SOLO SOY LO QUE SIENTO [Mi poema]
José Saramago [Poeta sugerido]

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MI POEMA… de medio pelo

 

Pudiera ser verdad pero no es cierto,
aunque nadie lo crea, no le importa,
no puede soportar, que no soporta
al viento que no sopla, que es incierto.

Pudiera contemplar el mar abierto,
pudiera ser del cielo una gaviota,
pudiera ser de un niño una pelota,
una rosa incrustada en el desierto.

Pudiera ser del mismo firmamento
la estrella que hace guiños, que alborota,
de la baraja de oros una sota,
el suspiro que envuelto va en lamento,

Y pudiera ser él, si eso pudiera,
el soplo del amor en celo envuelto,
el azúcar que en aura va disuelto,
el ansia de volar en primavera.

Quisiera ser, ¿por qué siempre quisiera?
deseo que permite estar contento.
Sólo soy lo que soy, soy lo que siento,
un infeliz asido una quimera.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: José Saramago

Catorce de junio

Cerremos esta puerta.
Lentas, despacio, que nuestras ropas caigan
Como de sí mismos se desnudarían dioses.
Y nosotros lo somos, aunque humanos.
Es nada lo que nos ha sido dado.
No hablemos pues, sólo suspiremos
Porque el tiempo nos mira.
Alguien habrá creado antes de ti el sol,
Y la luna, y el cometa, el espacio negro,
Las estrellas infinitas.
Ahora juntos, ¿qué haremos? Sea el mundo
Como barco en el mar, o pan en la mesa,
O el rumoroso lecho.
No se alejó el tiempo, no se fue. Asiste y quiere.
Su mirada aguda ya era una pregunta
A la primera palabra que decimos:
Todo.
De “Poesía completa” Alfaguara Editores, 2005
Versión de Pilar del Río

Alzo una rosa

Alzo una rosa, y grito a cuantas aves
El cielo colorean de nidos y de cantos,
En el suelo golpeo la orden que decide
La unión de los demonios y los santos.
Alzo una rosa, un cuerpo y un destino
Contra la fría noche que se atreve,
Y con savia de rosa y con mi sangre
Perennidad construyo en vida breve.
Alzo una rosa, y dejo, y abandono
Cuando me duele de penas y de asombros.
Alzo una rosa, sí, y oigo la vida
En el cantar de las aves en mis hombros.

El beso

Hoy, no sé por qué, el viento ha tenido un
hermoso gesto de renuncia, y los árboles han
aceptado su quietud.
Sin embargo (y es bueno que así sea) una guitarra
organiza obstinadamente el espacio de la soledad.
Acabamos sabiendo que las flores se alimentan en
la fértil humedad.
Ésa es la verdad de la saliva.

Estudio de desnudo

Esa línea que nace de tus hombros,
Que se prolonga en brazos, después mano,
Esos círculos tangentes, geminados,
Cuyo centro en cono se resuelve,
Agudamente erguidos hacia los labios
Que ansiosos de los tuyos se desprenden.

Esas dos parábolas que te encierran
En el quebrar ondulado de cintura,
Las calipigias cicloides superpuestas
Al trazo de las columnas invertidas:
Tibios muslos de líneas envolventes,
Torneada espiral que no se extingue.

Esa curva tan suave que dibuja
Sobre tu vientre un arco reposado,
Ese triángulo oscuro que fulgura,
Camino y sello de la puerta de tu cuerpo,
Donde el estudio que de desnudo hago
Se transforma en cuadro terminado.

Intimidad

En el corazón de la mina más secreta,
En el interior del fruto más distante,
En la vibración de la nota más discreta,
En la caracola espiral y resonante,

En la capa más densa de pintura,
En la vena que en el cuerpo más nos sonde,
En la palabra que diga más blandura,
En la raíz que más baje, más esconda,

En el silencio más hondo de esta pausa,
Donde la vida se hizo eternidad,
Busco tu mano y descifro la causa
De querer y no creer, final, intimidad.

Laberinto

En mí te pierdo, aparición nocturna,
En este bosque de engaños, en esta ausencia,
En la neblina gris de la distancia,
En el largo pasillo de puertas falsas.

De todo se hace nada, y esa nada
De un cuerpo vivo enseguida se puebla,
Como islas del sueño que entre la bruma
Flotan, en la memoria que regresa.

En mí te pierdo, digo, cuando la noche
Sobre la boca viene a colocar el sello
Del enigma que, dicho, resucita
Y se envuelve en los humos del secreto.

En vueltas y revueltas que me ensombrecen,
En el ciego palpar con los ojos abiertos,
¿Cuál es del laberinto la gran puerta,
Dónde el haz de sol, los pasos justos?

En mí te pierdo, insisto, en mí te huyo,
En mí el cristal se funde, se hace pedazos,
Mas cuando el cuerpo cansado se quiebra
En ti me venzo y salvo, en ti me encuentro.

Signo de escorpión

Sabrás que para ti no habrá descanso,
La paz no está contigo, tampoco la fortuna:
El signo así lo ordena.
Te pagan bien los astros esta guerra:
Por más breve que sea la cuenta de tu vida,
Pequeña no será.
(Traducción de Ángel Campos Pámpano)

Hasta la carne

Otros dirán en verso otras razones,
Quién sabe si más útiles, más urgentes.
Éste no cambió su naturaleza,
Suspendida entre dos negaciones.
Ahora, inventar arte y manera
De juntar el azar y la certeza,
Se lleve en eso, o no, la vida entera.

Como quien se muerde las uñas cercenadas.
De “Poesía completa” Alfaguara Editores, 2005
Versión de Ángel Campos Pámpano

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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