Donaciano,
-sigue el letrero- y …”nunca en castellà”-,
aun dudo si hoy me llamo Donacià,
debiera proseguir en castellano
y al ano si debiera llamar à.

Que yo cuando nací ya era cristiano
y nunca me dejaron elegir,
me niego a que me intenten dirigir
e impidan si he de ir directo al grano
en eso de pensar y de decir.

Pensar, se ha de pensar como uno quiera,
pensar es lo que al cuerpo es el comer,
no hay nadie que lo deba de imponer,
que dejen de inmiscuirse en tu sesera
y solo tú verás lo que has de hacer.

Y al resto que les dejen escoger
o sea el que más réditos obtenga
dejando de lanzarle alguna arenga
que obligue así a decir lo que hay que hacer
y nunca aquí a pensar lo que a él convenga.
©donaciano bueno

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Lo que somos, lo que pensamos depende en gran parte de las ideas que con buenas o malas intenciones nos hayan inculcado de pequeños.

MI POETA SUGERIDO:  Francisco Sánchez Bautista

VIRGILIO

Y ya las sombras más largas caen de las montañas,
y convidan al sosiego
-Virgilio, Égloga I-

Os anuncio que ahora es un espíritu
tan leve como invicto, el que se acerca
esta tarde de otoño a visitarme
con un tierno mensaje inmarcesible
cuando el paisaje se desnuda, lento,
de su fronda caduca y enfermiza.
Noviembre es tibio como un limbo y cala
con su color de pálidos follajes
como un duelo entrañable. Lejos pían
los pájaros, y el sol último enciende
de bermellón las crestas de los montes.
Sobrecogido, indago: ¿Es que fue siempre
así de desolado este momento
en que el día agoniza acompañado
de una loca algazara pasajera?
Me abismo en inquietudes. Y mis ojos
quisieran retener la luz que huye
incendiando colinas y apagándose
más allá de los montes.
Y es entonces
cuando él llega sereno y reconcilia
(maestro de dulzuras y piedades)
lo tierno, lo cordial y lo afectivo,
con la razón, origen de la duda.
Su voz de mansa selva me apacigua
y me infunde en el alma un delicado
deseo de fundirme en el misterio
cuajado de temores, cuando el véspero
de tibio resplandor mueve mis pasos
y me invita a soñar en algo hermoso,
esencial, sustancioso, indestructible,
mientras pienso en Virgilio y en sus veinte
siglos de serenísima belleza.

LÁZARO CALLA

…y se le vio cómo trataba de enderezar de nuevo
sus pasos por la vida imprecisa y vaga
Reiner María Rilke

¡Oh, Lázaro, sabemos de tu muerte
y resurrección, pero no sabemos
de tu segunda ‘muerte, de tu agonía,
tu eterna soledad entre los hombres,
qué fue de ti después de tu regreso
del reino inacabable de las sombras!
¿En qué edad de tu segunda vida
pasaste por el trance —tú, nacido
e tu última muerte}
¿Te volvieron a amar los tuyos} ¿Hubo
curiosos que vinieron a ti, Lázaro,
a que les explicases la experiencia
de tu vida y tu muerte} (\Tú, el único
sorprendido por otra nueva vida,
que podías hablar de este misterio\)
¿Sonó igual tu palabra} ¿El mismo acento
persuadió a alguien} ¿Qué ser querido
volvió a tu mesa a compartir tus viandas}
(Te supo igual la vida} (Saboreaste
los ricos frutos con el mismo gusto}
¿Y tus manos, oh Lázaro, volvieron
a tactar los objetos, a temblarte
de atávica emoción en la caricia}
Hace ya dos mil años, y esta tierra
que pudriste dos veces sigue muda.
Y todos esperamos un testigo
que diga: “Yo conversé con él, tuve
su aterrante respuesta, su mirada
delatora de niebla, ante la mía”.
Me abisma tu silencio y me estremece
la nada que me intuyes; y te inquiero
con la misma vehemencia que otros hombres
te instaron a que hablases, contestases
la inquietante pregunta.
La respuesta
¿será vana por siempre}
Diros, Lázaro,
da una luz, una huella, un rastro sólo,
cómo fuiste acogido entre los hombres,
de aquello que pasó entre ti y el mundo
después de tu regreso de la Muerte.

ELEGÍA

AHORA, padre mío,
no me llevas contigo a los frutales
de la humilde heredad, ni me señalas
el fruto arrebolado
como fuego incipiente entre las hojas
de los verdes baldares de los árboles.
Mayo llega vestido de albarillos
y moradas ciruelas. Y está el níspero,
agridulce, llenándonos la boca
de una blanda saliva estimulante.
Barroco y bien vestido está el paisaje
rumoreante de abejas y de avispas
a las puertas de junio, el deseado.
Y llega la canícula y nos dora
levemente el paisaje; pronto, octubre
acortará los días, y mis ojos
han de buscar las ácidos manzanas,
los ásperos membrillos y los dátiles,
estas tardes de otoño, cuando llega
de nuestro mar un aire húmedo y denso
con promesas de lluvias deseadas.
Con los mínimos días de noviembre
vendrán los leves pájaros del frío
buscando la tibieza de los huertos.
¿Somos sólo nosotros diferentes
por la memoria, que nos hace tristes,
y ante el tiempo que pone en nuestra sangre
una gota de muerte para siempre,
como puso en la.tuya, padre mío}.

