EL UNIVERSO MULTICOLOR [Mi poema] Ángel Antonio Herrera [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Si el cielo en vez de azul fuera amarillo La tierra ya se sabe es dependiente, Aquellos que no saben que la luna Si piensan que soñar es muy sencillo |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Ángel Antonio Herrera
POETICA
La desdicha que me apague ya escogió su noche.
Heme aquí, sin embargo, contrario al duelo,
bajo luna de caníbal, donde el halcón de mi herida.
Son míos los motivos del salvaje.
Al salvado lunes dicto en pie mi urgente espejo,
y gasto en sílaba la sangre todavía ligera,
entre el difunto que daré, tarde o temprano,
y el prófugo de éste, cuya frontera es ninguna.
Heme así, de nuevo, demorando qué tragedia,
o qué redada de adioses, antes de la última tragedia.
Como si no supiese que en todo lo escrito
tendré una mitad de primavera y otra mitad de espanto.
Como si en verdad hubiera olvidado
que va en el decir mi dolor, y va mi consuelo.
DESHIELO
Debiera, al fin, no ser cierto,
que no hay otro rey que el invierno en nuestro mapa.
Tanto hemos fatigado la búsqueda, y tan sin premio,
que ya debiera ser clara causa de otras vidas
el conducirse por nosotros bajo salvaje astronomía,
y el darse a normas de huracanes,
y el igualar con lujurias la nostalgia,
y el no lidiar luna distinta al luto,
y el cantar para nadie el crudo vino de los vencidos.
Tanto soñamos, por existir en el exceso,
que debiera no ser cierto, siquiera por un día,
que pertenecemos, como el mar, a la intemperie,
que quien ensaya un afán promueve un epitafio,
que quien tiene el amor tiene también su quemadura.
(de Los motivos del salvaje)
Yo soy el que con la noche se encierra
y en el sitiado corazón se busca noticias
de las incontables vidas que lo envejecen
desde siempre, sin saberlo.
Tengo la edad del mar y, como éste,
mi memoria cumple juventud de siglos.
Estoy, incluso, donde nada amé,
y puedo olvidar aquello que no me conoce.
A solas padezco muchedumbres
y lo que por ellas derrocho lo perdí algún día
que aún aguarda, quizá en vano, mi llegada.
(“Te debo el olvido”, 1997)
MUCHO DE PARÑUELO NEGRO TIENEN LAS COSTAS DE CALIFORNIA.
A Nalhalio Wood en el noviembre de su muerte
Tus hombros robados al bano, Nathalie .
El cabello maduro. Algunil niebla
no conocernos dice en tus párpados
Tragos de gris. En la solapa, preotorial el clavel y triste
porque no.ser tus brazos es ya muy duro.
El microscópico detalle rosa, un gesto.
La vecina no tenia azucar. El timbre inoportuno.
Un pespunte de carmín que era (onto o bellísimo, no sé.
Del sesenta las fotograflas preciosas,
el reencuentro en blanco y negro. Tus labios. Tus labios.
y ahora todo el primel plano
en que nos gustabas sIempre.
Esta constelación catastrófica. James Dean.
El paladar fatídico del noviembre cuando nos debimos alejarnos.
Todo el vitamlnico neón de Hollywood
y sus guiones, lunas mojildils del XIX, escenas románticas.
El mar los hombros desacarla que vimos salir del baño
con nuestra inclinación al primer plano siempre.
Un gotazo gélido de muerte ebundante
en el mantel de nuestros/sus esplendores en la yerba
hoy que de pañuelo negro mucho llenen las costas de California.
ESCENOGRAFIA DE FRESAS BLANCAS PARA UNA NINFA INTUIDA
Niña rotunda amanecer suficiente esa mitología de jabones
rotunda niña a los pétalos de tu cuerpo propuesta no diste
I
lácteos ejércitos de lechosas fresas
picotazos de espuma silabeando
voluptuosa piel de sintética nata
Tú
escenificas catedrales y torrentes
Buceas tu sexo
en blanca y caliente iconografía
en fingimientos de piélago niño y cremoso.
II
Como sábanas derretidas mieles en tus muslos
de Venus efébica mi futuro tatúan
que -sabes- deshilvanarlos persigue
Mademoiselle al agua su sombra arrebata a la bañera
y en el espejo recompone su figura
III
Es como la Intima/ultima prenda de un poema esmaltar
el aliento del grifo
en el cuello cumplido.
MI POETA INVITADA: Blanca Riestra
Así estabas tú
dentro de ti misma
ensimismada adusta
aquel mes
en que aquello vino a ti
pequeña máquina
calibrada
extendías las manos
sin tocar
y era como si todo se encontrase
fuera de tu alcance,
descolgado,
lejos
Estirabas los dedos
inútil
ávidamente
Y no alcanzabas
más que vidrio, metal, materias frías
Nunca carne ni sangre
ni tejidos deliciosos desgraciados
Te decías
así no
déjame acceder a lo que existe
cueste lo que cueste
me da igual
pagaré el precio
Ay de ti, con tu ingenio
abocado a la nada,
pero tan ardiente
–Mírenla, pobre–
Transparentan la linfa tus mejillas
No albergas esperanza alguna
Cómo podrías
Pero estás, aún así,
borracha de ti misma
Sin querer
Sin saber
Pero tan dispuesta a todo
ignorando, ay, el envés de todo
Lo de afuera aullaba
clamaba
clamaba aullaba
Te llamaba por tu nombre
No lo oíste
¿Hubieses preferido
no bañarte en el río que te enfermó,
en aquel río fresco,
deleitoso?
El río de Alejandro
aquella tarde.
Y ahora
esta partitura
musitada para nadie
aunque tú creas que todo es canto
y que todo
lo arrebatado
canta.
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