ADIÓS, TARARÍ QUE TE VI! [Mi poema] Enrique Rojas Guzmán [Poeta sugerido]
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Hace tiempo que sueña que no existe, Presiente sube y baja, baja y sube Subido al caballito de la noria Frustrado por el mundo que aquí deja
MI POEMA …de medio pelo
que un buen día amanece y se evapora,
se diluye, evanece y decolora,
desnudo, en una nube se desviste,
consciente existe el cielo al que él añora.
lo mismo que hace el aire, como el viento
dejando en su camino un sedimento
cual fuera la figura de un querube
que mira y que sonríe, su aspaviento.
que existe en su gran parque de atracciones,
después de recibir las bendiciones,
luchando va corriendo hacia la gloria
movido por sus nuevas ilusiones.
y el ansia que antes tuvo de volar,
contento ya se encuentra de acabar
dejando al fin desecha esa madeja
que aquí no fue capaz desenredar.
©donaciano bueno
Una muestra de sus poemas El miedo se desliza con su mentira absoluta Te observo por encima de la tarde Rozas mis palabras Todo vuelve a ser aquello que fue, De aquel poema recuerdo su momento, su historia, Aquel pasado me alcanza. Lo siento Recuerdo que me dejé llevar por tus labios inauditos, Si te gusta #Enrique_Rojas_Guzmán... Share on XMI POETA SUGERIDO: Enrique Rojas Guzmán
“El miedo se desliza con su mentira absoluta”
y viene a confundirme
a rodearme de impaciencia
a hurtadillas
profanando la soledad
que me impregna y me acobarda
acariciando sutil mis sombras y mi garganta
el borde de mi silencio que se clava abriendo la puerta de mi tristeza
disipando lo que queda
de ese secreto a voces que tú me enseñas.
Premio I Certamen de Poesía “Un viaje de versos” convocado por la editorial romana “Pagine”POEMA I
aquella historia que devoraba el polvo
y estampó los antiguos amores que ya no nos conocen.
Aquel beso inédito
que pellizcaba mis sueños de un futuro eterno.
Vuelve a ser igual aquel precipicio
que debajo de mis pies se hizo minúsculo.
Donde yo desabrochaba tus labios
con el miedo y la impaciencia,
con aquella pasión que me impedía ser yo.
Todo vuelve a parecerse a aquella primera vez destilada
en la que ardimos abrigándonos a oscuras,
cuando nos obligó la noche.POEMA II
su callada tristeza.
Recuerdo todavía el soliloquio de su música,
el canto desafinado del corazón que lo rodeaba.
Aquellos besos con sabor a salitre y arena,
con sabor a playa bañada de invierno.
Aquel viento que despeinaba tu cuerpo
meciéndose a la orilla
de una luna de plata.
Aquel llanto perdido,
llanto y risa de un futuro inesperado.
Aquellas tardes, de rutina y silencio
que negaron al poema la sangre y la vida.
De aquel poema ha resucitado el hombre
que ahora lo recuerda
y lo reinventa.POEMA III
como el sueño que nos mantiene vivos
en la noche arruinada por el insomnio,
honda y oscura, como tu mirada apenas;
como el vaivén de las tardes
amontonadas desde entonces.
Se derriba el presente, este ayer fatigado
que me amordaza los sentimientos
y se hace cómplice del tiempo sostenido.
La tarde se vuelve como tu presencia
y no me alcanza el aire que te sujeta,
apuntalado, recosido, encallado,
donde el miedo resiste los ataques de la vida.
Aquellos años gastados de hiel,
aquellos siglos de sacrificio y esfuerzos
iluminaron entonces nuestra esperanza.POEMA IV
recuerdo la tarde huyendo despavorida, herida de ti;
recuerdo el tiempo que ardía entre mis manos y las tuyas, recuerdo nuestro encuentro zozobrando donde la vida, recuerdo tu nombre rodeado de besos,
recuerdo el aire apasionado que cruzaba la calle,
recuerdo un silencio transitorio refugiado en tus labios, recuerdo un nuevo mundo gimiendo entre mis brazos, recuerdo el olor bendito de mis lágrimas,
recuerdo el sabor maldito de las tuyas.
Pasatiempo
Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía
luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era océano
la muerte solamente
una palabra
ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros
ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
Mario Benedetti