A todos los amantes de la literatura en sus distintas formas o variantes...
Solo poesía
«Reflexión o meditación, es el proceso que permite pensar detenidamente en algo con la finalidad de sacar conclusiones».
Yo tuve el corazón hecho unos zorros.
Ocurría en abril. Una mañana.
Subía desde el campo a mi ventana
el olor a frescor de unos matorros
de una huerta cercana.
Y un día dije adios, lo juraría
que un día dije adios, no importa cuando.
En aguas movedizas naufragando.
Si no fuera verdad no lo diría.
Sentémonos a hablar. Sin cortapisas.
Hagamos, como el resto de la gente
que intenta conciliar cuando disiente,
sin miedos, sin rencores y sin prisas.
No crean que me invento, que hubo un día
en que el cielo tornose violento
inundando la tierra de excremento,
el sol entre las nubes se escondía
rugía fuerte el viento.
Que yo vine hasta aquí cuando la vida
me hiciera una trastada y me dijera
que poco si era más que una quimera,
a veces dolorosa o divertida,
Un hombre soy, no sé, posiblemente,
un hombre con su vida despechado,
que un día se echó al hombro su pasado
haciendo del futuro algo indecente.
Libremos el planeta
de olores, malolientes, perniciosos,
llevando hasta la meta
los suaves y olorosos
que solo del amor sean viciosos.
Este grupo de seres tan iguales,
de colores y tipos variopintos
donde algunos pretenden ser distintos
y le culpan al resto de sus males.
Soñé que en ese sueño me moría
y en esto desperté. No fue pa' tanto.
Pensar que me llegué morir de espanto
y todo se esfumó. Cómo sería
que quise a dios pedirle un adelanto...
Era agosto, verano, allí en la plaza,
yo era un niño jugando a la pelota
a solas con un sueño de melaza
que observa que se esfuma y que rebota....
Es de un pueblo de tierras sin preguntas,
de iglesias y campanas siempre a solas,
lugar donde relucen amapolas
y a todo los paisanos sacan puntas
en luengas merendolas.
Pongamos que yo soy un mal vasallo
que sigue dando pasos de rebote,
pongamos que yo soy un monigote
que miro al que está al lado como y callo...
Qué triste este mundo incierto
tan lleno de brabucones
que se suben a balcones
predicando a cielo abierto.
Que resoplan y que gritan
desplegando sus pendones,
imponiendo sus razones
pues que ellos nunca recitan...
Al borde del sendero al cielo raso
he venido a vivir como un okupa
gozando de la gloria del parnaso
a solas con la luna y con su lupa,
a nadie haciendo caso.
El futuro, ese enigma que no tengo.
¿Pasado? Ya está muerto, no interesa,
-un beso apasionado que no besa-,
al que lanzo una coz. Y lo sostengo...
Admiro a Schopenhauer cuando dijo
palabras tan nefastas de este mundo
y empiezo a comprender a Segismundo
vendiendo su alma al diablo. El que maldijo
la suerte de morir, tan iracundo.
Me piden que yo tengo que creer
¿por qué yo he de creer, si yo no creo?
e insisten en que mande ya a paseo
mi cerebro y mis ojos . Y que ver
es un deseo ver, que yo no veo.
Mi mundo se alimenta de un incierto
prejuicio, de escribir y de versar.
A veces yo le saco a pasear
por la extrecha rendija de mi huerto
y empiezo allí a regar.
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