LA VIDA EN SERIO [Mi poema]
Franklin Mieses Burgos [Poeta sugerido]
Franklin Mieses Burgos [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Me he decidido a tomar la vida en serio La virtud y la maldad, las emociones, De las iglesias que ensayan oraciones Y así al final ya con el deber cumplido Y puesto que más vale tarde que nunca |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Franklin Mieses Burgos
MENSAJE A LAS PALOMAS
Id ahora a decirle a todas las palomas
que el milagro de Dios nos estaba esperando
oculto bajo el agua.
Que además de la luz -viva entraña del verbo-
igualmente fue el beso; la caricia del ala
de su sombra en las algas,
en medio de la noche sin alba de los peces.
Id ahora a decirle
que cuando la luz fue la primera sonrisa
caída de su espejo,
algo dejó de ser en torno de la luz,
algo rodó en pedazos debajo de su lámpara.
También id a decirle
que el solo hecho de ser
es ya una destrucción.
Porque sólo no siendo
es posible lo intacto.
PRIMERA EVASIÓN
Lo redondo es un ángel caído en el vacío
de su propio universo,
donde la oscura voz de su verdad resuena
llena de eternidad cerrada y de infinito.
Lo redondo es un río que sale y que torna
de nuevo hacia sí mismo, hacia la hueca nada
donde su ser gravita.
Por su forma la lengua de Dios está explicando
su gracia preferida,
la imagen con que muestra la sombra de su rostro
desnuda sobre el mundo.
-¿No es su ley la que esculpe la manzana del orbe,
el anillo que muerde el pedestal del árbol,
la cabeza del hombre?
Lo redondo es un ángel cautivo que no sueña,
que no se translimita de su cerrado cielo;
un ángel prisionero
que está sujeto a Dios como un objeto más
de amor entre sus dedos.
SEGUNDA EVASIÓN
-¿Quién encendió la lámpara perenne de la rosa?
¿Quién desató el pequeño enigma de la hoja,
de la apretada piedra donde habita el silencio?
Cuando el ángel pregunta ya deja de ser ángel;
la ignorancia es la espada desnuda que defiende
su rosa de inocencia;
la rosa que no sabe ella misma el origen
terrible de su nombre, de su propio fantasma
cerrado como un nudo de aroma hasta la muerte.
HUMILDE MAYO
Mayo trajo la flor, la milagrosa
palabra vegetal que arrulla el viento.
Mayo pobló su propio firmamento
con la sola presencia de una rosa.
Yo la miré ascender tan jubilosa
a su pequeño, débil monumento,
que fue como si viera el nacimiento
de una terrestre aurora luminosa.
Era su viva lumbre madrugada
una encendida hoguera encarcelada
en el cielo cerrado de su esfera.
Única roja rosa amanecida.
Rosa de una estación empobrecida.
¡Sólo con ella fue la primavera!
ESTE TACTO
“Con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido”.
Este tacto solícito que abruma;
este vivir más hondo en los sentidos,
va descubriendo cielos escondidos;
nuevos mares ocultos en la espuma.
Ignorados espacios por la pluma
de misteriosos pájaros caídos,
mundos de claridades suspendidos
tras la pequeña noche de la bruma.
Nada perdura inédito al contacto
de este absorto mirar inquisitivo
de las pupilas íntimas del tacto.
Así de mi interior huyen las nieblas;
porque si ciego para el mundo vivo,
lleno de luz estoy en mis tinieblas.
VIVA MUERTE
Huésped del cuerpo humano que me cierra
en mortales mortajas hospedado,
transito con mi ser resucitado
como una viva muerte por la tierra.
Y cuanto miro en torno es una guerra
suscitada en un tiempo limitado,
por donde va cayendo derramado
el instante de vida que la encierra.
Sólo de muerte en muerte caminando,
sólo de vida en vida cada día
igual que una semilla germinando.
Va mi vivir hacia su cielo incierto;
llevando sin saber, en su agonía,
la muerte en vida, y con la vida, muerto.
EL CIELO DESTRUIDO
(“¡Oh, cielo riguroso! ¡Oh, triste suerte!
¡Que tantas muertes das con una muerte!”)
El cielo destruido porque llora
mi acongojado corazón humano,
no es el perenne cielo cotidiano
donde el rostro del tiempo se cobra.
El hondo cielo que mi ser añora
por ser de íntimo sol su meridiano,
ese cielo cayó desde mi mano
hacia una eterna noche sin aurora.
Nada queda de él. Sólo el recuerdo
a mitad del camino en que me pierdo
alza el hueco fantasma de su nombre.
Cielo del ser mejor en su mañana.
¡A cambio del sabor de una manzana
perdido para siempre por el hombre!
A LA SANGRE
Agua de soledad, agua sin ruido,
desatado cristal de pura fuente;
agua que va cayendo interiormente
en mi cielo más hondo y escondido.
¿Qué misterioso viento sumergido,
tu natural hechura de torrente
transfigura ideal y simplemente
en un rojo clavel enardecido?
Hay un íntimo dios que te construye.
El mismo dios que lento de ti fluye
por los labios abiertos de la herida.
Vivo clavel humano que perdura
sujeto por la leve arquitectura
de la fugaz estatua de la vida.
AMOR
(“Quien a las llamas del amor no muere”)
Es el amor en todas las edades
del ser que valeroso lo frecuenta,
una oscura semilla que fermenta
en etapas de calma y tempestades.
Más dado a lo irreal que a realidades
del suelo material donde se asienta,
va como oveja dulce que apacienta
en prados de celestes claridades.
Arquitecto del cielo que idealiza:
arde desde la lava a la ceniza
de sus propios volcanes desatados.
Hasta que por el fuego que lo inflama,
es consumido por la misma llama,
“en soledad de dos acompañados”.
EL MENSAJE
(“Que del arte ostentando los primores”)
Allí en donde el ángel nos revela
su celeste palabra iluminada;
allí mi alma atenta se desvela sola
de madrugada a madrugada.
Por esta voz eterna que ella anhela
verla en carne de estatua edificada,
hay una fría caricia que la hiela
y un fuego que la enciende en llamarada.
No da el ángel su voz, porque la tira
desde aquel alto desolado clima
de la noche cerrada en que delira.
Hay que bajar del cielo a lo más hondo
de la insondable entraña de la sima,
para alcanzar su voz que está en eL fondo.
SONETO A LA MUERTE
(“Bella ilusión, por la que alegre muero”)
Llueve tu soledad de noche oscura,
de eslabones de sangre desatados,
y una más alta claridad fulgura
debajo de los párpados cerrados.
Todo fuera de ti se hace negrura,
amasijo de lienzos apretados,
donde no es necesario ni perdura
el aire de los cielos libertados.
La luz que irrumpe súbita en la sombra
de nuestra humana oscuridad terrena,
como un destello lívido que asombra;
esa lograda claridad postrera
llena de eternidad y de ti llena:
es la única lumbre verdadera.