Introducción.-

Una nube polvorienta
se levanta. He penetrado
en la tierra cenicienta
el campo seco y quebrado.

Montes de greda, chumberas
orillando los ramblizos,
albardines, baladreros
y pastizales sequizos.

Cantaelgallo, tierra lunar y de una claridad alucinante, donde es proverbial que a sus alrededores acudan los cuervos, en busca de alguna raquítica higuera donde llenar el buche:

Cantacuervos,
Cantaelgallo,
el sol llega
mañaneando
entre olivos
y barrancos.

Caminante
de estos páramos
donde el agua
niega el claro
son alegre
de su salmo.

A la altura del puente sobre el mermado río Chícamo, aprendiz de barranco, detiene sus pasos y vuelve a contemplar tan impresionante pueblo –Abanilla-. Sobre este río, agónico y difuso, ya en el 2004, escribí el siguiente romance:

I.
Río Chícamo, pequeño
río que cruza Abanilla
entre jarales, retamas
y un lecho de duras guijas
entre erosionadas gredas
por donde el agua camina
gorgoteante, deliciosa,
lenta, transparente y limpia,
escoltada de olivares
y rodales de hortalizas
y empenachadas palmeras
haciéndole de vigías.

II.
El agua baja filtrada
desde El Cantón y Barinas,
y el Chícamo la recoge
con necesaria avaricia
acumulando arroyuelos
y aprovechando avenidas
entre apretados oasis
de árboles que fructifican:
albarillos, tapalahojas,
peras, dátiles, fresquillas;
lo vegetal hecho azúcar
al sol puro de Abanilla.

III.
Cómo alegras nuestros ojos
río de presencia mínima,
alivio de secarrales
cuando la sed los hostiga.
Por ti se hacen más hermosas
estas vegas escondidas
entre gredosos barrancos
que hablan de geologías
hechas ramblas, pedregales
y leves escorrentías,
que a través del tiempo han hecho
perenne germen de vida.

IV.
Río Chícamo, pequeño
de nombre y de gracia esquiva,
aquel que a tu lado pasa
y en tus márgenes medita,
asombrado se pregunta:
¿Dónde tú entraña nutricia,
río casi arroyo, charco
de agua emergente, o sumida
entre oscuros minerales
que con tu paso haces rica
y jubilosa la tierra
con sus dulces aguas mínimas?

V.
Hijo de los manantiales
y de las fuentes exiguas;
oriundo de envenamientos
y aprendiz de fontanillas.
Por tu gracia tiene el ave
breñal donde nidifica
y un refugio de humedales
donde la esquiva limícola
y el picoverde, y el mirlo,
y el laudino y la zurita,
vienen a beber sus aguas
cuando abrasa la canícula.

VI.
¡Río Chícamo, tú llevas
en tu pequeñez la vida!

Palmeras, tarayes, baladres, carrizales, producto de una débil humedad se alzan alrededor de este histórico pueblo, al que por ese raro encanto, es conocido como “la Palestina de Murcia”. Mientras miro y remiro, casi embelesado, un ruidoso bando de voraces tordos desciende sobre los palmerales. Fue la visión de estos campos, personal y apasionada, la que me inspiró muchos de mis poemas encerrados en títulos como: “Tierra de sol y angustia; Voz y latido; Cartas y testimonios; y la sed y el éxodo”. De este último libro es el soneto aquel que clama:

Sobre este secarral se alzó la vida
rabiosamente gris, desesperada.
Imagen torturante de la nada,
dolorida visión, campo suicida.

Agresiva es la luz tan cernida
e inhóspita la tierra erosionada.
¿Dónde el hombre y su atávica mirada
escrutando esta muerte indefinida?

La triste realidad lo ha desbordado
y se duele el tiempo padecido
y se siente indefenso y marginado.

Aquí surgió un clamor desasistido,
y se sintió pequeño y agobiado
quien levantó su casa en este ejido.

Los hombres de estos pueblos, por su tesón y ánimo de supervivencia, han mejorado mucho. No así las tierras, cuya sed es proverbial…Estas son las reflexiones que viene haciendo este cronista en su viaje a las tierras del secano de Murcia…y el recuerdo imborrable de estas tierras calcinadas.

Francisco Sánchez Bautista, del libro “Asclepios o la añorada infancia de Miguel espinosa. Otras prosas y artículos de opinión”. Real Academia Alfonso X El Sabio. Murcia 2007.

Palabras suyas.- “Fortuna es la cuna de mi poesía. Creo que mis obras han sido como una crónica testimonial de un tiempo. No soy un poeta moderno ni antiguo, porque se puede hacer poesía sacando a la luz lo que sucede en la actualidad, pero teniendo como reflejo lo que pasó hace dos mil años… fue en Fortuna donde yo me hice poeta”.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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