ME GUSTA DISCUTIR [Mi poema] Basilio Fernández [Poeta sugerido]
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MI POEMA…de medio pelo
Me gusta discutir, soy un discutidor,
lo reconozco. Y disfruto discutiendo.
Y es que yo en la diatriba uso hago de una criba
donde mato muriendo.
Allí se van cerniendo
ideas y opiniones,
razones, sinrazones.
Cada uno en su mortaja.
separando va el salvado de la paja.
Yo aquí tomo un pedazo
y todo lo que yo pienso allí lo expongo
sin que haya engaños ni recurrir a tongo,
en un momento y lo cribo en mi cedazo.
Es un divertimento
donde a cada momento
reto a mi contrincante,
un paso atrás doy, tomo aire y me detengo
para otro impulso iniciar hacia adelante.
Y azuzo a mi cerebro,
mi caballo desbocado y galopante,
clavándole la espuela,
sacando sangre como una sanguijuela,
o con la afilada aguja que allí enhebro.
Recurro a la memoria,
a refrescar la historia,
desde mis primeros años en la escuela.
Cada cual en su ducha
soltando va su speech, sus comentarios.
Yo escucho, reconozco, poco, a veces.
En tanto veo te creces
voy repasando mi contra argumentario
que replicar yo intento
recurriendo a esdrújulas del diccionario,
si aquí dijera lo contrario es que miento.
Y al final, caballeros,
alzamos los sombreros
y nos damos la mano.
Para mi la contienda,
es pura adrenalina,
un aura dulce de música divina.
Y es así al final, con corrección y enmienda,
que bajamos el cierre en nuestra tienda.
Y es que la polémica
ni es dolencia endémica
ni tampoco pecado
¿Discernir, discutir, confrontar opiniones,
o querer descubrir si hay otras razones,
acaso es algo malo?
¡Quién dijo que pensar,
con el cerebro algún día ha de acabar!
Por hoy ya me despido he terminado
esta disertación y no he polemizado.
¿o sí?, en mi es algo raro.
©donaciano bueno
Discutir en buena lid, en el sentido de diatriba, contrastar opiniones, es un sano ejercicio que fortalece al cerebro.
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Basilio Fernández
Descendimiento
Ya ni el aire la sostiene con sus promesas más frágiles
La luna por las esquinas del paisaje
insiste en palidecer
y en cada resquicio hay un ángel
arador de sus cabellos
Las puertas que se cerraron tras de abril
las abrirá su presencia sola
sin cúpulas de silencio
sin llaves de atardecer
sin la ley que atrae al mar y lo cercena
cuando las aves pierden su pulso en la penumbra
y los vientos en el dintel de la pena
Porque hay ríos desorientados
que me alejan de ti
Mary
Como plumeros de invierno madejas de eternidad
pero también lo blanco enfría
y se rinde a los récords
de los peces aparentes que caducan en la música
Ruth
Sobre las frentes hundidas
y sobre los ojos ciegos
todas las flores se alargan
para espiar el silencio,
donde doncellas calladas
pasean campos inmensos.
Albores de soledad
en las bóvedas del sueño
en que piadosas arañas
tejen este cautiverio,
si veis luces a deshora
coronas blancas del cielo,
para estremecer un pájaro
cerebro verde del viento,
soy yo que salgo a buscar
oasis para mi pecho.
Cuando alguna mano pálida
distribuya mis cabellos
y en los vacíos alcázares
haya otoñales misterios,
cuando al poniente se inclinen
astros sin rumbo del cielo,
buscadme por las laderas
agostadas de los cierzos
donde la música filtre
silenciosos pensamientos,
porque yo estaré en la tierra
pero mi alma muy lejos.
All the world will smile again
El que medita a la sombra de una torre,
o el que canta
en la cima de ese Everest moldeado de nieve,
puede ver cómo el mundo vuelve hacia atrás sus ojos
y olvida sus cabellos caídos por la historia,
puede observar también cómo allá en lo profundo
quedan lagos por descubrir, selvas blanquísimas
y todo un reino de bondad nativa
que iguala ante la ley aves y hombres.
Ve cómo el viento suave levanta un murmullo de hojas en Manchuria,
o mueve una palmera tropical,
y todo es así;
hay siempre un sudor frío que anega la frente del tirano,
que moja el pecho del coolí dormido entre bambúes
y cae sobre la humanidad como lluvia cándida
de democracia, de traición y mano blanca.
Toda esta frondosa vista deja un pozo de sangre en la memoria,
sangre al besar los labios de esa mujer
y ver que son de humo,
destino de desear las dunas de ese pecho
como montes de nostalgia:
y de adormecerse entre las brumas de ese país que nadie ama.
