EXCUSEN SI ME EXCEDO [Mi poema]
Gabriel Paredes Villegas [Poeta sugerido]

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MI POEMA… de medio pelo

 

Para mí, Machado, excusen si me excedo,
fue ¿cómo fue, cómo diría?
un observador del alma, ese vigía
que cobijo va buscando en un hayedo.

Ese ser con alta fe pero sin credo,
que, respirando amargura,
sacó a pasear entre surcos la locura
de quien anduvo el camino con denuedo.

Ecologista y pintor. Las emociones
inundaron su ideario
muchas veces somnoliento o solidario
que hoy adornan a cantantes sus canciones.

Ante todo un hombre bueno, un sevillano
andaluz reconvertido,
que, obligado, al azar renunció a su nido
e introdujo en el paraje castellano.

Madrid, París, Baeza, Segovia y Soria,
son de Antonio el gran paisaje,
un ir de aquí para allá, un peregrinaje,
ésta última la antesala de su gloria.

Machado es todo, un verso, y es la poesía,
del sentir del pueblo, esencia,
y es pudor, loor de música y cadencia,
la íntima y más proverbial sabiduría.
©donaciano bueno

Comentario del autor sobre el poema:

¿Castellano o sevillano?
¡qué más da! ¿Que su saeta
fuera Serrat quien cantara?
Hoy quiero besar la tiara
de Machado, el gran poeta.
Y aquí le extiendo mi mano.

MI POETA SUGERIDO:  Gabriel Paredes

Yo vengo de una tierra muy parecida al Edén

Yo vengo de una tierra
muy parecida al Edén,
entre ríos y montañas
y quiero darla a conocer.

Encontré a don Camilo
enrumbaba pa’ Buena Fe,
al cruzar por mi camino
enseguida lo saludé.

Siendo hombre andariego
va sin rumbo por doquier,
monta burro, caballo
en bicicleta o a pie.

No conozco su procedencia
naidien sabe de donde es,
para espantar las dudas
hoy mismo le preguntaré.

-Güenas tardes don Camilo
en tiempo que se deja ver,
de bajo de este tamarindo
quiero conversar con usted.

De años somos amigos
no me acuerdo cuando jue,
creo que en algún rodeo
lo vide por primera vez.

Montaba chúcaro potro,
arisco negro corcel,
por más que caracoleaba
ninguna vez pudo caer.

Aprietando bien las crines
con la juerza de su ser,
se mantuvo firme arriba
logrando a si prevalecer.

Recuerdo a dos bandidos
que lo quisieron someter,
enfrentó a esos forajidos
sabiéndoles responder.

Se abalanzó uno primero
intentándolo sorprender,
esquivó el ataque fallido
el fulano lo vi descender.

Saltó er filudo machete
listecito pa’ acometer,
dos planazos en la espalda
y se echaron a correr.

Demostrando valentía
bravura supo imponer,
montubio recio y bragao
como muy pocos se ven.

Cualquier trabajo realiza
sembrar, regar o recoger,
la ociosidad no conoce
nunca le falta que comer.

Siendo amigo sincero
correcto en su proceder,
quiero saber don Camilo
¿de dónde ha venido usted?

-Yo vengo de una tierra
muy parecida al Edén,
entre ríos y montañas
que hace tiempo la dejé.

En la negra madrugada
cuando er sol va a nacer,
clarito cantan los gallos
anunciando el amanecer.

Y cuando las vacas mugen
el ordeño habrá que hacer,
leche fresca y calientita
y espumosa hay pa’ beber.

Las gallinas cacareadoras
anuncian que van a poner,
entregan el huevo diario
fruto de su propio ser.

El burrito trabajador
cumplidor con su deber,
lleva a lomo la carga
sin prieguntar el porqué.

Yo vengo de una tierra
que no deja de florecer,
lo que se siembra produce
arroz, cacao, soya, café.

Jartos frutos tropicales
pechiche, cauje, canistel,
piñas, naranjas, guayaba
zapote, caimito y mamey.

Fragante jardín colorido
hay variedad pa’ escoger,
rosaledas, lirios, jacinto
jazmín, hortensia y clavel.

