VENDO SUEÑOS DE PAPEL [Mi poema] Rafael Saravia [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Vendo o cambio mis sueños de papel Se asoman rebosando en mis bolsillos Muchos tengo que son enrevesados por la gracia de dios, que tienen gracia, Con ellos a la espalda voy marchando Cada madrugada se observa como te van diciendo adiós? Share on X |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Rafael Saravia
IRONÍA DEL CAUCE
En esencia, soy lo que me dejo ser;
soy rama en la mano que aprieta,
pongo el afán en mis intentos ofendiendo al amasijo con difíciles hábitos.
Todo ser se incrementa con el llanto,
invierte el género para rehacerse viendo la cima como un taburete, inofensivo,
aprisionado en sus cuatro perneras, confundido y azaroso en el mayor de los logros.
Todos queremos mitigar la sed olvidando que sin vaso
ríen igualmente las amígdalas del cauce.
GÉNESIS
En el comienzo fueron tus piernas.
Tus muslos generaron un firmamento afín
y el oxígeno se le concedió entonces a los hombres.
Y así se pudo suspirar,
construir caminos por los que tú pasases y hacer religión de tu presencia.
En el principio, fueron tus ojos.
Fue tu posibilidad de ver la que generó deseo de ser visto.
Y así surgimos, naturales y reos de tus pupilas,
generosos en la incertidumbre de alcanzar tu verdad colorida,
nerviosa señal de luz.
Ars longa, vita brevis.
Seas pues.
LINGUA PLICATA
Hay espacios por conjugar…
Somos antesala de nuestros deseos,
de nuestras predicciones más lastimeras y fúnebres,
antes de cualquier intento
ciertos hostales nos aguardaron,
nos convidaron al roce,
a unos labios hambrientos de pecado juvenil,
canal indeterminado,
prefacio de oquedades mejores.
Pero eras lengua y verbo…
Accésit de trapecista sobre mi incertidumbre.
Eras alimento sano y fresco,
estímulo imbatible,
hilaridad de mis sentidos bajos.
En estas ganas contenidas…
Ya poco importa el decoro,
poco importa ya la arrogancia venida a menos…
importa tu plica, tu escondite a mi alcance,
tus ganas y mis ganas si aún pueden encontrarse.
MÁRTIR EN VIDA
Sale cada mañana con su capa de estuco bien aplicada,
con su altiva menudencia,
rozando con sus pechos las tristes papeleras.
Sale con sus dolores bien abrochados,
con la urgencia del libro cerrado,
con la voz corrompida en el silencio,
sale con su dosis de impotencia,
sale presa de su noche mal zanjada.
Y entro yo,
recluso número once,
fiel paciente de sus tremendeces,
anacoreta de su arrogancia en el destierro.
Entro yo, de nuevo,
para cumplir sentencia,
para barrer los charcos fuera de las afueras,
para crecer subyugado al martirio del ignorante.
PETITE MORTE
Se fue sin prescindir de las bóvedas;
se las llevó todas puestas.
Sacó del extremo convulso una apetencia imposible.
Luego, llegó al presente:
Te asomo a mi boca,
te obligo y me obligas a reconocer lo inexacto.
Me bebo tus ángeles y sediento pido tu celo más abrupto.
Te tumbas sin sueños,
te agitas y brindas tu último gramo a mi tempestad.
Me vuelves aliento de ficus y baño de inusitada fe.
Te inclinas… me inclino…
lloramos lo alegre en nuestra piel.
CARTA DE BUENAS NOCHES
Me gustas entre otras cosas porque sabes alcanzar;
porque buscas huecos vacíos, abrazas,
porque aplastas tu magia
contra mi intento de magia
y el mundo sigue casi igual.
Me gustas, entre otras cosas,
por tu exceso de excesos.
Porque sabes no elegir y suave,
con las manos bien entendidas entre sí,
me recorres sin premura,
sin moldura aparente,
haciendo de mi cuerpo un sube y baja
a modo de carretera curva,
temiendo el decisivo impacto.
Es entonces cuando,
aplaudiendo el intento,
los párpados se bajan,
se besan las pieles y,
muy adentro y muy afuera,
se hace sábana cómplice el silencio.
Llegó la poesía
a buscarme. No sé, no sé de dónde
salió, de invierno o río.
No sé cómo ni cuándo,
no, no eran voces, no eran
palabras, ni silencio,
pero desde una calle me llamaba,
desde las ramas de la noche,
de pronto entre los otros,
entre fuegos violentos
o regresando solo,
allí estaba sin rostro
y me tocaba.
Yo no sabía qué decir, mi boca
no sabía
nombrar,
mis ojos eran ciegos,
y algo golpeaba en mi alma,
fiebre o alas perdidas,
y me fui haciendo solo,
descifrando
aquella quemadura,
y escribí la primera línea vaga,
vaga, sin cuerpo, pura
tontería,
pura sabiduría
del que no sabe nada,
y vi de pronto
el cielo
desgranado
y abierto,
planetas,
plantaciones palpitantes,
la sombra perforada,
acribillada
por flechas, fuego y flores,
la noche arrolladora, el universo.
Y yo, mínimo ser,
ebrio del gran vacío
constelado,
a semejanza, a imagen
del misterio,
me sentí parte pura
del abismo,
rodé con las estrellas,
mi corazón se desató en el viento.