Pero el mundo volverá a sonreír,
tal vez mañana se ofrezcan a Dios árboles tiernos
y dólares de oro,
tal vez las armaduras, los fusiles que fulgen
se oxidarán en los desvanes de la aurora
con sequedad de latones o sacos de herrumbre.
Tal vez el que medita o canta
observa ya mejillas sin cicatrices,
insólitas banderas
desplegadas hacia los astros vivos
y una claridad pura
por occidente, inmóvil sobre el caos.
Nostalgy loans
Lady, si amamos estas hojas secas, presurosas,
desgajadas del Chase Bank, como del árbol más puro,
si soñamos estas hilaturas heladas, o espigas de olvido
que el registrador automático pliega al anochecer,
veremos cómo nuestra vida se hace adorable
y se eleva sobre esta tierra fría, fértil, mutilada.
Mirad las cicatrices,
os hemos ayudado a sostener esta arena sedienta,
que sangra por sus flancos un río de tinta azul todas las tardes,
os hemos anunciado las cosechas de amor
y las llanuras habitadas de blanquísimos sueños.
Sí. Tú y yo. Todos. Entre la niebla
junto al interminable fragor de las calculadoras,
hemos acelerado un poco el transporte de ese ganado,
de esas vacas que braman horizontes de Australia y Argentina,
y que este trust de otoño negocia sin resplandor,
fríamente, olvidando sus ojos, su mansedumbre y su piel.
Lady, todo esto hemos visto,
y no es posible cerrar la puerta a estas imágenes vivas
ni a este río de oro que rueda por los cheques
y arrastra naranjas podridas bajo la luna,
cereales, hombres de color que estrangularon su pasado,
tal vez por besar unos labios de un apagado rojo frío,
sin pensar que la vida es una túnica efímera
que se divide a un solo golpe de cimatarra.
No es posible olvidar las melancólicas palomas
tiroteadas dulcemente por buscadores de oro,
por esos hombres que entre los hielos ven resurgir palmeras
y que gritan ¡piedad! detrás de cada desk o piscina
ante el espejismo que se evade con ala de ángel.
Lady, toda esta organización no es más que un redil
de tiernos lobos de confección o corderos ociosos,
de gourmands que piden arena seca y soledad
o bien golosinas de pastel de manzana
adormilados entre el capital paid up, contrabando de Venus.
Sin embargo, cada día
una dirección florida aparece,
cada fruta, cada cabello, cada tornillo o brizna,
cantan el entusiasmo de ser estribo del porvenir
o reliquia quemada en holocausto de la felicidad que llega
al Yokohama, al Nomura y al Chase Bank,
que ofrecen nuevos créditos de nostalgia al mundo.
Alba
Alba, si vas de tiendas o de tenis
eres al aire liana trepadora,
eres linaje de la misma aurora,
flor renacida, de ti propia fénix.
Venus recién creada, que detienes
tu porvenir aunque andes a deshora.
La luna, el mar, la arena cegadora
te dan sal y marfil como rehenes.
Flecha tendida a un blanco tan lejano
tu vida vuela, esbelta, a las esclavas
nubes, escabel tuyo, perezosas.
Te lleva el viento como de la mano
y eres tú tiro a tiro que te clavas
en el fugaz misterio de las rosas.
Por hábito del alma te he querido
con norma fiel, con dulce pensamiento,
mas de tu sangre, caracola al viento,
sólo queda un rubor estremecido.
Por hábito del alma me he rendido,
fatiga y flor, al sigiloso aliento
de tu carne, al perenne movimiento
de ese mar interior desvanecido.
Por hábito del alma hoy me reclino
en tu ausencia, celeste ligadura
que a un pasado de espuma me encadena.
Quién sabe si el secreto del destino,
absorto en el umbral de la hermosura,
a un futuro de fuego me condena.
Este vivir huyendo
No hay tiempo que perder. La vida pasa.
No nos distraigamos
acariciando vieja arcilla.
Esta tierra que fertilizan nuestros huesos
nos da a cambio un prado, una nube sobre una colina,
la cinta azul de un río para encelar los ojos.
Apresuraos, a caballo, a escape,
flechas de las llanuras lisas.
Primavera, verano, otoño, nieve,
tobogán donde las ilusiones se desploman,
perfiles que tanto acaricié en silencio,
prismas purísimos de la noche.
Quién me dijera,
ya carbón humeante,
vana escoria arrojada, despojo del deseo,
que un día volvería a ese mundo olvidado.
Agua estancada ardiendo, primavera,
donde unos labios palpitaban,
cómo sospecharía
que habías de ser oasis de un desierto brumoso.
Sin embargo el retorno
es ya imposible. ¿Adónde voy? ¿Qué busco?