Brotan plantas medicinales
ruda, sábila, llantén,
uña de gato, tamarindo
verdolaga y escancel.

Yo vengo de una tierra
de tempestades al granel,
nos inunda, nos ahoga
y nos hacen padecer.

Los inviernos son inviernos
a cantaros viene a llover,
se hinchan los flacos ríos
raudos empiezan a correr.

Tumban los viejos puentes
los muros no quedan en pie,
anegando nuestros sembríos
naidien los puede detener.

Pero también traen alegrías
el pescador saca en su red,
guanchiche, dama y dica
hay abundancia por doquier.

Fresca lluvia agua bendita
nos trae la vida al caer,
transformando los desiertos
haciéndolos reverdecer.

Yo vengo de una tierra
cultivadores de su saber,
con el verso en amorfino
enamoramos a la mujer.

Al pasar una montubia
rimas hay que componer,
demostrando galantería
la intentamos convencer.

-Señorita no la conozco
pero la quiero conocer,
porque me está gustando
su bonito proceder.

Ese lindo pelo negro
azabache que tiene usted,
retinto bien parecido
al oscurecido café.

Si acepta mis cumplidos
¡juro! la voy a querer,
formaremos nuestro nido
en las ramas de un laurel.

No le ofrezco riquezas
sólo tengo mi chalet,
con mis pollos y gallinas
muy felices hemos de ser.

Yo vengo de una tierra
mucha sangre vi correr,
en las luchas liberales
peleando junto al coronel.

Mi coronel Nicolás Infante
aguerrido en su proceder,
antes que pedir amnistía
él prefirió morir de pie.

Después Pedro J. Montero
los sabanales hizo arder,
anduvimos de montoneros
hasta morir o vencer.

Yo vengo de una tierra
que todos deben conocer,
de montubios campesinos
orgullosos de su proceder.

Amorfinos del río

Por onde pasa un río
nunca habrá tierra mala,
generoso con er plantío
abundante vida regala.

Por su corrientosa entraña
va nadando en Boca Chico,
guanchiche, chane o dama
raspabalsa, barbudo y bío.

Atarrayando con er bajío
pesco: viejas coloradas,
guacucos, bagres de río
y unas guaijas de montaña.

Nuestro río no se amansa
nunca se deja dominar,
de verano callado pasa
en invierno ha de bramar.

Diciembre tiempo inicial
arrecian los aguaceros,
embravecido temporal
a mediados de febrero.

Inundados hasta el guargüero
entrando el mes de abril,
hay un refrán muy certero
“en abril aguas mil”.

El río amigo gentil
se vuelve traicionero,
saliéndose de su redil
nos anega los terrenos.

No hay quien le ponga frenos
cual caballo desbocado,
la cosecha perderemos
se nos ahogará er ganado.

Si er río juera muchacho
lo metería en cintura,
con unos dos bejucasos
le quitaría su bravura.

Pero también trae frescura
cuando en él nos bañamos,
al campo le dan hermosura
aquellos ríos campiranos.

Gabriel Paredes
guayaquileño; 1962 –
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Amorfinos del monte
No sé qué tiene mi monte
de él; yo vivo cautivo,
lo transito, lo trabajo
como todo campesino.

Agarro filoso machete
y voy abriendo camino,
descuajando la montaña
pa’ preparar el sembrío.

Llegando er día preciso
aspergeamos la semilla,
en este gentil paraíso
nuestra esperanza germina.

Brota der suelo el plantío
regado por los aguaceros,
muestra el sol su poderío
abrazando los terrenos.

Gran abundancia tenemos
en cada ciclo cumplido,
pasamos los días contentos
viendo er monte florecido.

Mi monte es prodigioso
gran verdor lo engalana,
plazarte, bejuco, bototo
y miles plantas nos regala.

Sabrosas y dulces papayas
zapotes, guaijíes, caimitos,
pomarrosas, anchas guabas
lima, limón y tamarindo.

Sembrando las tierras bajas
en los extensos pozales,
por la cuenca der Guayas
amarillean los arrozales.

Sobre inmensos tendales
la gramínea es colocada,
virando y virando el grano
por los soles es secada.

Plátano, café, cacao
lo que se siembra emana,
en este mi monte sagrado
tanta abundancia no acaba.

