CUENTAN DEL LOCO PANERO [Mi poema]
Enrique de Mesa [Poeta sugerido]
Enrique de Mesa [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Cuentan del loco Panero El editor recelando ¡Vive dios, a ver que es eso! que es digno del mejor vate, Aquí tiene mil pesetas De este modo, de esta guisa Un #loco muy cuerdo...? Share on X Así es como, dicen, se dió a conocer el gran poeta Leopoldo María Panero |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Enrique de Mesa
«Voz del agua»
Era pura nieve,
y los soles me hicieron cristal.
bebe, niña, bebe
la clara pureza de mi manantial.
Canté entre los pinos
al bajar desde el blanco nevero:
crucé los caminos,
dí armonía y frescura al sendero.
No temas que, aleve,
finge engaños mi voz de cristal.
Bebe, niña, bebe
la clara pureza de mi manantial.
Allá, cuando el frío,
mi blancura las cumbres entoca:
luego, en el estío,
voy cantando a morir en la boca.
Tan solo soy nieve,
no me enturban ponzoña ni mal.
Bebe, niña, bebe
la clara pureza de mi manantial.
«De sol, silencio y soledad cercado,
huidera la pasión, la razón quieta,
lo más puro del alma se destila…»
«Erótica»
Cayó sobre tu espalda
la llama de tu pelo,
y quemó la blancura
su ondulación de fuego.
Entre los áureos rizos,
por el amor deshechos,
yo vi calientes, húmedos,
brillar tus ojos negros.
Sin desmayar, erguidos,
redondos, duros, tersos,
temblaron los montones
de nieve de tus pechos.
Y de amor encendida,
estremecido el cuerpo,
con amorosa savia
sus rosas florecieron.
El clavel de tus labios
brindaba miel de besos,
y fue mi boca ardiente
abeja de sus pétalos.
De la crujiente seda,
que resbalara al suelo,
emergió su blancura
tu contorno supremo.
Y al impulso movido
de ardoroso deseo,
se cimbró entre mis brazos
y quedó prisionero.
Me abrasaban tus ojos.
Me quemaba tu aliento.
Y apagó las palabras
el rumor de tus besos.
Tierra hidalga
Es la Mancha. La llanura
solitaria, sin un brote,
que entimbrara la locura
del hidalgo Don Quijote.
El solar rancio, manchego,
donde persiguen los ojos
un espíritu andariego
por los surcos de rastrojos.
Al noble loco de antaño,
muerto de melancolía,
pues la cordura al engaño
de la razón le volvía.
Nobles manchegos varones,
no ensoñéis un ideal;
adormid los corazones
quietos en el pegujal.
Dulce luz el campo baña.
Yérguese con señorío
de la iglesia, la espadaña,
sobre el blanco caserío.
Silencioso campanario
que, discreto, no importuna
el coloquio milenario
de la tierra con la luna.
“Voz del agua”
Era pura nieve,
y los soles me hicieron cristal.
bebe, niña, bebe
la clara pureza de mi manantial.
Canté entre los pinos
al bajar desde el blanco nevero:
crucé los caminos,
dí armonía y frescura al sendero.
No temas que, aleve,
finge engaños mi voz de cristal.
Bebe, niña, bebe
la clara pureza de mi manantial.
Allá, cuando el frío,
mi blancura las cumbres entoca:
luego, en el estío,
voy cantando a morir en la boca.
Tan solo soy nieve,
no me enturbian ponzoña ni mal.
Bebe, niña, bebe
la clara pureza de mi manantial
EL LOCO – Leopoldo María Panero
He vivido entre los arrabales, pareciendo
un mono, he vivido en la alcantarilla
transportando las heces,
he vivido dos años en el Pueblo de las Moscas
y aprendido a nutrirme de lo que suelto.
Fui una culebra deslizándose
por la ruina del hombre, gritando
aforismos en pie sobre los muertos,
atravesando mares de carne desconocida
con mis logaritmos.
Y sólo pude pensar que de niño me secuestraron para una alucinante batalla
y que mis padres me sedujeron para
ejecutar el sacrilegio, entre ancianos y muertos.
He enseñado a moverse a las larvas
sobre los cuerpos, y a las mujeres a oír
cómo cantan los árboles al crepúsculo, y lloran.
Y los hombres manchaban mi cara con cieno, al hablar,
y decían con los ojos «fuera de la vida», o bien «no hay nada que pueda
ser menos todavía que tu alma», o bien «cómo te llamas»
y «qué oscuro es tu nombre».
He vivido los blancos de la vida,
sus equivocaciones, sus olvidos, su
torpeza incesante y recuerdo su
misterio brutal, y el tentáculo
suyo acariciarme el vientre y las nalgas y los pies
frenéticos de huida.
He vivido su tentación, y he vivido el pecado
del que nadie cabe nunca nos absuelva.
Comentario Leopoldo María Panero fue un poeta nacido en Madrid en el año 1948 y fallecido en el año 2014 en Las Palmas de Gran Canaria. En su familia no ha sido el único en interesarse por la poesía; su padre, quien falleció cuando Leopoldo tenía tan sólo catorce años, y su hermano también se dedicaron a la lírica. Sin embargo, el dato que resalta de su vida personal es que por más de tres décadas, decidió vivir en la reclusión de los hospitales mentales, luego de repetidos ingresos en centros psiquiátricos que había enfrentado desde su juventud. A pesar de llevar una vida que a simple vista puede resultar dura, Panero ha sabido capitalizar sus puntos fuertes y nunca ha dejado de escribir, produciendo obras de diversos géneros que le han valido premios y reconocimientos en más de una ocasión. De sus libros publicados destacan los poemarios “Por el camino de Swan” y “Last River Together”, con su famoso poema “La canción del croupier del Mississipi”, las obras en prosa “Dos relatos y una perversión” y “Papá, dame la mano que tengo miedo”, y los ensayos “Mi cerebro es una rosa” y “Prueba de vida. Autobiografía de la muerte”.