Esta estancia en que vivo
no es la misma de entonces, ni el teléfono
me trae aquella voz,
el mismo eco de ayer, calor de fuego fatuo.
Parece que los robles
me entregan sombra, pero mienten,
como miente la luz, y el aire, el cielo
que trae nuevas estrellas cada noche,
que nuevos ojos miran.
Nuevos ojos, nuevas manos que tocan
otros perfiles. Giran nuevas ruedas.
¿Para qué la memoria?
Ni lo desconocido. Experiencias inútiles
de otros aburrimientos como este mío, tuyo,
de afectos viejos que ya no son. Nostalgia, el veneno que tienta.
Si no hay nieves de antaño por las cimas,
ni aquel amor de ayer se paladea
ni esa palabra fúlgida; un momento de oro
ya cobre claro, oxida
su esmalte a cada hora.
Si todo se disipa, no os detengáis,
no hay metas: «habladle alto al olvido»,
la vida es un boomerang que a Dios regresa.
ArribaAbajo Ordenar el caos de los objetos usados,
las conmemoraciones de la arbitrariedad amansada por la adormidera,
la ebria sucesión de catástrofes, de aniversarios,
mala conciencia de suburbio,
pesadilla de abismos y de hormigas heroicas
en una tarde cualquiera
y por lo demás ominosa.
Unos papeles sucios y polvo solitario
de metales corroídos, donde dormita la polilla,
jadea la luz por las escalinatas de la culpa
cuando el inconsecuente atardecer
rompe con el pasado
de las invocaciones calladas, tiende puentes a la incapacidad alucinatoria
de los demonios familiares
que ordenaron la vida
infiel a unos principios
rescatados de las cenizas
vecinos de ciudades sin significado y sin muros
de perspectivas kafkianas, donde no llueve ni hace sol
y no existen números de felicidad en calles
descoloridas de silencios.
Ámbitos, espaciosos
en jardines resquebrajados por un agua inútil,
ventanas en el aire de la alucinación
que se obstinan en ser símbolos de la nada,
o de increíbles princesas,
asomadas a balcones del engaño
donde la dicha no tiene identidad.
Ni los cantos de cisne, ni la especulación inmobiliaria
vuelven a sus daguerrotipos;
la vida fluye o da vueltas en un desdén arrepentido
desgastando el fondo con una lima pobre
circundada de errores
de indefinidos rombos en las bocacalles,
y ojos de parricidas
que desestiman viejas emociones.
Plus ça change, plus c’est la même chose.
Nada se induce de la realidad
A veces el misterio
renuncia a sus premoniciones
y a su gran aventura. Es puro embuste.
Así Elena y Paris olvidan sus claves
entre la hojarasca de cabellos tardíos
tendidos como arbustos sobre la piedra,
entre impaciencias apenas rozadas por el amor.
Inmutable arena bajo las nubes agotadas,
dedos como incentivos de un viento largo
que a cada rato templa su vihuela
para acceder a un litigio de levedad
o a una embestida candente
de antifonario desgarrado para envejecer de prisa.
Tercamente resurgen de una conexión oscura
cuando la soledad a ráfagas
me extermina sin odio.
Entonces la niebla sube a mis sienes
como un eco de penumbra distorsionada por el uso
o en el abandono del barro y los misterios
y a mi lado caen montones de ideas viejas,
frustrada escoria del destino
en donde se deshilan tibios olvidos
de rescoldos devastadores.
Y resurgen ecos efímeros
de primaveras inflamadas
entre textos difíciles elevados como estigmas
hacia torres celestes.
Pero el sentido del hombre no se recobra.
Se deforman las cosas
como trofeos de perfume,
mármoles y esplendores sin identidad.
Testimonios borrados en la frontera de las imprecisiones.
El que vuelve a Ítaca
es también despojo de un sueño
arrancado de otros olvidos.
Atrapado en el mundo de las habladurías,
agazapado en la usura de la pereza,
un profundo oleaje de desamor
va aflorando en mí
frente a unos deseos más bien pobres.
Ésta es una vida como cualquier otra
pero nadie diría que del pasado
se rescataban abandonos
y oxidados despojos de días idos,
promesas incumplidas llegadas de pronto
entre las vislumbres de un viejo amor.
Cuando los vacíos armarios de mi vida
se abren para ventilar unos rastros inciertos
surgen las esperanzas, prolongados
restos de amistades marchitas
en el maelstrom corroído
donde se subsume la memoria.
Entonces
tú sola vives sobre la repisa del tiempo,
evadida de los retratos evaporados
en un mundo donde circulan nuevos dogmas
huyendo por equivocados umbrales
de riesgos mal calculados, aunque fútiles.
Por los alrededores del instinto
bajo la bóveda del silencio
aún alienta
un vacío de inusitado desencanto.