¿De dónde vienes, amorfino?

¿Amorfino de onde vienes?
¿Amorfino pa’ onde vas?,
¿Qué omnipresencia tienes?
¡Que en todos laos estás!

Vengo andando caminos
de quien me quiera cantar,
soy la voz del campesino
que naidien puede acallar.

Traigo mi propio lenguaje
aunque me saben criticar,
entre amigos y compadres
nos entendemos al palabriar.

En las fiestas patronales
hago presencia en Balzar,
amorfineando a raudales
bajando voy hasta el Daular.

Raudo salgo a Flavio Alfaro
Jipijapa, Chone, Paján,
doy la güelta en Milagro
toco Yaguachi y Durán.

Alzo er velo a Montalvo
a Quevedo y Catarama,
después visito er Guabo
Santa Rosa y Machala.

Estoy en boca de todos
de los que tejen palabras,
en la rima me acomodo
al bordonear las guitarras.

El verso es libre

Nuestro verso nace libre
¡déjenlo! por los montes vagar,
nuestro verso no es de naidien
si no; del que los quiera cantar.

Soy la mata del amorfino
a cada rato florece,
pa’ que recoja er indigno
lo que mi pecho le ofrece.

Mi verso montubio crece
cual sembradío mañanero,
nuevo fruto aparece
aunque le falte aguacero.

Traigo er verso romancero
de adentro de la sabana,
reposado en mi guargüero
pa’ trinar una semana.

En la noche campirana
me acompaña una estrella,
er poeta se engalana
cantándole a su doncella.

Hago el verso a mi manera
lo aspergeo sin temor,
pa’ cuando er día que muera
lo recoja el compilador.

Pa’ rimar el amorfino

Pa’ rimar el amorfino
se necesita inteligencia,
esta amontubiada ciencia
regalo de lo divino.

Aguzar bien er sentido
buscar la rima primero,
crear un verso certero
a pocos es permitido.

Son como hijos paridos
sin ayuda de comadrona,
nacidos de la persona
en su mente concebidos.

Er montubio campesino
va desgranando palabras,
al sonar de las guitarras
canta er verso repentino.

Al cual llaman amorfino
coplas de nuestras tierras,
aquellos versos encierran
saberes del hombre antiguo.

No faltará sabio ladino
que escuche su composición,
arrebatará la creación
editándola en un libro.

Poeta der siglo XXI

Soy un poeta montubio
de este siglo veintiuno,
y vengo a cantar mis versos
como no canta ninguno.

si yo no digo lo que soy,
si no les muestro mi mundo,
sino me asomo a este portal
¿quién valorará lo montubio?

Lo montubio y la ciudad
siempre anduvieron juntos,
hay que saber agüaitar:
un montubio es vecino suyo.

Er monte no queda lejos
sólo nos separa un muro,
antes que esto juera ciudad
esto era un campo montubio.

Er montubio priesente está
cada vez que toman desayuno,
en er café con bolón,
en er queso con maduro.

En la tortilla de maíz
en los mangos, en los frutos,
en er arroz con menestra
que devoramos con gusto.

Er montubio volando va
como pájaro en arbustos,
entre mitos y leyendas
de los cantares montubios.

Tienen un saber natural
razonamiento profundo,
un lenguaje con identidad
propio de su terruño.

Este saber vengo a declarar
pa’ no quedarme mudo;
antes de irme de aquí,
a mi campo con mi mulo.

Aquí hay un hombre de verdad
que siempre quiere ser justo,
trabajador, amigo leal;
téngalo usted por seguro.

Corazón sin retoño

Tristemente caen las hojas
en el jardín del olvido,
torbellino hecho suspiro
de un amor que ya murió.

No habrá reconciliación.
Bórrame de tus recuerdos,
en aquel jardín desierto
nunca crecerá una flor.

Florecido en el dolor
viejo amor apasionado,
marchitose deshojado
por descuido de los dos.

Moribunda tierna pasión,
no te ausentes de mi lado,
por culpa de tus agravios
desfallece el corazón.

Moribunda tierna pasión,
sin dulzura y sin halagos,
nuestras flores se secaron;
no florece el corazón.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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