A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
TENTACIÓN [Mi poema]
Enrique Segovia Antepara [Poeta sugerido]
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MI POEMA... de medio pelo |
Anoche, de noche, justo esa noche, Vióse inmerso en ignota sacristía, Alma, razón, el corazón son eso, |
Comentario del autor sobre el poema: La tentación siempre está ahí presente, aunque no lo percibas, de pronto toma impulso y ¡zas! te pone en un brete. Y no creas que siempre es fácil salir de ella. Hay veces en las que incluso te tiras de cabeza.
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Enrique Segovia Antepara
Canto a la muerte
Me ha fascinado la muerte
con sus miradas azules.
Me ha arrebujado la muerte
entre sus diáfanos tules.
Me ha dado un beso la muerte
con su labio de amaranto.
¡Oh, qué milagroso encanto
el encanto de la muerte!
Alejado de las cosas,
profundo en su sueño vago,
yo me nutro como un mago
del veneno de mis rosas.
Sapiencia sutil y pura
que me enseñó la hechicera.
Amasar nuestra amargura
como un pedazo de cera.
Quién dijera, quién dijera,
hermano de días iguales,
que las úlceras fatales,
el dolor de la carrera,
todo, todo, se armoniza
en sus manos, de tal modo
que bendecimos el lodo
porque encierra la ceniza.
Y está escrito –tal lo advierte
la tierra que nos convida:
el hombre amará la vida
por ambición de la Muerte.
Y es ella, que no se esconde,
la que en lengua amortiguada
a nuestra ansiedad responde
dos blancas sílabas: nada.
Hombres, hombres ya cansados,
cancerosos de esperanza,
pensadores torturados
por ciencia que no se alcanza:
dejad que siga la suerte…
Y aprended el sueño helado:
abstracción de lo increado,
anestesia de la Muerte
¡qué sueño de mejor fin
que borrarse de repente?
¡No reflejar en la frente
la tortura del confín!
Cantemos, cantemos seres,
hermanos de pesadilla,
en salmos y misereres
el futuro de la arcilla.
La paz substancial y pura
que en la criatura se encierra
El vértigo de la hechura,
el destino de la tierra.
Al soplo que nos empuja,
se palpa la llaga, leve…
Está bendita de nieve
la mano que nos estruja.
Hé aquí que tras mil edades
aún el hombre no ha saciado
su sed en ]as ebriedades
del Mundo y de lo Ignorado.
Hé aquí, cien siglos pasaron
y los néctares y vinos
de los pámpanos divinos
la humana sed no calmaron.
Y se acrecentó la aguda
escoriación de lo eterno.
Y fue más honda la duda,
realización del infierno.
Me ha fascinado la Muerte.
Al fin, yo la he comprendido.
Me he echado como en un nido
en los brazos de la Muerte.
Y se adormece mi llaga…
Y el pensamiento encendido
es como un cirio encendido
que poco a poco se apaga…
Por milagro de aquel frío,
se extingue la llamarada.
Y sin pensar digo: Nada
–la corona de mi hastío.
Me ha fascinado la Muerte
con sus miradas azules.
Me ha arrebujado la Muerte
entre sus diáfanos tules.
Me ha dado un beso la Muerte
con su labio de amaranto.
¡Oh, qué milagroso encanto
el encanto de la Muerte!
HERMANA TENTACIÓN
Letra del poeta Enrique Segovia
Hermana tentación mi compañera!
Hermana tentación, por qué te fuiste!
Me hace falta tu vientre de quimera!
Tus senos de mujer, de boca triste!
Hermana tentación, que me enseñaste!
La ciencia de las curvas, que me diste.
Tu copa de veneno, que colmaste mi sed, y nueva vida me infundiste.
Hermana tentación, me concediste eternidad en la hora pasajera…..
Hermana tentación, por qué? te fuiste! Hermana tentación, mi compañera.
– – –
Para cantar a mi tierra
me he de quemar el cerebro
en la llama milagrosa del sol, padre y señor nuestro.
Para cantar a mi tierra me he de hurgar dentro,
muy dentro, con la pluma hasta arrancar melodía de mis nervios,
y a fin de urdir el romance con la sangre de mi cuerpo.
Tierra dulce huancavilca,
cal ardiente de mis huesos,
sacro que atesorala savia de mis abuelos.
Tierra dulce huancavilca,
solar de mi romancero,
florida siempre de rosas, armonía y sortilegios.
Yo sé, dulce tierra mía,
que todo a ti te lo debo.
Mi lírica quinta esencia tuvo orígen en tus huertos,
en tu río melodioso y en tu trópico de fuego.
Las brisas que refrescaron la frente genial de Olmedo
son las mismas que me besan y alborotan mis cabellos…
Tierra dulce huancavilca,
yo sé que después de muerto
he de andar por tus caminos,
perennizado en despertó.
Alma en pena de tu estirpe,
sombra triste de tu ensueño,
cual si mi destino fueran confundirme en tu recuerdo…
Te me has dado toda, plena,en primaveras e inviernos.Eres norte de mi erranza; de mi gravitar, el centro.En ti tuve albas azules y también ponientes negros.Tierra mía, mi calvario,mi amor, mi tabor eterno!
Letanía a Satán
Satán: oigo latir tu espíritu profundo.
Satán: tu espíritu es el corazón del mundo.
Satán: te he comprendido, he escuchado tu voz.
Señor bendito por toda la eternidad de Dios.
MI POETA INVITADO: Martín Prieto
Otra tarde de calor
Era tirar la línea al agua y sacarla
con un golpe de muñeca para que el balde se fuera
llenando de mojarras; después
era ingresar en la modesta mitología de lo exagerado:
87, 153, 350.
Pero antes, entre una cosa y la otra, era
la poderosa sensación de que un ser desprovisto de conciencia,
insensible al dolor, había, flap
mordido la lombriz que como un experto
habías enhebrado en la agujita doblada. Allá
una, embarazada como un corcho de sidra,
tomaba el sol con los pies en el agua y otro
contaba cuánto cobraba el cura del pueblo por celebrar una boda.
Los temas de peso
Después de varios años dedicados a la minucia,
al enfermante relevamiento de los detalles,
decidí abocarme a los temas de peso:
el amor, la política, la trascendencia, la gloria.
Finalmente convencido de que el mundo
era más amplio que mi departamento
compré una pila de tarjetas magnéticas
y salí a recorrer la ciudad en colectivo
atento al paisaje y al rumor sordo
en el que se convertía la parla simultánea
de mis contemporáneos. La bruma gris
que se levanta en los barrios de la quema
y la otra, prístina, que emerge rosa del agua
del río león, envolvían mis paseos en un aura
de ensueño y todo se aparecía corrido
de su justa dimensión.
El campo
Fue el viento el que corrió la tierra
depositándola en las concavidades
de las llantas resecas de un Farlaine abandonado,
ahora cuatro macetas
donde crecen unas plantitas de soja
que más atrás y después de los alambrados son,
en ordenada multitud,
los esclavos de un ejército cuyos generales,
con un ojo clavado en la Bolsa
y el otro en las mal pagadas elucubraciones
de los investigadores del Conicet,
toman agua mineral en los mismos vasos
en los que sus abuelos tomaban whiskie sin hielo
amarillo como el trigo de marzo,
cuando ahí atrás había un trigo dócil
al que el viento convertía en un océano de oro que
fue, como el esmeralda brillante que se mece ahora,
finca de pocos e ilusión de millones.
De Los temas de peso Ediciones Vox, 2009.