ME GUSTA, NO ME GUSTA [Mi poema]
Iván Tubau [Poeta sugerido]

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MI POEMA… de medio pelo

 

A Neruda no leo, no me gusta,
comprendo, decir esto no es correcto,
pensé recriminar a mi intelecto,
mas nunca me han de oír que me disgusta.

Mentiría si digo a Lorca entiendo,
que a veces no interpreto lo que ha escrito,
mas también reconozco, no es proscrito
por no sentirme bien con ese atuendo.

Quisiera no pensar que acomplejado,
ciego soy o quizás corto de vista,
que no soy el primero de la lista
ni el último y tampoco me he quejado.

Que a mi lo que me gusta, me confieso,
son aquellos que entiendo lo que escriben
y demuestran sus textos que lo viven
y de tanta pasión me dejan tieso.

Machado, he de decir que a mi Machado
me traslada con su verso al paraíso
y me siento flipando de ese guiso
y de su alma libando, anonadado.

Y pudiera igual recordar a miles
y añadir a este poema un sí rotundo,
que cada cual elija de este mundo
los que más agradezcan sus atriles.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Iván Tubau

Queremos alcanzar el alma de la piel.

Queremos empaparnos de gozo y de sudor.
Mañana Dios dirá, si hay Dios y si se digna
decir alguna cosa. Bésame el corazón.
* * * * *
A Merce

Nos teñiremos pelos, almas y corazones.
Juraremos amor eterno si es preciso
para ser algo más felices un instante.
Ni la mejor mentira, amor, es la verdad.
* * * * *

«Une orange sur la table
ta robe sur le tapis
et toi dans mon lit.»
Jacques Prévert

Son un placer muy dulce los dieciocho años.
Juntos lo celebramos, amor, esta mañana.
Cuando llegue la noche, si Dios y Prévert quieren,
me dejarás probar tus nuevos diecinueve.

En Sinera de Munt

Cuando yo no esté aquí se habrá acabado el mundo
y no habrá nunca más olor de madreselva
ni el perfume tenaz de entrepierna mojada
ni el aroma del vino ni el azul de la mar.
De «Vendrán meses con erre» 1982-1991

Dean Moriarty ya no vive aquí

In memoriam Jack Kerouac

Es una bomba el corazón, y un día
estallará en tus manos sin remedio.
De «La quijada de Orce» 1988-1997

Escríbeme a la «Lista de correos»

Estoy, amor, en Sóller.
He venido en el tren.
Escribo una postal
y la meto en el sobre.
Recuerdo aún tu nombre
y el Apartado 3
de Correos de un pueblo
donde nunca estaré.

Ven a salvarme, amor:
he naufragado ya.
Escribo con mi sangre
en un feble papel.
La botella está rota
y no lleva tapón.
La mar está movida,
se acerca el huracán.
Ven a salvarme, amor
De «La quijada de Orce» 1988-1997

Ibiza

A Julieta

A fin de cuentas sí,
parece que nos gusta el amor libre
aunque sin demasías
el sexo tierno la pasión discreta
releer a Epicuro
que son tan pocas páginas
gritos flojos e Ibiza:
tú y yo somos lo sabes
carne de revival
pálido color malva
si Dios quiere y la historia.
De «Vendrán meses con erre» 1982-1991

La piel

Cuán terrible la vida
de un hombre cuya piel
nadie toca jamás.
De «Vendrán meses con erre» 1982-1991

La rosa y la metáfora

1
Aunque seas aún
una metáfora
Rosa,
me place tocar
tu muslo con la mano.

5
«A rose is a rose is a rose is a rose.»
Gertrudis Stein

Eres Rosa la rosa más rosa
de todas las rosas de aquí y de París
Rosa por delante rosa por detrás
con pezones rosa y mejillas rosa
con labios de rosa bajo nariz rosa
y labios de rosa bajo ombligo rosa
un agujerito de color de rosa
una blusa rosa y unas bragas rosa
un alma de rosa bajo la piel rosa
y una voz de Rosa de color de rosa.

6
1984
Hube de conocerte,
Rosa,
para saber lo que era
un ser equidistante
del propio nacimiento
y del fin del milenio.

7
«Lénine, Trotsky, Rosa, Mao…»
Edgar Morin
Journal de Californie

Rosa,
la más perfumada
de los jardines
de Luxemburgo.
De «Vendrán meses con erre» 1982-1991

Margaritas

Cada mañana,
cuando los cubre aún
la nieve transitoria del rocío,
recorro los sembrados cercanos a mi casa
y las voy recogiendo
una por una:
las más grandes y tiernas,
las más blancas,
las amarillas como un don del sol.

Cuando tengo un puñado
grueso como el tobillo de un niño de tres años,
hago con ellas
un ramillete humilde, esplendoroso,
y lo lanzo
con gesto displicente y ademán
de estudiada elegancia discreta
a la oscura pocilga donde hozan los cerdos.
De «La quijada de Orce» 1988-1997

No eres lo que dices

«Lo que eres me distrae de lo que dices»
Pedro Salinas

Lo descubrí hace años en Ibiza: no eres
la que habla conmigo como las profesoras,
la que dice palabras como estratigrafía,
sobredimensionar y propósitos lúdicos,

sino la que recorre mis recovecos tibios
con una mano sabia y amable siempre húmeda,
la que impregna mi lengua con sus zumos secretos,
la que gime muy suave, la que grita muy fuerte.
De «La quijada de Orce» 1988-1997

Patria

Nací
en un tiempo triste y en un triste país
donde las cosas bellas tenían nombres feos
donde pecado
era el nombre que daban al amor y donde
tristes gentes hablaban de la guerra y se tocaban
el sexo en las tinieblas y con prisas furtivas
en la noche del sábado tras haber contraído
matrimonio buscando
patrimonio y remedio
a la concupiscencia o a la sífilis.

Nací en un tiempo triste
y en un triste país
donde la gente iba vestida
de negro casi siempre
y llevaba bigotes cuadrados en el alma. Donde
ya no servían los nombres de las cosas
porque las cosas estaban prohibidas
o eran obligatorias: levantar el brazo
con la mano extendida
para que los brazos no pudieran
abrazar y las manos
llegaran siempre tarde a la caricia.

Nací en un tiempo triste y en un triste país
donde los niños se llamaban flechas
o pelayos cuando eran ya mocitos
y llevaban camisa
azul y la cabeza
rapada por la parte de dentro y por de fuera:
mitad monje y soldado les decían
que tenían que ser cuando crecieran
y hubieran de avanzar gallardamente
por Dios hacia el Imperio o viceversa.

Nací en un tiempo triste y en un triste país
donde las niñas
se llamaban Begoña y aceptaban
mansamente un futuro
de monjas o matronas gordezuelas
cuando la superiora colocaba
duros sostenes sobre sus tetas tiernas
y más duros aún sobre la parte
más tierna del cerebro para que las ideas
no desbordaran nunca el límite preciso
de su destino de mujer: virgen o madre
y si fuera posible las dos cosas.

Nací
en un tiempo triste y en un triste país:
abjuro para siempre
jamás de aquella patria
donde un millón de muertos velaban el cadáver
de los supervivientes.
De «Domicilios transitorios» 1973-19840

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Autores en esta página

Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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