MI MADRE ERA VALIENTE [Mi poema] Ernesto Frattarola [Poeta sugerido]
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MI POEMA …de medio pelo |
Mi madre siempre estaba sonriente Mi madre era valiente, muy valiente, Mi madre concibió hasta cinco hijos, De aquello ya hace tiempo y hoy me acuerdo |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Ernesto Frattarola
El tiempo en mis ciudades
Es extraño el tiempo en mis ciudades,
como el sudor pegado a las paredes del verano.
El tiempo es como el sol, como la arena.
Un vidrio viejo con manchas dactilares.
Mi reloj busca un lugar donde pasar la noche,
un refugio seguro contra el ruido.
Una mesa para que trepen las hormigas
impacientes, lentas, atropelladas, escuálidas.
A veces pienso en ello las cuarenta y ocho horas del día,
los veinticuatro minutos del cielo,
las treinta semanas en la sala de espera,
los trescientos sesenta y seis años que dura un beso.
A veces cambio de habitación de hotel
sin motivos y sin huellas en la alfombra.
Me traslado del segundo piso al undécimo,
visito los huesos desnudos de mis antepasados
y regreso a la incubadora sobre una grúa con cara de nada.
Esta casa caliente como un útero
como una madre
como un nicho
como un recuerdo
como esta habitación de hotel en la planta once,
donde dormiré esta noche larga de tigres dolientes.
Es extraño el tiempo en mis ciudades,
como un jueves sin ascensor en el pasillo,
como una vía de aceite en las arterias.
Esta zarza que no sabe consumirse a solas.
Esta sábana que sueña conmigo entre las dunas.
Este juego sucio de pistas falsas y final incierto.
Memorias del viento
No pasa nada.
No pasa nadie.
El viento ya murió.
Crujen rescoldos de ciudad en la ciudad oscura.
Crujidos y luego nada.
Vigas de hierro, papel pintado,
puertas tullidas, pétalos falsos,
crujen en un crujir de lamentos.
Aullidos lejanos
parten el cielo en pedazos.
El cielo encapotado, bajo.
Sólo el silencio guarda silencio.
(El viento ya murió).
Ascensores varados entre muelles grises.
Si suben
no saben
o bajan.
Escaleras de cera caliente,
pasamanos de astillas de vidrio.
Únicamente el hueco.
Hedor a cadáver de automóvil.
Humo en la guantera.
Esqueletos quietos,
disfrazados de óxido,
esperan la mordedura de la muerte.
Restos de dientes y sangre seca en las aceras.
Nadie las pisa.
Nadie las pasa.
A lo lejos, una cara.
A lo lejos, una sombra
se difumina.
No pasa nada.
El viento, ya sabes…
Jump
Lanzó su cuerpo al vacío
alegremente.
Y olvidó de pronto,
tal vez para siempre,
la soga abrazando sus tobillos hermosos.
No Jump
Miedo a la muerte.
A una cuerda consciente y cansada.
Los ojos, sólo los ojos
asomados a un espejo de agua quieta.
Y aquí estoy.
Arriba.
Abajo.
CRISTAL
Mi fe en la humanidad.
Mi cuerpo: el de hoy.
Mis hombros y mis vértebras.
Mis gafas.
La comida que mastican mis hijas
mientras yo grito, mientras yo me callo.
La rodilla derecha de mi madre.
Las camisas que se han quedado estrechas.
Las ganas de gustar.
Los días que se fueron.
Las noches que me quedan.
El reloj heredado de mi padre.
Todo lo que se rompe me concierne.
PRÓTESIS
A mi madre
le han puesto una rodilla de titanio.
Tiene ochenta y un años y una gran cicatriz.
Camina por la casa.
Debajo de la piel
guarda el ruido de todos los serruchos,
las lágrimas de los primeros pasos,
la ausencia del ausente.
Y una rodilla metálica y fría
como mi corazón.
XX
Escribo desde ayer y ya me estoy muriendo.
Siempre he llegado tarde.
Este siglo me acoge
como un padre acoge a un hijo bastardo.
Este siglo ya sabe de mi deformidad:
mi cuerpo y mi deseo no coinciden.
Mi hora está vacía.
Mis ojos degollados.
Mi hambre sin hogar.
Mis estrías.
Llegué a la vida ayer,
y ya me estoy muriendo.
PEAJE
Di hola.
Pon las largas.
Acelera.
Di adiós.
Nunca se sabe.
DOS CARTAS
Nunca te haría daño.
Pero ya sabes lo que dice House:
todos los padres joden a sus hijos.
Así que me arrepiento
de tantas cosas que ni sé nombrar.
Tu nombre, sin embargo, sí lo sé:
tu nombre, vuestros nombres,
son parte de la sangre de mi nombre.
Sin saber qué es querer, yo te he querido.
Te seguiré queriendo cuando muera.
Pero sé que esperabas más de mí.
No he sido la persona que mereces.
No quise hacerte daño.
Nunca te dejaré.
Me tengo que marchar.
LENTE
La vejez era esto:
verme como me ven.
Yo y otros: un cristal.
Transparente, imbatible.
Fronterizo.
Verme como me ven.
El espejo no cuenta la verdad.
El reloj es un ruido.
Yo no soy yo:
yo soy lo que tú dices.
Tú dices que ya es tarde.
EXILIO
Los pueblos son ficciones.
Las personas también.
Un saco de minutos y mentiras.
Un circo de unicornios.
Un hambre y una sed.
Caminamos en círculos
hacia una tierra que no está en los mapas.
La muerte es nuestra verdadera patria.
CV
La edad,
la invalidez.
La casa como un miembro trasplantado.
Las piedras en la boca,
la mudez.
Lo lento, lo improbable, lo fatal.
A quién le sirvo yo.
Para qué sirvo yo,
una sombra de palabras sin sombra.
IGUAL
Cada día más quieta
la calle, más callada
la certeza.
Ya ni el viento nos busca.
Y todo se parece tanto a todo
que nada importa nada.
ECO
Digo lo que no importa.
Intento nombrar
lo que no existe.
Y no sirve de nada.
Y me pregunto si algo
le habrá servido alguna vez a alguien.
Cuarto menguante.